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Columna
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Des-Gobierno

Tal como están las cosas, creo que hasta Rajoy prefiere que gane Hollande

Manuel Rivas

No es solamente la izquierda española la que espera como agua de mayo la victoria de Hollande en las presidenciales francesas de mañana. También una buena parte de la derecha española menos fanática. No solo los sindicatos, que reclaman una mayor iniciativa pública, sino también el mundo de la economía productiva, con el consumo hundido por el pánico ciudadano. Algunos periódicos anclados en 1898, especialmente aguerridos cuando le tocan los repsoles, disfrutaron mucho con la campaña española de Sarkozy, que agitó sin parar el pellejo de Zapatero. Podía asustar a los franceses con Berlusconi, pero todavía hay clases en los espantajos. Nosotros somos europeos subsaharianos. Tal como están las cosas, creo que hasta Rajoy prefiere que gane Hollande. El actual presidente español es taimado, pero no llega a prusiano. Lo que en el fondo le gustaría, como a la mayoría de los políticos españoles, es ser presidente de una Diputación, que consiste básicamente en asfaltar carreteras secundarias, con el espacioso aplauso del paisano. Y tener un veraneo. Por eso se le ve compungido, porque la depredación financiera amenaza por llevarse por delante hasta los veranos. En cambio, el equipo gubernamental está que se sale: actúa como un des-Gobierno. Lógico. Si el ultraliberalismo consiste en desmantelar el Estado, lo procedente es que un gobierno de esa ideología se entusiasme con el desgobernar. Veamos. En lugar de finezza para afrontar los conflictos, una diplomacia di bravura que va camino de enemistarnos con toda América Latina. Una política cultural y educativa que tiene por primer punto pregonar ante el mundo la baja calidad de la cultura, los centros de enseñanza y las universidades españolas. Como la Sanidad pública era buena, de las mejores, se le retraen recursos para emplear esos recursos en su privatización. En cuanto a política medioambiental, se ha alcanzado el ideal: ya no existe. Disculpen: voy a ver el Telediario antes de que se lo zampen como un brote verde.

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