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El emisario de la ONU para el Sáhara dibuja un panorama negro y solicita ayuda a las potencias occidentales

Christopher Ross pide a Marruecos que acepte discutir la propuesta del Polisario y sea indulgente con los saharauis independentistas. EL PAÍS desvela el documento secreto del enviado personal de Ban Ki-moon

Diecinueve meses después de ser nombrado enviado personal del secretario general de la ONU para el Sáhara Occidental, Christopher Ross dibuja un panorama negro y solicita ayuda a las grandes potencias, y a España, para desbloquear unas conversaciones de paz nuevamente estancadas.

Ross insta además a Marruecos a debatir de la propuesta de referendo del Frente Polisario, como el movimiento saharaui se avino a discutir en febrero de la autonomía ofrecida por Rabat para el territorio, y le pide también que mejore su respeto de los derechos humanos en esa antigua colonia española.

En vísperas de su gira, de principios de julio, por las cinco capitales del llamado Grupo de Amigos del Sáhara Occidental (Washington, París, Madrid, Londres y Moscú), Ross envió a sus gobiernos un documento secreto, al que ha tenido acceso EL PAÍS. En él hace balance de la etapa transcurrida desde su nombramiento en enero de 2009. "Es como un grito de auxilio dirigido a EE UU, Francia y España", explica un colaborador de Ban Ki-moon.

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"El secretario general y yo mismo no podemos convencer a las partes de que abandonen su implacable apego al mutuo rechazo de sus posiciones", escribe Ross. "Necesitamos un apoyo específico del Consejo de Seguridad y del Grupo de Amigos (...)", añade. Todos los países del grupo, excepto España, son miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

¿Habrá querido Marruecos que la ayuda que brinde España a Ross apuntale su oferta de autonomía para el Sáhara? ¿Habrá intentado forzar ese apuntalamiento demostrando la vulnerabilidad de Melilla? Esta es una de las cábalas que hacen los diplomáticos españoles sobre la reciente tensión con Rabat. El Gobierno socialista español ha visto con simpatía la propuesta autonómica de Rabat de 2007, pero ha sido cauto en sus pronunciamientos públicos. Ross se entrevistó con el ministro Miguel Ángel Moratinos a principios de julio en Madrid.

Nombrado en enero de 2009, Ross hizo en marzo su tercera y última gira por el Magreb. También organizó dos rondas informales de conversaciones, la última en febrero en Westchester County (Nueva York). Allí pidió a ambas delegaciones que aceptasen discutir la propuesta de la otra parte. A diferencia de su predecesor en el cargo, Peter van Walsum, Ross no dio preeminencia a la oferta de Marruecos en la mesa de negociaciones.

"Aunque las partes poseen la voluntad política de sentarse frente a frente, aún no poseen la voluntad política de iniciar negociaciones genuinas sobre el futuro del Sáhara Occidental o para otorgar una atención prioritaria a las medidas de confianza" que deben establecer entre ellas, se queja Ross en su misiva.

A continuación revela que es Marruecos quién menos esfuerzos hace. "En la más reciente reunión informal, en Westchester County, el Frente Polisario hizo un modesto esbozo de lo que podía ser una negociación genuina al explorar con Marruecos algunos aspectos específicos de su última propuesta de autonomía", señala Ross. "Marruecos declinó, por su parte, explorar la propuesta del Polisario". "En consecuencia el Polisario se negó a continuar".

Tras aquella ronda, la delegación del Polisario fue, por primera vez, recibida por una alta funcionaria del Departamento de Estado, acaso para agradecerle su flexibilidad. Antes de convertirse en el enviado especial de Ban Ki-moon, Ross fue un diplomático estadounidense de mucho peso.

Rabat y el Polisario, continúa Ross, "deben encontrar cauces para examinar y discutir las propuestas de la otra parte más en profundidad de lo que lo hicieron en Westchester County". "Examinarlas y discutirlas no significa aceptarlas, pero si muestra respeto por la otra parte (...)".

Si los adversarios no están dispuestos a hacerlo, a adentrarse en una discusión realista, "hay pocas razones" de convocar nuevas rondas negociadoras, advierte Ross. "Al contrario, reuniones sucesivas sin avances significativos pondrían en cuestión la credibilidad de la ONU, del Consejo de Seguridad y del enviado personal".

"El status quo es, a largo plazo, inaceptable", asegura Ross que avisa de los peligros que conlleva. "El riesgo de un giro de parte de los jóvenes saharauis hacia el extremismo o actividades criminales crece" afirma dando a entender que algunos podrían caer en el terrorismo. "El peligro de que una aventura militar o paramilitar degenere en hostilidades generalizadas se incrementa mientras la diplomacia no produzca resultados". "Prolongar los sufrimientos humanos de los campamentos [de refugiados saharauis] es cruel", concluye.

De un tiempo a esta parte, recuerda, por último, Ross, los derechos humanos en el Sáhara se han convertido "en el aspecto más polémico de la discusión en el Consejo de Seguridad y en otros foros". "Desde que fui nombrado he sugerido a mis interlocutores marroquíes que si desean que el Polisario acepte su visión de un Sáhara autónomo deben demostrar sus buenas intenciones y ser indulgentes con los activistas saharauis independentistas en vez de constreñir su libertad de movimiento y de expresión".

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