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Casquería humana, brunch en Nueva York y festines “della mamma”: 10 series con comida para ver este verano

Pastelillos carcelarios hechos con Fritos, cannoli, costillas, té o tarta de queso son algunos de los protagonistas –comestibles– de nuestra selección. No, Don Draper no cuenta como alimento.

"Yo hoy con una ensaladita tiraba, pero tengo una reputación que mantener".
"Yo hoy con una ensaladita tiraba, pero tengo una reputación que mantener".HANNIBAL

El caloret y el tiempo libre veraniegos no solo invitan al remojo, la vacación y el dislate, sino también a ponerse al día con series, libros, películas y otras delicias de la procrastinación que el ritmo diario nos estafa durante el resto del año. Como tenemos exactamente los mismos problemas que vosotros, durante los viernes de agosto –y ayudados por diferentes comités de sabios, además de algunas sugerencias propias–, recomendaremos algunos productos culturales (o no) relacionados con la comida.

Empezamos con las series, el formato perfecto para creer que su visionado te va a llevar menos tiempo que el de una peli, con lo que te vas a ir a dormir a una hora decente para llegar mañana a la playa como la flor de la Toja. La realidad es que te vas a zumbar ocho capítulos seguidos y parecerás más Belén Esteban sin maquillar que Bo Derek, pero qué más da: habrás pasado un rato estupendo viviendo la vida de Don Draper, Lisa Simpson, Dexter o Carmela Soprano.

AVISO: Algunos de los vídeos pueden contener spoilers (aunque no más que tu timeline de Twitter o Facebook al día siguiente de la emisión de cualquier capítulo).

LAS CHICAS DE ORO (1985-1992)

Además de aportar grandes momentos al imaginario popular (cada vez que Sofía Petrilo decía “Sicilia, 1911…” sabías que venían risas), estas atípicas compañeras de casoplón también comían. Alberto Rey, al frente del blog Asesino en serie, recuerda a Las chicas de oro como “unas abuelas cachondísimas que siempre tenían tarta de queso en la nevera. A mí no se me ocurre nada mejor, en general”. La tarta les acompañaba en los momentos de alegría, durante los disgustos amorosos de Blanche y en innumerables ataques nocturnos a la nevera.

“Hay que recordar que en los años ochenta la tarta de queso no había sido todavía deconstruida, reinterpretada y, en definitiva, viejunizada”, recuerda Alberto. “Era una guarrería que molaba mucho. Y la de Dorothy, Sofía, Blanche y Rose tenía pinta de ser the real thing y llevar grasa y azúcar como si la obesidad y la diabetes fuesen sólo leyendas urbana de gente triste”. Si queréis daros un homenaje en su honor, en Ondakín –que por viejuno y todavía estupendo viene a ser un poco la versión ‘chica de oro’ de este blog– Mikel publicó hace unos años la receta de la tarta en cuestión, coincidiendo con el triste fallecimiento de Bea Arthur. ¡Larga vida a Dorothy y sus compis, viva el queso, los dulces y Saint Olaff!

SHERLOCK (2010-...)

El gurú más sexy de todo lo que se hace y deshace en televisión (y el que lleva las gafas más chulas, de lejos), Bob Pop, no duda un momento en apuntar hacia Sherlock cuando le preguntamos por su serie sobre su comida seriéfila favorita. “La nueva versión de las aventuras del detective privado y su ayudante Watson hace honor al clásico prejuicio contra la mala alimentación británica de clase media, y se hace fuerte a la hora del té”. A pesar de eso, los blogs y las entradas en webs gastronómicas inspiradas en los habitantes del 221 de Baker Street son legión (y sí, ni siquiera ellos logran escapar a ese horror llamado fondant).

El desfile de "desayunos opíparos a cargo de una encantadora ama de llaves amateur" es según Bob de las pocas concesiones a la alimentación porno que concede la serie, mientras el resto del día se impone prácticamente la dieta líquida y en taza. “Si Holmes y Watson comieran bien, ya no tendrían que aceptar más casos por dinero”, sentencia para terminar, “un inglés que come mal es un inglés que tiene que trabajar. De lo contrario, son ricos terratenientes de Arriba y abajo o Downtown Abbey”.

LOS SIMPSONS (1989-...)

Pasteles, salchichas, albóndigas, costillas, bacon y todo tipo de guarrerías procesadas y de calidad bastante dudosa son la base de la alimentación de la familia amarilla más famosa de Springfield (menos de Lisa, que es más de compartir pavo de tofu con los miembros de REM). En un mundo en el que cada caloría cuenta y la harina y el azúcar se consideran veneno, Los Simpson son una especie de Don Quijotes armados con unos Twinkies con doble de queso y peperoni servidos dentro de un sombrero de nachos como lanza.

Exactamente eso es lo que ha conquistado a la periodista, khaleesi de las ondas y escritora Mariola Cubells a apostar por ellos. “Frente a todo eso están Homer y los suyos comiendo hamburguesas, donuts y pizza. Y bebiendo cerveza como si no hubiera un mañana”. Así que su voto va para ellos, “por lo mal que se come, por lo políticamente incorrecto que es todo lo relacionado con los alimentos y por la crítica que esconde todo eso a una sociedad tan obesa y tan flaca a la vez, tan neurótica con lo ortodoxo”. Ante esa visión preclara, es imposible decir algo que no sea “¡deme diez!”.

HANNIBAL (2013-...)

Ha llegado el momento de ponerse exquisitos, y quién mejor de Jorge Carrión, periodista, novelista y autor del ensayo Teleshakespeare (Errata Naturae 2011) para hacerlo. Jordi cree que si hay una serie gastronómica, esa es Hannibal. “Es la que está más cerca del arte contemporáneo gracias a la música, brutal, de Hans Zimmer”, afirma con admiración, “los diseños de interiores y las puestas en escena, con jardines verticales y fondos oníricos y cadáveres exquisitos y máquinas de tortura”.

En lo que tiene que ver con la manduca, para Carrión la serie “destaca gracias a Janice Poon como diseñadora de la comida y la asesoría del chef José Andrés”. Para terminar Jordi ve “una erudición gastronómica muy importante en la serie. Por no hablar de su teoría del canibalismo”, un tema del que volveréis a oír hablar en esta serie de entradas de viernes. Si necesitáis falsa carne humana para algún oscuro fin, podéis descubrir algunos los trucos de Poon para imitarla hasta el escalofrío en esta entrevista.

LOS SOPRANO (1999-2007)

Pocas cosas dan más gusa en el mundo que la comida italiana. Esas mesas repletas de lasaña, rigatoni y todo tipo de brutalidades a base de hidratos gratinadas con montañas de queso dorado, bandejas de antipasti y salume de todas las formas, colores y sabores, carne y marisco son capaces de hacer abandonar la causa al respiracionista más militante. Por eso –y porque gracias a ellos descubrí los cannoli y nunca he podido agradecérselo– mi serie tragona favorita es Los Soprano (podéis consultar la lista de comidas que aparece en la serie al completo aquí).

Aunque los asesinatos a traición, las míticas borracheras en el Bada Bing! y la terapia de Tony me han proporcionado grandes momentos, las comidas son sin duda su punto fuerte. Desde el episodio piloto –que cierra con un primer plano del protagonista frente a un enorme plato de pasta– hasta el Vesubio en el que se celebraban tanto tratos sucios como bautizos o los festines familiares, no hay episodio en el que la gastronomía no aparezca como muestra de felicidad, consuelo o negociación. Fuera de de la pantalla, la última cena de James Gandolfini antes de morir –a base de langostinos fritos con salsa picante y foie gras, regados con ocho bebidas alcohólicas– trascendió como noticia, y se tildó de excesiva y posible causa de la parada cardíaca que, por desgracia, terminó con su vida.

SEXO EN NUEVA YORK (1998-2004)

Después de que Carrión se adelantara por la escuadra por 2 minutos con Hannibal, su primera opción, Alberto Rey se recuperó rápido del golpe y aprovechó para calzarse unos Manolos de 20 centímetros y sincericidiarse desvelando su devoción por el cuarteto de amigas de Sexo en Nueva York. “Me fascina su certificación de una... ¿realidad?: en Nueva York la gente delgadísima comete atrocidades calóricas todo el rato”.

El exceso de “hamburguesas locas, cupcakes demenciales, sushi brasileño (ahora ya está pasado de moda, vale, pero entonces era Lo Puto Más) y alcohol, mucho alcohol” del que hacen gala las protagonistas de la serie tenía a Alberto todo el rato como un conejo al que le han dado las largas: sabía que eso no era bueno, pero no podía dejar de mirar. “Todo sin salir ni de Manhattan ni de la talla 36” matiza con rendida admiración. “La magia de la TV era esto”.

DEXTER (2006-2013)

Buscando el reverso de la moneda de la exquisitez que caracteriza Hannibal, Jorge Carrión presenta como segunda propuesta Dexter, la historia del asesino en serie más empático del mundo. “La alta cultura de Hannibal se vuelve cultura pop, a veces trash, en Dexter”, analiza. Como muestra recomienda “fijarse en el fast food y en la cerveza que recorren esa serie”, en la que bocadillos cubanos, los donuts a los que está enganchado el protagonista y los bistecs casi crudos están a la orden del día.

“Mientras en Hannibal, en The Good Wife o en otras series de clase alta sólo beben vino, en Dexter el ritual es cervecero”, recuerda el experto. “Cada noche, una cerveza en el porche, con su hermana Debra. En Hannibal, en cambio, en la tercera temporada, el psicópata sibarita compra cada semana en la misma tienda de delicatessen unos carísimos vinos italianos”. Resumiendo: la diferencia de clases no solo se come, sino también se bebe.

MAD MEN (2007-2015)

Mariola Cubells responde a nuestra segunda petición confesando de manera apenas enfervorizada su pasión por Mad Men. “¿Por qué? Por que sí. Porque es LA SERIE y en LA SERIE todo es importante”, explica mientras a duras penas consigue parar un momento de lanzarle tangas a John Hamm. “Los negocios durante las comidas, la publicidad de las comidas, el bourbon para soportar la infelicidad, fumar y beber cócteles antes y después de los polvos memorables con Don Drapper” son algunos de los motivos por los que Mariola le da su minipunto.

Mikel ya se marcó hace unos años en Quinta Temporada un menú homenaje a la serie, a base de huevos endemoniados, ensalada césar, pinchos de apio y fudge cake de cacao (convenientemente regado con old fashioned a discreción). Si eso ya lo hicísteis en la segunda temporada y queréis algo más reciente, podéis optar por un festín hawaiano, una fondue o un Galliano, y si sois tan fanáticos como Cubells y necesitáis tener un listado exhaustivo de todo lo que consumen tampoco os apuréis: Bon Appétit ya lo ha hecho por vosotros.

HOUSE OF CARDS (2013-...)

Bob Pop escoge sin dudarlo House of Cards como su otra serie con comida favorita de todos los tiempos. Para Bob “las visitas de Frank Underwood a un local de costillas de barrio a horas intempestivas y en sus mayores momentos de tensión maquiavélica tal vez sean sus únicos instantes humanos, de chuparse los dedos (literalmente) y arremangarse (tal cual)”. Si en ese momento hiciera uno de esos monólogos en los que se pasa por el forro la cuarta pared, posiblemente podríamos notar el matiz ahumado en el aliento del congresista.

Nuestro experto televisivo asegura que “Underwood es un depredador carnívoro al que la salsa barbacoa suaviza. Hasta que nos fijamos más, más cerca, para descubrir que lo que mancha las comisuras de su boca es sangre fresca”, posiblemente de cualquiera que se haya interpuesto entre él y el poder. Si no tenéis ganas de pringaros los dedos con salsa barbacoa podéis optar por un bistec de buey de Nagasaki alimentado con soja como el que Frank tira a una piscina en la segunda temporada, o beber algo de bourbon o simplemente agua limpia (por Clean Water Initiative, la ONG que dirige Claire, su esposa).

ORANGE IS THE NEW BLACK (2013-...)

Cuando estás en la cárcel, aunque sea una tan entretenida como la de Lichfield, es inevitable pasar gran parte del tiempo añorando lo que hacías fuera. Tu vida, tu familia, tu pareja, tus amigos y, por supuesto, tu plato favorito. El momento de comer, incluso entre rejas, es un evento social en el que todo –desde con quién te sientas hasta lo que te sirven– cuenta. Por eso he apostado por Orange is the New Black como serie en la que la comida tiene gran importancia.

Por un cambio en el suministro de alimentos están a un pelo de tener un motín en la cocina, por trabajar en ella hay luchas de poder y algunas reclusas están incluso dispuestas a cambiar de religión por comer bien si es necesario. También trapichean con ramen, montan un restaurante clandestino y fermentan alcohol de alta graduación: a ver quién se atreve a decir que OITNB no es una serie gastronómica. Aunque sus recetas en general no pasarán a la historia, hay que reconocer que los bocaditos de guisantes y Fritos de Chang son toda una oda al genoma de la creatividad culinaria.

¿Cuál es tu serie favorita en la que la comida desempeña un papel importante? Cuéntalo en los comentarios y genéranos a todos nuevas adicciones.

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