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Débito, crédito, ‘revolving’... ¿qué tipo de tarjeta bancaria te conviene más?

Pagar con 'plástico' es fácil pero si no sabes cómo funcionan los cargos y las comisiones puede complicarte la vida

Las tarjetas bancarias son un medio de pago cada vez más común entre los españoles. En 2015 circulaban en España casi 45 millones de tarjetas de crédito (muy cerca del máximo registrado en 2008, antes de la crisis). Solo con respecto a un año antes se registraron 1,6 millones de nuevos plásticos (un 3,7% más que en 2014), según el último informe de la consultora Tecnocom. Ofrecen la seguridad de no tener que llevar encima dinero en efectivo. Pero a veces conllevan el pago de gastos y comisiones. Depende de si son de débito, crédito, prepago o revolving. ¿Qué ventajas y qué desventajas presenta cada una? ¿Sabes cómo estás financiando tus compras?

Débito: mejor control de los gastos

El monto de la operación que se efectúe con la tarjeta de débito (sacar dinero de un cajero, pagar una compra en una tienda, realizar transferencias, o recargar el móvil, entre otras) quedará inmediatamente descontado de la cuenta corriente a la que se encuentre asociada. De ahí que, si no hay fondos suficientes en dicha cuenta, la operación no se pueda llevar a cabo.

Este tipo de tarjetas permite controlar de forma eficaz los gastos y “evita la posibilidad de un exceso de endeudamiento”, subraya la página web Finanzas para todos del Banco de España y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Lo que se puede ver también como una desventaja, puesto que es preciso estar atento y saber los fondos disponibles en cada momento. El banco podría anticipar la cantidad necesaria si en un momento dado no hubiera dinero en la cuenta, especifica el portal, “pero hay que tener en cuenta que los intereses y gastos que se pagan por dejar la cuenta en descubierto pueden llegar a ser muy elevados”.

Crédito: compra ahora, paga algo después

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La tarjeta de crédito funciona como una de débito si hay fondos. Pero permite además realizar operaciones aunque no se tenga en ese momento dinero suficiente en la cuenta asociada o se rpefiera no agotarlo, lo que equivale a un préstamo por parte del banco a su cliente. Es decir, se compra ahora pero se paga después. No es necesariamente el banco en el que se tiene la cuenta asociada quien emite el plástico, sino que se puede contratar también a través de otros establecimientos financieros de crédito o entidades de pago. El dinero concedido a crédito –que no puede superar un límite preestablecido– deberá ser restituido en el plazo previsto por el contrato, usualmente al principio de cada mes. Por ello, es preciso tener dinero suficiente en la cuenta para liquidar la deuda. De lo contrario, junto con el capital prestado en su tiempo, se cargarán también los intereses de demora.

Una de las ventajas más evidentes de este medio de pago es la protección que ofrece frente a las emergencias, puesto que siempre se puede contar con dinero en caso de imprevistos. Ante la aparente sencillez de su funcionamiento, la CNMV advierte, sin embargo, de que se trata de uno de los créditos más caros que existen: intereses, gastos y comisiones en su conjunto (lo que en la jerga bancaria se denomina TAE, Tasa Anual Equivalente) “suele oscilar entre el 11% y el 25%”.

‘Revolving’: cuidado con la deuda

La llamada revolving es otra modalidad en la que se puede dar una tarjeta de crédito. El concepto es el mismo, es decir, el banco ofrece la posibilidad de efectuar operaciones aunque no se tengan fondos, pero deja que el usuario elija qué cantidad quiere abonar cada mes. Una cuota fija o un porcentaje del capital gastado que el cliente puede cambiar, si así lo desea. De esta forma, es posible aplazar el pago como si se tratara de la amortización de un préstamo. Eso sí, esto suele tener como contrapartida la imposición de unos intereses muy altos. Además, la tarjeta revolving tiene un límite de crédito disponible, que se va recargando conforme se consume, pero que conlleva el pago de unos gastos si se supera, lo que puede contribuir al sobreendeudamiento.

Hay que fijarse en que, si la cuota a pagar a cada plazo es pequeña, posiblemente no sea suficiente para cubrir todos los intereses acumulados hasta aquel momento, por lo que la deuda se incrementará, generando nuevos intereses. Puede generar un efecto bola de nieve que al final cree una deuda muy grande. “Por eso es importante controlar la deuda que se acumula en cada liquidación, ya que puede crecer de forma exponencial”, señalan el Banco de España y la CNMV. Y recuerdan que se trata de “un producto complejo que lleva asociado un gran número de reclamaciones”.

Desde la Asociación para la Defensa de Consumidores y Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (Adicae) recuerdan que una sentencia del Tribunal Supremo de 2015 definió los intereses aplicados en el caso de la tarjeta revolving que formaba el objeto del juicio como “de usura”. Por ello, “es preferible utilizar las tarjetas de débito o las tarjetas de crédito estándar, lo que permite afrontar un gasto imprevisto y disponer del dinero durante el plazo acordado sin necesidad de pagar intereses”, remarcan.

Prepago: gastos, solo los previstos

Al extremo opuesto de las revolving, el importe disponible en cada momento en una tarjeta de prepago –normalmente un monto pequeño– es lo que el cliente haya cargado voluntariamente a través de un ingreso por caja o cargo en su cuenta. El importe total disponible disminuye según el usuario efectúa los pagos. Una vez agotado, el cliente puede recargar. Las ventajas y las desventajas de este tipo de tarjeta son muy parecidas a las que están asociadas a las tarjetas de débito. Pero tiene una ventaja más: solo dispone de la cantidad que previamente se ha ingresado en ella, por lo que puede ser útil para realizar pagos con un riesgo mínimo on line.

De hecho, este medio de pago puede también ser virtual: en este caso, en lugar de una tarjeta física, de plástico, se tratará de un número, una clave PIN, un código CVV y una fecha de caducidad, y solo se podrá utilizar para pagos en Internet. “Las tarjetas virtuales, al ser de prepago, ofrecen mayor seguridad que una tarjeta de crédito o débito normal, ya que en caso de sustracción de los datos de la tarjeta, nadie podrá sobrepasar el límite”, destaca la página web Finanzas para todos.

Tarjetas sí, pero con cabeza

"Siempre que contrates una tarjeta, infórmate bien de los intereses y el método de pago", aconsejan el Banco de España y la Comisión del Mercado de Valores (CNMV) en su página web Finanzas para todos. En el caso de querer contratar una tarjeta revolving, a la hora de elegir la cuota a abonar, convendrá calcular cuánto tiempo se tarda en devolver el dinero. Si se fija un porcentaje muy pequeño, el riesgo es que se eternice el plazo de vencimiento y encarece de forma importante la financiación. "Úsala con moderación y lleva un control de lo que te vas gastando", subrayan, al mismo tiempo que señalan: "No te dejes deslumbrar por los descuentos que te ofrece una tarjeta y lee siempre la letra pequeña de sus condiciones". Si la cuantía a financiar es elevada, prosigue esta página web, hay que mirar otras opciones más baratas de contraer deuda, por ejemplo "un préstamo personal, cuyos intereses son muy inferiores a los de las tarjetas revolving".

"Siempre recomendamos un uso responsable y crítico de las tarjetas, y más ahora que se han convertido en un arma de la banca para generar ingresos", añaden desde la Asociación para la Defensa de Consumidores y Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (Adicae). Si por un lado aconsejan "huir totalmente" de la modalidad revolving de las tarjetas, por el otro insisten en que sea "el usuario quien decida qué, cuándo y cómo utilizar las tarjetas, que analice, compare y se asesore con organizaciones especializadas que le defiende", antes de decantarse por una u otra solución.

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