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El Ibex cae un 8% en agosto, su peor mes en más de tres años

Las dudas sobre la segunda economía mundial, China, lastran al principal índice español

Ignacio Fariza
Un inversor observa un panel de cotizaciones en Tokio (Japón).
Un inversor observa un panel de cotizaciones en Tokio (Japón).AP

Agosto de 2015 ya se ha hecho un hueco como uno de los más aciagos para las Bolsas. Las dudas sobre la situación real de la economía china, tras más de tres décadas de crecimiento ininterrumpido, y la incertidumbre sobre la subida de tipos en EE UU arrastraron a los principales índices. Las subidas registradas en el último año se borraron de un plumazo de los parqués europeos, que recordaron que las alzas iniciadas hace tres años con el apoyo del Banco Central Europeo tienen límite. En línea con lo ocurrido en el resto de Europa, el Ibex se ha dejado un 8,24%, su mayor caída desde mayo de 2012 cuando España negociaba el rescate financiero.

El verano siempre es terreno fértil para los terremotos bursátiles, con volúmenes de negociación bajos, pero para observar un seísmo bursátil equiparable al de este agosto hay que remontarse hasta hace más de tres años. La zozobra China llevaba semanas planeando sobre las Bolsas, pero la bomba explotó definitivamente el lunes pasado. A dos horas del cierre el Ibex llegó a retroceder más del 7%, en línea con los dos principales índices europeos, y los parqués asiáticos cayeron a plomo. Con el año 2008 —el del estallido de la peor crisis económica en casi un siglo— en la cabeza de todos, saltaron todas las alarmas: de golpe los inversores parecían haberse dado cuenta de que la segunda economía mundial no carburaba como se presumía y de que las Bolsas del gigante asiático no funcionan si su Gobierno deja de comprar acciones.

“Por alguna razón, de repente los inversores se volvieron demasiado temerosos de los riesgos globales”, explica Guillermo Hernández, jefe de trading de la gestora de activos alemana Manfred Pionkte, por correo electrónico. Excesivo o no, el desasosiego de los mercados ha quedado más que patente en el mes recién terminado y, algo quizá peor, las caídas han recordado a los inversores que la volatilidad extrema sigue siendo un escenario posible.

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De entre los grandes índices del Viejo Continente, el DAX alemán fue el más golpeado en agosto, con una caída del 9,28%, fuertemente lastrado por el sector que más ha sufrido los embates de la economía china: las grandes compañías automovilísticas. El CAC francés retrocedió, por su parte, un 8,47%. En ambos casos, para dar con desplomes mensuales superiores hay que remontarse al mismo mes de 2011, cuando todas las miradas se centraban en la maltrecha banca europea. El coste de las coberturas frente a caídas en los parqués europeos se ha disparado en un 50%, según datos de Bloomberg, y en las principales plazas europeas predominan las apuestas bajistas.

Para entender la reaparición de las dudas entre los inversores hay que mirar a China: en agosto el índice de Shanghái, el mayor del país, se ha dejado un 12,5%, una caída que se suma al desplome del 14,3% de julio; la producción industrial y las exportaciones siguen cayendo y ya son mayoría las casas de análisis que ponen en cuarentena de las cifras oficiales de crecimiento que ofrece el Gobierno —Pekín sigue previendo una expansión del 7% para este año— y rebajan su pronóstico hasta casi la mitad.

Pese a la incertidumbre, Hernández avisa del error de caer en catastrofismos. “Habrá más correcciones en China y, a corto plazo, la volatilidad continuará. Pero los escenarios de final del mundo son exagerados”, concluye.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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