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El imperio global del maíz mexicano

Gruma es el rey del "nixtamal" y sus marcas llegan a 113 países de cuatro continentes

David Marcial Pérez
Una trabajadora vuelca harina en una fábrica del grupo Gruma.
Una trabajadora vuelca harina en una fábrica del grupo Gruma.

En náhuatl, la lengua del pueblo indígena mexica, la palabra nixtamal significa polvos de cal y masa de maíz cocido. Así es la mezcla que desde hace más de 5.000 años convierte los granos de maíz en harina, la base de la pirámide alimenticia en gran parte de Latinoamérica. Y esta fórmula ancestral es también, trasladada a la lógica industrial, el origen del éxito de Gruma, una empresa mexicana que pasó de tener una pequeña planta nixtamalizadora al norte del país, a convertirse en la multinacional líder de su sector con presencia en 113 países, cuatro continentes, más de 20.000 empleados y una facturación el año pasado de 835 millones de dólares.

Tortillas, tamales, humitas, arepas. Todas son criaturas de harina de maíz, una materia prima en la que Roberto González Barrera, hijo de una familia de pequeños propietarios del Estado mexicano de Nuevo León, se sumergió a finales de la década de los cuarenta. El resultado de pasar la receta por la fábrica fue la creación de la marca de harinas Maseca, hoy día la más popular en México. La primera aventura internacional, a mediados de los 70, fue a Costa Rica, donde además de la producción, pusieron en marcha toda una cadena de logística y distribución. Antes de terminar la década ya habían aterrizado en EE UU, concretamente en California y Texas, antiguo territorio mexicano y ya entonces destino de millones de emigrantes. El vecino del norte, donde hoy viven más de 50 millones de latinoamericanos, supuso el año pasado cerca de la mitad de la facturación y del Ebitda (130 millones de dólares). Ambos apartados crecieron un 5% y 9% respectivamente el año pasado.

La expansión siguió por Centroamérica (Guatemala, Salvador, Honduras, Nicaragua) y bajó hasta Venezuela. A mediados de los noventa las acciones de Gruma ya rodaban por el parqué de la Bolsa de Nueva York (NYSE), siguiendo los pasos del mercado de valores en México (BMV). Al cierre de 2014, las acciones de Gruma registraron el mejor rendimiento anual de entre todos los títulos de la Bolsa mexicana, al acumular una subida del 54,6%. El avance en los últimos cuatro años y medio es aún más vigoroso: un 786% desde comienzos de 2011 hasta finales de marzo. La capitalización bursátil de la compañía es de 5.600 millones de dólares.

Los resultados del año pasado le han valido los elogios de los analistas internacionales. Recientemente, la calificadora Standard & Poor’s aupó su calificación crediticia. Mucha incidencia han tenido dos factores externos: la bajada del precio del maíz (más de un 30% en los últimos dos años) y la apreciación del dólar desde que a finales del año pasado la Reserva Federal abriera la puerta a una subida de tipos.

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Pero la buena senda es, además, resultado de un cambio en la dirección y en la gestión de la empresa. La muerte en 2012 del fundador de Gruma y patriarca de la familia, Roberto González Barrera, supuso un cambio de paradigma. Bajo el mando de Don Maseco, como era popularmente conocido, el maíz americano viajó al Reino Unido, que se convertiría en la pasarela de entrada a Europa. La empresa apostó entonces por modalidades muy del gusto anglosajón como la pita, el naan (pan árabe), o el wrap, que no deja de ser la tortilla de trigo de un burrito. La expansión siguió en Asia y Australia.

“Los herederos empezaron a cuestionar el estilo del padre y a enfrentar varios problemas que tenía la compañía. Se modificó el modelo de crecimiento de la empresa y se concentraron las energías en reducir los problemas de endeudamiento que se venían arrastrando desde hacía años por haber jugado con el tipo de cambio”, explica Gaspar Quijano, subdirector de análisis de la firma Vector.

El relevo tomado por Juan Antonio González Moreno, uno de los hijos, significó un golpe de timón. A finales de 2012 comenzó una nueva ruta marcada por el cierre de 600 marcas, un recorte de 1.400 empleados (16% del total) y la compra del paquete accionarial en manos de la estadounidense Archer Daniels por 450 millones de dólares. “Nos enfocamos en los negocios base de Gruma, que son aquellos en los que cuenta con claras ventajas competitivas, liderazgo en el mercado y marcas reconocidas”, subrayó González Moreno en una reciente entrevista para CNN Expansión.

La carga de la deuda, una de las piedras en el zapato durante la gestión anterior, se redujo notablemente el año pasado (un 34% menos) tras culminar con éxito un duro proceso de reestructuración. A cierre de 2014 supone una cuarta parte de los activos totales de la compañía.

Ese enfoque en los principios fundamentales, es decir, el maíz, y el desendeudamiento estuvieron entre los factores que llevaron a S&P a mejorar la nota de la empresa. En 2014, tras siete ejercicios en blanco, Gruma volvió a repartir dividendos entre sus accionistas.

La empresa ha marcado el acento en la expansión internacional, tanto a través de crecimiento orgánico como de adquisiciones, primando la rentabilidad de sus territorios ya conquistados, principalmente en Estados Unidos, Europa y Asia. En España, se ha hecho con una fuerte posición en el mercado de tortillas, totopos y salsas mexicanas, tras adquirir Mexifoods por 15 millones de dólares, y, el pasado marzo, con Fat Taco y Azteca Foods por 48 millones de dólares.

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Sobre la firma

David Marcial Pérez
Reportero en la oficina de Ciudad de México. Está especializado en temas políticos, económicos y culturales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en El País. Antes trabajó en Cinco Días y Cadena Ser. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y máster en periodismo de El País y en Literatura Comparada por la UNED.

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