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Jugando a conseguir mecenas

Un juego de mesa se inspira en la financiación colectiva por Internet

Francisco Gallego posa con las cartas de uno de sus juegos.
Francisco Gallego posa con las cartas de uno de sus juegos.Consuelo Bautista

El tablero es parecido al del Monopoly. Las fichas van avanzando por los bordes mientras los jugadores dibujan su suerte de acuerdo a las cartas que les depara el montón. Pero no gana el que se hace más rico, sino el que consigue financiación. Esa es la premisa de Crowdfunding, el juego: versión Verkami, el primer juego de mesa que invita a sus participantes a lanzar un proyecto, planear una campaña de financiación colectiva y probar que pueden recaudar el dinero que necesitan en 40 días. Exactamente igual a las campañas que se han popularizado en Internet.

Y no había otra manera de lanzarlo al mercado que a través de un crowdfunding en la web. El creador de Monopoly desarrolló la idea de su famoso juego porque no tenía trabajo, y prácticamente ganó la lotería con él. Francisco Gallego, la mente detrás de este juego, tiene dos trabajos, y para demostrar que los tiempos han cambiado, no tiene planes de dejar ninguno. Ni el de la fábrica de globos de agua ni el de pinchadiscos. Pero no es porque el juego no tenga éxito. Esta campaña empezó el 13 de julio con una meta de 4.500 euros y recaudó 7.253 euros, de más de 200 mecenas. La idea se le ocurrió después de asistir a una convención de juegos en Alemania y sentir que no había nada realmente nuevo. Así que se animó a hacer algo diferente y empezó a desarrollar su idea para Crowdfunding en el avión de vuelta a casa.

Francisco Gallego se autodefine como un "diseñador de juegos"

No era la primera vez que Pak —su nombre en la Red— se animaba a ello. En 2013 consiguió sacar adelante Guerra de mitos, un juego de cartas mitológicas hoy popular en Internet. Esa fue su primera experiencia exitosa en Verkami, la plataforma en la luego lanzaría Crowdfunding, lo que convierte a Pak en una especie de experto en el tema. Al menos así lo llaman en Verkami, donde lo han contratado como asesor para los nuevos creadores. Su tercer trabajo.

Adrià Sala, de 26 años, creó la página con su hermano Jonàs, de 30, y su padre Joan, de 55, en diciembre de 2010. Hasta ahora, un 73% de los proyectos promocionados allí han logrado su meta (al menos 2.400), y se han recaudado 11,5 millones de euros en total. “Es gracias al asesoramiento”, cuenta Adrià. Lo dice por sus “expertos”: Aritz Cirbián, en cine; Astrid García, para proyectos de música, y Pak, que ayuda a muchos de los 73 proyectos de juego que hay actualmente en la página. “El diálogo con nuestros creadores es continuo”, agrega Sala.

Lo confirma Carlos Rodríguez, mejor conocido como Lucreativo. Él superó su meta de 3.000 euros para publicar su Ilustre diario el 19 de julio, y su estilo llamó la atención de los Sala, que lo pusieron en contacto con Pak. “Mi perfil encajaba con lo que él quería hacer, porque yo dibujo la realidad de lo que puede salir mal cuando estás creando algo”, dice el dibujante. Sus imágenes fueron el último ingrediente para hacer que Crowdfunding, el juego, fuera lo más cercano a la realidad.

El único detalle es que los 40 días de campaña en el juego son casillas. Cada jugador tiene su ficha de personaje escogida al azar (como la de teatrero o la del activista), su carta de proyecto (una película o un cómic, quizás) y da un paso a la vez, buscando interesados en su proyecto, contactando con los medios y tomando cartas al azar para descubrir que debe asistir a un compromiso social (y quizás lograr unos 200 euros) o que le toca día festivo (y no puede hacer absolutamente nada).

En diciembre publicará un nuevo mazo para su primer juego de cartas, 'Guerra de Mitos'

El juego en sí parece ser una motivación para ese grupo de personas que se ha acostumbrado a la idea de la financiación colectiva. “En Verkami hay más de 250.000 micromecenas, y más del 40% han aportado a más de un proyecto. La comunidad ahora es real”, asegura Adrià. El mismo Pak cuenta que puede gastar hasta 100 euros al mes en donaciones. Y no, a ninguno le preocupa la resonada ley que regula su crowdfunding. “Me parece mal que ponga un límite a quien quiere invertir, pero no afecta lo que yo hago”, opina Pak, pues sus proyectos culturales se basan más en un sistema de recompensas para el donante que en uno de inversión empresarial, y buscan cantidades pequeñas de dinero

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