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Dos víctimas de ETA, en la comisión para crear el centro de la memoria

El País

Dos víctimas de ETA formarán parte de la comisión bilateral para la creación de un Centro de la Memoria en recuerdo precisamente de quienes sufrieron el ataque del terrorismo y que se constituye formalmente hoy. Por el Gobierno vasco estarán Maixabel Lasa, responsable de la Dirección de Atención a las Víctimas de este Ejecutivo y viuda del ex subdelegado del Gobierno en el País Vasco, Juan María Jáuregui, y la viceconsejera de Interior, Nélida Santos Díaz. Por el Gobierno central estará presente Teresa Díaz Bada, la hija del superintendente de la Ertzaintza Carlos Díaz Arcocha, asesinado por ETA en 1985.

La puesta en marcha de este centro fue sustanciado durante la visita a Euskadi, el pasado 24 de enero, del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, que firmó un protocolo con Rodolfo Ares, en el Palacio de Artaza, en Bizkaia, para la creación de este centro en memoria de las víctimas. En el protocolo se explicaba que la comisión encargada de este proyecto estará constituida por cuatro miembros, dos de cada institución gubernamental, y estará presidida por uno de los miembros designados por el Ministerio de Interior.

Plan de trabajo

En un plazo no superior a seis meses, esta comisión deberá remitir su propuesta a ambos Ejecutivos, que han acordado "desarrollar una actuación de colaboración mutua" para elaborar el proyecto. En su primer encuentro, pondrá encima de la mesa "los pasos" a abordar.

El Centro de Víctimas del Terrorismo pretende "preservar y difundir los valores democráticos y éticos que encarnan las víctimas del terrorismo, construir la memoria colectiva de las víctimas y concienciar al conjunto de la población para la defensa de la libertad, los derechos humanos y contra el terrorismo".

Según recoge Europa Press, los Gobiernos vasco y central asumieron, con este protocolo, "la singular trascendencia que, de cara a asentar y fortalecer en el futuro una convivencia en paz y libertad, tiene el mantenimiento de una memoria compartida que evite justificaciones imposibles de la violencia y el terrorismo y que no diluya responsabilidades". A su juicio, hay que "nutrir de nervio moral a las generaciones futuras vacunándolas contra el terror y la violencia" y apuntan que "dejar atrás el pasado, no quiere decir olvido".

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