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GLENSTRATA | Laboratorio de ideas

Fusión en la mina

Es muy fácil entusiasmarse con Glenstrata, como algunos llaman al resultado de la posible fusión de la empresa comerciante-minera Glencore y la minera Xstrata. Sería un acuerdo bastante importante, aun cuando la capitalización bursátil de la nueva empresa fuese más pequeña que la de Facebook. Pero el acuerdo no cambiaría mucho las cosas (y eso no hace más que ilustrar la gravedad de los desafíos a los que se enfrenta el sector).

Sin duda, Glenstrata se uniría al club de élite de BHP Billiton, Río Tinto y Vale, y aportaría una gran operación comercial a ese grupo por primera vez. Eso es un cambio, pero no tan grande, especialmente cuando las dos empresas están ya estrechamente vinculadas. Xstrata fue una escisión de Glencore, que todavía posee el 34% de su vecina suiza y tiene contratos para comercializar gran parte de su producción.

Pero el tamaño no importa realmente cuando se trata de los tres grandes problemas a los que se enfrentan las empresas mineras occidentales.

El primero es el superciclo, los años de precios y beneficios altos para todas las compañías. Nadie sabe cuánto durará lo bueno, pero se acabará como consecuencia de una combinación de crecimiento económico más lento en Asia, mayores inversiones en las minas y una política monetaria más estricta. La concentración del sector es bastante irrelevante, dado este contexto.

El segundo es la posible respuesta de los clientes asiáticos a los precios altos. De momento, se han esforzado relativamente poco por hacerse un hueco, pero la amenaza de que los chinos, sobrados de efectivo, intenten controlar más producción debería poner a las empresas mineras occidentales muy nerviosas. El tamaño les ofrece poca protección frente a un intento concertado por parte de los clientes de fijar los precios en lugar de limitarse a aceptarlos.

Luego está el nacionalismo de los recursos, el deseo de los Gobiernos de controlar el sector y tener una mayor participación en esos precios altos. Esa fuerza le ha puesto la zancadilla a compañías no estatales de todo el mundo, desde Canadá hasta Australia, por no mencionar Chile y Brasil. Una vez más, las grandes empresas mineras apenas están mejor preparadas que las pequeñas para contraatacar.

Si Glenstrata se convierte en una realidad, se beneficiará del superciclo. Eso es estupendo para quienquiera que dirija la nueva empresa, pero no debería pensar que el tamaño aporta seguridad.

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