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Multiplicando el sujeto

Los nuevos tiempos refuerzan nuevas estéticas y narrativas para el documental musical. Se trata de explicitar hechos vinculados a la realidad del sujeto del documental, abordados con una estructura narrativa que escapa al modelo del documental canónico. No es un hecho rigurosamente novedoso, pues por ejemplo el sensacional Let's get lost ya abría la espita de la imaginación para fijar en la memoria la imagen autodestruida de Chet Baker, enmarcada en un majestuoso blanco y negro de encuadres maravillosos que respondía al punto de vista de su director, el fotógrafo Bruce Weber. Pero lo que comienza a menudear es la intención no tanto de narrar vida y milagros profesionales de un artista o corriente musical como de encontrar otros elementos que ayuden a entender y contextualizar al protagonista. Así el documental ofrece más de una lectura, ampliando los ángulos de aproximación al protagonista. Hay muchos ejemplos. Como muestra Talihina sky, documental recientemente editado en España sobre los Kings Of Leon, un grupo anecdótico. Por el contrario, la pieza no lo es, pues lejos de la hagiografía al uso, plantea una inmersión en el mundo familiar de los miembros del grupo, descubriéndose un ámbito rural de paletos integristas, borrachos y nacionalistas dominados por principios propios del Tea Party. De igual manera, el documental sobre Michel Petrucciani de título homónimo no habla tanto del genial pianista prisionero en un cuerpo deforme como de quien superó las limitaciones propias de ese cuerpo hasta el extremo de convertirlo, casi, en anécdota. Otro ejemplo reciente sería Last days here, la espeluznante redención de Bobby Liebling, un deshecho humano que se ha tirado más de 20 años dándole al crack y la heroína en el sótano de casa de sus octogenarios padres. Que al espectador le interese o no la música de Pentagram, el grupo de Bobby, es completamente irrelevante. De igual manera disfrutará un cinéfilo de piezas como About a son o Color Me Obsessed, obras sobre Kurt Cobain y The Replacements, respectivamente, en las que se plantean desafíos formales y de contenido. Se podría decir lo mismo de High on hope, documento de primera mano sobre el inicio de las raves en Blackburn que en realidad habla de cómo los jóvenes de la época organizaron su ocio cuando el que les ofrecían no era de su agrado. No es así "sólo" un documental sobre el nacimiento de las raves, sino sobre la capacidad de autoorganización juvenil, del do it yourself desvinculado de la estética punk. En suma, a medida que prolifera, el documental musical busca cada vez con más ahínco multiplicar sus sujetos y ampliar sus recursos narrativos.

Luis Hidalgo es director artístico del In Edit Beefeater (Festival Internacional de Cine Documental Musical). www.in-edit.beefeater.es.

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