_
_
_
_
_
Tribuna:Laboratorio de ideas
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nuevo Gobierno, mismos problemas

Como algunos recordarán, el año 2011 lo inicié con un artículo titulado Nuevo año, mismos problemas. Al iniciarse 2012, podría repetirse el título con la única diferencia de que el Gobierno ha cambiado de signo. Los problemas son los mismos: continúa la inestabilidad de los mercados internacionales, los problemas de financiación pública y privada, el elevado desempleo y los problemas de competitividad del modelo productivo español. Las soluciones también: ajustes y reformas estructurales.

Algunas voces señalan como un error el objetivo prioritario de reducción del déficit exigido y acordado por la Unión Europea, con las consiguientes recetas de ajustes en los gastos por considerar que esto llevará a una mayor contracción de la demanda y, por tanto, a un menor crecimiento, incluso depresión de la economía.

Ahora le toca al nuevo Ejecutivo aplicar mayores ajustes y subir impuestos pese a las promesas hechas

Aunque el razonamiento económico es correcto, lo cierto es que dentro de la UE y la zona del euro no es posible hacer otra cosa, como ya demostró José Luis Rodríguez Zapatero al tomar las primeras medidas de ajuste que probablemente le llevaron a la pérdida del poder en las últimas elecciones. Ahora le toca al nuevo Gobierno aplicar mayores ajustes, especialmente en las comunidades autónomas, y subir los impuestos a pesar de sus promesas electorales de no hacerlo. Pero donde puede avanzarse en este 2012 es en realizar y aplicar las ya manidas reformas estructurales.

Repasemos esas reformas. El Gobierno ha hablado de establecer con rapidez la reforma laboral. Pero no es la rapidez lo más importante. Es necesario que, de una vez, sea una reforma decidida y adecuada para transformar el mercado laboral actual de dualidad entre trabajadores con todos los derechos -a veces excesivos- y los trabajadores en condiciones precarias. Durante la expansión se crearon muchos de estos empleos que la crisis ha destruido rápidamente. En España, algunos economistas, con la ayuda de Fedea, abogan por el contrato único con menores indemnizaciones para los despidos, entendiéndose que es para los nuevos contratos. El objetivo es facilitar la contratación fija sin los elevados costes actuales y así evitar la elevada dualidad actual del mercado laboral español. Sin embargo, no debe olvidarse la necesidad de la contratación temporal y la contratación a tiempo parcial aplicados adecuadamente a las circunstancias reales del trabajo realizado, persiguiendo las prácticas ilegales, cuando se trata en realidad de trabajos continuos. La reforma laboral por sí sola no creará empleo, pero sí puede poner las condiciones para crearlo en el momento en el que se inicie la recuperación. Existen ejemplos en otros países europeos con mercados laborales que a pesar de la crisis no han destruido empleo en la proporción que se ha hecho en España.

La reforma del sistema financiero debe continuar y terminarse. El sistema que ha sido válido en la fase expansiva del crecimiento no es adecuado en momentos de austeridad y de escasez financiera. Los problemas no están solo en su estructura, ni se van a solucionar cuando se termine el proceso de reducción de instituciones. Tendrán que aplicarse modelos de control e inspección más eficaces, sobre todo en lo relativo a los productos financieros que tanto daño han hecho durante este periodo. También sería conveniente evitar copiar los modelos de gestión americanos, aunque en esto poco pueden hacer los Gobiernos individualmente y tendrían que ser decisiones a nivel de la UE o, al menos, de la Unión Monetaria.

En cuanto al déficit de las comunidades autónomas, se va a implantar su control con mayor rigor y las más endeudadas ya están aplicando dolorosos ajustes en sus trabajadores para su reducción. Pero habría que exigir racionalidad en esos ajustes, mejorar la gestión y desechar la corrupción. En el futuro, de nada servirá reducir los gastos si se perjudica la productividad de los servicios públicos. Hay que evitar las duplicidades entre Administraciones. En cuanto a la Administración central, España se señala como uno de los países con mayores dificultades administrativas y mayores costes para la creación de empresas. Existen proyectos para la llamada "Administración única", que facilitaría y abarataría estos proyectos. Se trata de implantarlos y hacerlos funcionar adecuadamente.

En conclusión, tenemos por delante un año difícil que habría que aprovecharlo. En el comienzo de 2011 decía: "Por las últimas declaraciones del Gobierno, parece que ya están convencidos de la necesidad de esas reformas, pero ahora toca demostrarlo. No solo hay que rematar la reforma laboral y seguir adelante con la reforma del sistema de pensiones. Es urgente la reforma de las Administraciones públicas ajustando el coste de la Administración y del llamado Estado de bienestar a las posibilidades reales de la economía española para hacerla más competitiva y permitir un crecimiento sostenible con creación de empleo. Este debe ser el objetivo final aunque no pueda conseguirse en el corto plazo". Estamos igual pero con otro Gobierno, lo que significa una nueva oportunidad.

Carmen Alcaide es analista y expresidenta del INE.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_