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Reportaje:MÚSICA | DISCOS

El repiqueteo que no cesa

Alan Stivell es al arpa céltica lo que Paddy Moloney a las uileann pipes irlandesas, Ravi Shankar al sitar indio o Djivan Gasparyan al duduk armenio: no tanto una institución en el instrumento como un sinónimo, su encarnación misma. Nada en el resurgir de los sonidos celtas durante las cuatro últimas décadas habría sido lo mismo sin el concurso de este bretón de 68 años recién cumplidos, innovador vocacional desde el mismo momento en que decidió designar su tercer lanzamiento discográfico, en 1971, con un título tan sintomático como Renaissance de la harpe celtique. Ocho lustros y 20 álbumes después, el hijo de Georges Cochevelou sigue ejerciendo de referente entre las generaciones jóvenes y ha decidido poner en marcha un ambicioso plan para reeditar su discografía íntegra en versiones embellecidas y remasterizadas. La distribuidora Karonte ha colocado ya en las tiendas españolas los nueve primeros títulos de esta colección, que abarcan desde Dublin Live (1975) a Back to Breizh (2000) y no parecen seguir ningún orden específico. Entre los trabajos agraciados con esta actualización (casi todos muy difíciles de encontrar en España hasta este momento) destacan Symphonie celtique-Tir na nog (1979), el primer gran proyecto para integrar el lenguaje sinfónico con los instrumentos acústicos de la tradición bretona, y que sirvió como emblema para el mítico Festival de Lorient; Again (1993), donde aparecían las voces de Shane McGowan y Kate Bush, o el ambicioso 1 douar (1998), en el que, a la manera de los Chieftains, convocaba a una impactante nómina de colaboradores multiculturales, desde Youssou N'Dour a Khaled, John Cale o Jim Kerr, el vocalista de Simple Minds.

La figura paterna resultó fundamental en el crecimiento del joven Alan. Georges Cochevelou trabajaba como asistente del ministro de Finanzas francés, pero sus auténticas obsesiones eran la historia celta y la resurrección del arpa tradicional. El vástago no solo estudió arpa, mitología y lengua bretona para empezar a ofrecer recitales a partir de los nueve años; además, decidió adoptar el apellido artístico de Stivell, que en bretón significa "fuente" o "primavera". Su ascendente en todos estos años ha sido colosal, como puede comprobarse en los títulos ya aludidos o en otros también rescatados en esta primera hornada de reediciones: en particular, Legend (1983), Brian Boru (1995) o esa aproximación al etnotecno que fue Back to Breizh, en 2000. Porque, lejos de conformarse con la dimensión más etnográfica de su talento, Stivell siempre apostó por integrar nuevos lenguajes: sentó ciertas bases de la world music quince años antes de que ese término se inventara, integró las guitarras eléctricas como solo Fairport Convention habían sabido hacer en el caso del folclor británico y mejoró las prestaciones sonoras del arpa con diversos prototipos e innovaciones. La huella de su magisterio es también palpable en tierras peninsulares. Antón Seoane y Rodrigo Romaní fundaron en 1978 los seminales Milladoiro a partir de los sonidos de la zanfona y el arpa, mientras que Quico Comesaña, integrante de Berrogüetto, aún hoy menciona Renaissance... entre los cuatro o cinco discos que salvaría de una inundación (su compañero de filas Quim Farinha prefiere Symphonie celtique). En cualquiera de los casos, los amantes de las melodías ensoñadoras, el contacto con la naturaleza agreste y las utopías de la hermandad universal, tan características del ideario celta, disfrutarán muy especialmente con estas primeras nueve entregas de un Stivell que, cerca ya de la condición de septuagenario, sigue muy puesto al día.

La reedición de los discos de Alan Stivell se publica en Membran / Karonte.

Alan Stivell, en 2010.
Alan Stivell, en 2010.LANCELOT FREDERIC / SIPA / CORDON PRESS

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