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Toma de posesión del Gobierno de Rajoy

Rajoy delega en Santamaría el poder al cederle también el control del CNI

Guindos, Gallardón y Fernández alaban lo hecho en Economía, Justicia e Interior

Carlos E. Cué

Mariano Rajoy ratificó ayer con algo más que un gesto su decisión de acumular un poder inédito en democracia en manos de su vicepresidenta única, Soraya Sáenz de Santamaría. Ya le había encargado toda la coordinación política, había diseñado con ella el dibujo del Ejecutivo y ayer situó bajo su mando el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), desde siempre en el Ministerio de Defensa. Sáenz de Santamaria, la ministra más joven del Gobierno y la que más poder atesora, se encargará de un organismo estratégico para el Estado y de gestión delicada.

Sáenz de Santamaría ya ha colocado en el Gobierno a algunos de sus fieles, en especial a Fátima Báñez en la cartera de Empleo. Y tendrá mucha mano en los escalones por debajo, que en la tarde de ayer discutió con Rajoy. De momento, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes será José Luis Ayllón, su mano derecha hasta ahora en el Congreso. Y habrá otros puestos clave que ella controle. Aunque Rajoy tendrá su propio equipo, como todos los presidentes. Y lo dirigirá Jorge Moragas, que será nombrado hoy jefe de gabinete con rango de secretario de Estado.

Todo son llamadas al diálogo y reconocimiento al Gobierno saliente
El Consejo de Ministros de hoy será técnico, sin decisiones clave
Moragas será el jefe de gabinete de Rajoy con rango de secretario de Estado
La vicepresidenta ya ha colocado en el Ejecutivo a algunos de sus fieles
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El Gobierno de Rajoy empezó ayer así su andadura con una estrategia muy calculada. Tiene ante sí la pésima situación económica que se augura para 2012. Y en esas condiciones de máxima dificultad, los ministros tomaron ayer posesión de sus cargos con una especie de consigna unánime: todo son llamadas al diálogo, la unidad, e incluso reconocimientos expresos y no solo protocolarios al Gobierno saliente. No se quieren levantar alfombras ni mirar atrás. No hay tiempo.

El giro de 180 grados que se ha producido entre la actitud en la oposición y en el Gobierno tanto de Mariano Rajoy como de su equipo de fieles, ya empezó a verse en el debate de investidura, en el que se evitó las críticas al anterior Ejecutivo. Pero ese estilo se consolidó ayer con algo más que palabras amables.

Varios ministros no solo reconocieron la labor de sus antecesores, presentes en las tomas de posesión, sino que lanzaron mensajes políticos de fondo. Especialmente llamativo fue el de Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior. En la oposición, el Grupo Parlamentario del PP, dirigido por Soraya Sáenz de Santamaría, se lanzó cada semana a la yugular del exministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, no solo por el caso Faisán. Le acusaron de todo tipo de componendas con ETA, lanzaron sospechas de connivencia y criticaron con gran dureza su papel en la última negociación con la banda terrorista. Ayer, Fernández, aunque Rubalcaba ya no es ministro, dijo que Interior "nunca ha bajado la guardia" en la lucha contra ETA y tampoco lo hará con él al frente. En un primer guiño al discurso clásico del PP, dijo que la banda tiene que disolverse e hizo un recordatorio a las víctimas del terrorismo, pero además lanzó un mensaje que parecía pensado para contestar al sector duro del partido, que se molestó porque Rajoy dijera que el último comunicado de ETA era una "buena noticia". El nuevo ministro abundó en esa tesis: "Es razonable que nos alegremos porque la banda diga que deja definitivamente las armas".

Ese tono se siguió ayer en otras tomas de posesión. Fue una auténtica estrategia política. Rajoy sabe que la crisis va a durar, que sus medidas de recortes para rebajar el déficit van a llevar a España a una situación aún más difícil, y quiere entrar con buen pie y alargar lo más posible el momento en que empiecen los enfrentamientos.

También Luis de Guindos, nuevo ministro de Economía, tuvo palabras amables para su antecesora, Elena Salgado. Cada semana, el PP le responsabilizaba de la crisis y le acusaba de no tomar las medidas adecuadas. Los populares rechazaron la mayoría de esas medidas. Sin embargo, el propio Rajoy admitió que no va a rectificar las principales, como dejar la edad de la jubilación a los 67 años, el recorte de sueldo de los funcionarios o la subida del IVA. De Guindos dijo ayer que a Salgado "le ha tocado bailar con el más feo" y prometió que la llamará esta semana porque le "interesa mucho" su opinión.

Fue muy similar a los halagos a la moderación que le propinó el nuevo titular de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, a su predecesor, Francisco Caamaño.

Una de las claves políticas del Gobierno, la que más se comentó ayer en círculos políticos, es precisamente su estructura. Por primera vez desde los 80 no hay vicepresidencia económica. Diversos dirigentes del PP analizaban que Rajoy ha optado por esta vía por varios motivos. Uno, para evitar colocar a De Guindos por encima de Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda. El primero tiene que negociar con Europa y el segundo con las autonomías. Tener un jefe por encima dificultaría esa tarea. Rajoy ha optado por ser él en la práctica el que ocupe ese puesto al presidir la Comisión Delegada de Asuntos Económicos. Muchos dirigentes dan por hecho que habrá conflictos De Guindos-Montoro que Rajoy tendrá que resolver.

El Consejo de Ministros de hoy será así técnico, sin decisiones clave más que unos pocos nombramientos. Las primeras medidas, como el sueldo de los funcionarios, se fijarán el 30 de diciembre.

Ramón Jáuregui entrega la cartera ministerial a Soraya Sáenz de Santamaría en presencia de Rajoy.
Ramón Jáuregui entrega la cartera ministerial a Soraya Sáenz de Santamaría en presencia de Rajoy.GORKA LEJARCEGI

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