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Crítica:DORMIR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Desayuno panorámico

LA FONDA, un hotel con el sello de César Manrique en Benalmádena

César Manrique recibió en Benalmádena el encargo inaudito de interpretar la ladera como una erupción volcánica de luz, tierra y mar. Aquello no se parecía ni en pintura a su Lanzarote natal, pero el descuelgue abrupto de la montaña le inspiró -además de un edificio- unos jardines con vistas que perpetúan su memoria en la Costa del Sol. La Fonda nace en el año 1985 como un intento del Ayuntamiento por devolver a este pueblo blanco el protagonismo que la franja litoral le sustrajo desde el boom turístico. Es parte del consorcio que forman la Escuela de Hostelería de Benalmádena y el restaurante La Cónsula, en las afueras de Churriana, donde Hemingway escribió algunas de sus obras.

LA FONDA

PUNTUACIÓN: 6,5

Categoría: 4 estrellas. Dirección: Santo Domingo de Guzmán, 7. Benalmádena (Málaga). Teléfono: 952 56 90 47. Fax: 952 44 88 73. Internet: www.lafondabenalmadena.es. Instalaciones: jardines, patio, piscina, salón, terraza, comedor. Habitaciones: 28 dobles (8 árabes, 9 griegas y 11 andaluzas). Servicios: no dispone de habitaciones adaptadas para discapacitados, no admite animales. Precios: desde 90 euros, IVA y desayuno incluido (mínimo de tres noches en julio, agosto y Semana Santa).

El negocio hostelero está hoy en manos de Antonio Aguilera y su familia, propietarios de La Posada, una calle más abajo. Al frente de la recepción ejerce su yerno, amable como nadie y emprendedor cabal. Sus hijas también trajinan a diario en el hotel. Los empleados, traspasados del otro establecimiento, saben lo suyo por edad y por convicción. Así, el desayuno, servido en una espléndida terraza con vistas al mar, mantiene a cubierto un variado bufé, pero ellos se anticipan a los deseos de los huéspedes y lo ofrecen motu proprio en mesa.

Estos amaneceres de ensueño frente a los jardines gozan a mediodía de la sombra que procura el entramado brutalista construido para dar acogida a la piscina, con una entreplanta abierta que refuerza la condición de mirador de todo el complejo. Y eso que, desde cualquier ángulo, La Fonda aparenta un hotelito bien modesto, embebido por el dédalo de callejas en que se aprieta el centro del pueblo. Imposible aparcar junto al establecimiento. Por suerte, existe un estacionamiento vigilado no demasiado lejos. Cuesta 1,50 euros al día y se accede a él por un ascensor público pegado a la iglesia.

Tres ambientes diferenciados -árabe, andaluz y griego- caracterizan de grana, albero, madera y azul sus habitaciones, distribuidas alrededor de un patio típicamente andalusí y reconocidas, las de la primera planta, con el nombre de una provincia de Andalucía. Ahí sí que falta todavía una buena renovación, pues los colchones sufren de viejos, los cosméticos son más bien modestos y la ducha adolece, por estrecha, de una incomodidad no coherente con la dulzura sensorial que procura su entorno. Preferible, en todo caso, la número 401, con balconada propia y vistas a los barcos que pasan hacia el Estrecho.

Una de las habitaciones con decoración de inspiración árabe y terraza del hotel La Fonda de Benalmádena (Málaga).
Una de las habitaciones con decoración de inspiración árabe y terraza del hotel La Fonda de Benalmádena (Málaga).

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