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ELECCIONES 2011
Columna
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Haraquiri o milagro

J. Ernesto Ayala-Dip

Todos los sondeos dan ganador a Rajoy en los comicios generales del próximo domingo. O sea que no tendríamos que esperar hasta las diez de la noche para saber lo que ya todos dan por sabido, incluida esa decisiva franja de votantes socialistas que se aprestan a abstenerse o votar al Partido Popular. Pero podría suceder que se produjera el milagro de la resurrección de Rubalcaba. Y junto a eso, un milagro mucho más milagroso, el de la regeneración de esa bolsa de votantes españoles que expresan sus preferencias políticas de manera coyuntural. Mucho se habla de la regeneración de los políticos, pero nada de la regeneración de los que se quedan en casa cuando urge desplazarse hasta la urna más cercana. A lo mejor es hora de tomar conciencia de la situación comatosa en que se encuentran nuestras instituciones y en general nuestro sistema democrático (y el de Europa en general).

Los votantes del PSOE o el PSC que no voten a partidos de izquierda corren el riesgo de merecer el Gobierno que salga

¿Qué milagro tendría que producirse? Primero, que se movilizara ese voto al que hice referencia más arriba. Luego, que se hiciera luz sobre los opacos mecanismos que el candidato popular esgrime para salir de la crisis, como el demagógico anuncio de una menor presión fiscal o la liberalización de los horarios comerciales, por citar sólo algunos. Tampoco estaría de más que ese ciclotímico segmento de electores socialistas hicieran un somero balance de los pros y contras del partido al que votaron en los últimos comicios generales y llegaran a emitir un veredicto amasado con imparcial información y una engrasada memoria en torno a los incuestionables avances en las políticas sociales de la Administración socialista, que además ha acabado con el terrorismo de ETA. Claro que habría que reflexionar muy críticamente sobre la pavorosa bolsa de paro (desgracia fetiche, por cierto, para el PP, que no para desde hace dos años de desearla más que ayudar a combatirla, sólo porque le viene de perlas para acceder a La Moncloa) y de la poca valentía de Zapatero para anunciar la crisis que se larvaba ante sus narices.

Sin lugar a dudas, de eso también habría que hablar. Pero no como lo hace el PP (y CiU), sesgadamente. Ahora la consigna es mentar esos cinco millones de parados. Y hablar de la congelación de las pensiones (que se llevaron a cabo, excepto en las mínimas) y otros ajustes (vía señora Merkel) como los imperdonables pecados socialistas, cuando ellos saben (con la fraternal colaboración de las patronales) que harán lo mismo y con mayor convicción en cuanto tomen las riendas de la situación, de la misma manera que se ha hecho en Grecia, Portugal y estos días en Italia y Francia, al dictado de esa omnipotente y antidemocrática espada de Damocles llamada "mercados".

Luis Garicano, probable ministro de Economía en un eventual Gobierno popular, declaraba hace unos días en La Vanguardia que el Gabinete que salga de las elecciones del domingo debería aplicar un plan de choque. ¿Y en qué consistiría ese mágico plan? Él nos da un ejemplo: si tienes que montar un negocio, nada de trámites burocráticos ni permisos, se monta el chiringuito y luego ya vendrán las inspecciones y las licencias. Más: en el colmo del cinismo cita a Roosevelt como ejemplo de aquellas medidas de choque en 1933, sin mencionar el ambicioso plan de obras públicas que acometió el mandatario demócrata, ni las múltiples agencias gubernamentales que ordenó que se crearan en bien de la protección de los trabajadores. O sea, lo contrario que hará él si es ministro. Y para redondear su inverosímil recetario, piensa en una curiosa cuadratura del círculo: crecer y al mismo tiempo soñar con el déficit cero. Los votantes del PSOE o el PSC que no piensan votar en estas elecciones o piensan votar a otro partido que no sea de izquierdas, corren un serio riesgo. Además de más precariedad laboral, más eufemismos como el despido llamado prejubilación, más medidas desreguladoras y desmantelamiento del Estado de bienestar, corren el riesgo de merecerse el Gobierno que salga de estas elecciones.

J. Ernesto Ayala-Dip es crítico literario.

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