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ELECCIONES 2011
Columna
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El falso mito que el PP alienta

Enric Company

La cantinela del PP según la cual el Gobierno del PSOE recibió en 2004 la mejor herencia económica de la historia de España y luego la malgastó por su ineptitud es, probablemente, la base de las excelentes perspectivas electorales de Mariano Rajoy. Este falso mito, repetido hasta la saciedad desde que, en 2008, estalló la crisis económica, va acompañado siempre o casi siempre de la idea de que los conservadores van a repetir el milagro cuando vuelvan al Gobierno. O incluso, ayer mismo, en términos que más bien parecen un chantaje: el milagro se repetirá solo si los conservadores recuperan el Gobierno.

No debe sorprender que los socialistas no hayan negado esta sesgada versión de la realidad económica española solo hasta muy recientemente, cuando los sondeos los daban ya por perdedores en las elecciones legislativas. La causa de su silencio fue reconocida por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, en uno de los debates económicos en el Congreso, cuando explicó que solo se arrepentía de "no haber pinchado antes la burbuja inmobiliaria". La enorme burbuja inmobiliaria era en realidad la herencia económica dejada por el PP en 2004 y los socialistas no la han criticado hasta ahora ni se han dedicado a desmontar el mito levantado sobre ella por el PP porque, a fin de cuentas, en su día asumieron y luego aplicaron con entusiasmo la Ley del Suelo, que fomenta la ilimitada expansión inmobiliaria, la denominada ley Rato, que está en el origen de la especulación y de la propia burbuja inmobiliaria. Los socialistas cabalgaron eufóricos sobre ese corcel hasta 2008. Ahora, los expertos le atribuyen 3,5 millones de parados. Sin mucho énfasis, el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, recordó el otro día a Mariano Rajoy en su debate por televisión que esa tan cacareada herencia "se ha desplomado" como un castillo de naipes y entonces se ha visto que la desnuda realidad económica de España es otra, y que era un mal modelo. Rajoy ni le contestó. El PP, con el propio Rajoy en cabeza, anda proclamando a los cuatro puntos cardinales que ellos van a repetir la experiencia. La realidad es que el partido conservador está tan comprometido con el sector de la construcción, en particular en las comunidades autónomas donde la burbuja inmobiliaria más se hinchó, la valenciana y Madrid, y sus dirigentes están metidos tan adentro en bancos y cajas de ahorros que fomentaron la burbuja inmobiliaria, la principal de ellas presidida ahora por el mismo Rodrigo Rato, que no cabe duda alguna de que su intención es volver a hincharla. A eso se refiere Rajoy cuando dice que un Gobierno presidido por él hará que vuelvan el crecimiento y la creación de empleo, y resolverá los problemas del sector financiero.

La denuncia del aplastante poder de cuatro grandes 'lobbies' lanzada por Coscubiela ha quedado sin respuesta

El debate sobre esta cuestión debiera estar en el centro de la campaña electoral, y no con alusiones de pasada, no como si los socialistas no hubieran sido también partidarios de ese modelo. El sector inmobiliario y de la construcción, así como el financiero, que lo ha alimentado, han dictado sus condiciones a la política económica española en los últimos 15 años. Lo denunció Joan Coscubiela al principio de la presente campaña electoral. La incapacidad de la política para imponerse a los mercados financieros desregulados, el humus en el que crece la crisis económica europea y estadounidense, significa concretamente en España que las políticas económicas de los últimos 15 años han sido dictadas por cuatro lobbies: el financiero, el constructor-inmobiliario, el energético y el de los medios de comunicación. Interconectados, todos se han beneficiado de un modelo económico insano y necesitan remendarlo para mantenerlo.

La ventaja de Coscubiela, ahora candidato de Iniciativa Verds en las elecciones del día 20, es que ha sido secretario general de CC OO durante muchos años y sabe de qué habla cuando describe la realidad del poder económico. Su conferencia del 18 de octubre en la Universidad Ramon Llull puso el dedo en esta llaga. El silencio con que ha sido acogida su denuncia de la descompensada fuerza de los cuatro grandes lobbies no hace más que ratificarla. Sobre este silencio descansa el ascenso electoral del PP y, en Cataluña, también el de sus aliados de CiU.

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