Reencuentro
El 20-N obra milagros. El más inmediato, el de la movilización del PSOE andaluz. Frente a un PP embalado por las encuestas, los socialistas deben intentar mantener el apoyo ciudadano que alcanzaron en las pasadas elecciones. Han de hacer el máximo esfuerzo ya que es aquí y en Cataluña donde los populares esperan crecer hasta lograr la mayoría absoluta. Así que vuelven los grandes mítines, como el de Dos Hermanas, con el que enseñar músculo y recuperar ánimos y autoestima de la militancia. Pero algunos hay más pendientes de hacer cálculos de cara a lo que pueda suceder en clave interna el día después del 20-N que de hacer una buena campaña para Rubalcaba.
Él es perfectamente conocedor de la situación, pero bastante tiene con realizar una campaña digna en ese difícil ejercicio que supone ser heredero directo y protagonista de la gestión de Zapatero y, al mismo tiempo, articular un discurso propio y novedoso. Algo de eso le pasó al mismo Griñán. Poco menos que se trataba de matar al padre. La consigna ha llegado a tal extremo que es público y notorio el mal estado en el que se encuentran las relaciones con su antecesor, Manuel Chaves. Pero eso no va a impedir que, esta semana, aparezcan juntos en un esperado reencuentro en Sevilla, donde habrá una comparecencia del vicepresidente tercero bien distinta a la que hizo en un foro similar hace más de un año, sin apenas representación de la Junta ni del PSOE andaluz. Ahora las cosas parecen que han cambiado lo suficiente como para evitar estos desagradables gestos.
Resulta obligado un cierre de filas inmediato. Lo exige el equipo del candidato y eso se debe traducir en el empleo de todos los efectivos posibles. Y, por supuesto, nada de conflictos como el de Jaén, otra vez a cuenta de la figura de los delegados de la Junta, absurda maniobra que poco ayuda a despejar el camino a Rubalcaba.