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Crónica:FÓRMULA 1 | Gran Premio de Japón
Crónica
Texto informativo con interpretación

La era Vettel

El segundo título mundial consecutivo del alemán de Red Bull confirma su gran crecimiento como piloto, así como su condición de hombre récord y gran dominador de la fórmula 1 actual

Oriol Puigdemont

Durante el pasado invierno, Sebastian Vettel hizo una excursión al Vesubio junto a Tommi Parmakoski, un finlandés que es su preparador físico, asistente y confidente. En uno de los repechos del ascenso, los dos jóvenes se detuvieron e hicieron una promesa que sellaron con un grito al vacío en alemán, "Worldmeister", que significa campeón del mundo. Nueve meses después, Vettel cumplió ayer su compromiso al terminar tercero el Gran Premio de Japón, por detrás de Jenson Button, el ganador, y de Fernando Alonso, segundo. De esta forma, el piloto de Red Bull revalida el título que el año pasado le acreditó, en Abu Dabi, como el campeón más joven de la historia (23 años, cuatro meses y 11 días), arrebatándole ese honor a Lewis Hamilton. En aquella campaña Vettel no ocupó el liderato hasta la última prueba del calendario mientras que en esta no lo ha dejado en ningún momento, circunstancia que ayuda a hacerse una idea del empaque y la consistencia que ha adquirido.

Los números muestran su preponderancia: nueve victorias, 14 podios, 12 'poles'...
Ha cantado el alirón cuatro carreras antes del final, como en la época de Schumacher
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En estos casos, la mejor manera de entender la preponderancia de Vettel y de su bólido es a través de los números: nueve victorias, 14 podios y 12 poles en un total de 15 grandes premios, unas estadísticas que le han permitido celebrar el alirón cuatro paradas antes del final, algo que no ocurría desde los gloriosos tiempos de Michael Schumacher (2004).

Cuando alguien piensa en esta disciplina, el primer concepto que le viene a la cabeza es la velocidad, un parámetro que en el caso de Vettel aún es más indicado. El alemán viaja por la historia de la F-1 al mismo ritmo que en la pista lo hace subido a su Red Bull. Así ha sido desde que afrontó su primera carrera, el Gran Premio de Estados Unidos de 2007, hasta ahora. En menos de cuatro años, el corredor de Heppenheim ha ido arrasando plusmarcas hasta convertirse en una especie de destrozarécords.

Vettel llegó a los puntos (en su debut), a la victoria y al podio antes que nadie (GP de Italia de 2008), un día después de hacer lo mismo con la pole, tres registros, estos últimos, que hasta ese momento correspondían a Alonso. El español, como él, también rompió esquemas. Ocurre, no obstante, que los chavales comienzan cada vez más pequeños a subirse en los karts y Vettel, por lo demás, aún pudo conocer aquella F-1 sin restricción de entrenamientos, un elemento capital a la hora de evaluar en su justa medida el proceso de desarrollo de un animal competitivo como él. El título de bicampeón más joven era el último de los honores que el ovetense mantenía en su cartilla, pero también ese ha caído a manos de este depredador con cara de empollón que ayer celebró su alirón en un escenario tan emblemático como el circuito japonés de Suzuka.

Baby Schumi sigue la estela de Senna, Prost y Schumacher, entre otros, que escribieron capítulos de su leyenda en este vertiginoso tobogán. A menos que el panorama dé un vuelco repentino, algo que se adivina improbable a corto plazo, el germano lo tiene todo a su favor para seguir en la brecha. Dispone de todo el tiempo del mundo y su caché ya está a la altura del de los mejores.

Dietrich Mateschitz, el propietario del imperio energético más famoso del mundo, se ha encargado de crear a su alrededor las mejores condiciones para, de esta forma, desactivar cualquier intento por parte de la competencia de arrebatarle a su chico de oro. Técnicamente, el equipo tiene muy claro cuál de los dos pilotos de la escudería tiene que sentirse más arropado y a gusto y Mateschitz le ha llenado los bolsillos para que el factor económico no sea un problema a la hora de negociar. Este año, el sueldo base de Vettel estaba estipulado en unos 16 millones de euros, a los que hay que añadir medio millón por cada victoria, 250.000 euros más por cada podio, además de los seis millones que le cayeron ayer como plus por la corona. En total, más de 27 millones de euros, unos emolumentos superiores a los de Alonso en Ferrari. Si hay un terreno en el que Mateschitz se maneja de maravilla es el de la ilusión y Vettel no es más que un niño que juega con coches. Precisamente por eso, el magnate austriaco le regaló el monoplaza con el que se impuso en 2010 -Lujuriosa Liz, como le llamaba él- y también le ha prometido a Kylie, La Pervertida, el nombre con el que Vettel bautizó el RB7.

"Hay mucha gente a la que tengo que dar las gracias por mi triunfo, pero si alguien se lo merece más que nadie ese es Tommi, mi entrenador, que es la persona que más tiempo pasa conmigo. Quiero felicitar a su familia, que ahora está en Finlandia, por tener un hijo con un corazón tan grande. Él ha sido el que ha hecho que durante el año tenga los pies en el suelo", desveló ayer Vettel con la voz entrecortada y el gesto de quien está en paz consigo mismo por haber saldado una cuenta pendiente.

Sebastian Vettel alza el trofeo de tercer clasificado en Suzuka, puesto que le da el título mundial.
Sebastian Vettel alza el trofeo de tercer clasificado en Suzuka, puesto que le da el título mundial.K. MAYAMA (EFE)
Vettel celebra su victoria.
Vettel celebra su victoria.TORU HANAI (Reuters)

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