_
_
_
_
_
Reportaje:SI LOS EDIFICIOS HABLASEN...

Un lugar donde pensar lugares

La Fundación Alejandro de la Sota lucha por conservar el archivo del arquitecto

Patricia Ortega Dolz

Alejandro de la Sota creía que la arquitectura se hace de dentro hacia fuera. "Solo le hacía falta un sitio donde pensar", cuentan sus hijos, José y Alejandro, precisamente en ese lugar donde pensaba su padre: un despacho con un sillón de cuero, una mesa vacía y un lucernario. Cuando le invitaron a Harvard y les enseñaron las salas de dibujo, de ordenadores o maquetas, él solo preguntaba: "Pero ¿y dónde pensáis?".

La habitación de pensar es el corazón del que fue el estudio de Alejandro de la Sota durante cuatro décadas. Sigue igual que cuando lo reformó en 1958. Ordenado, luminoso, con ese aire de sosiego y elegancia que gastaba este arquitecto menudo y socarrón que dijo aquello de "la arquitectura hace sonreír, la vida, no". Aquí parió sus pocas pero geniales obras, del Gimnasio Maravillas al Gobierno Civil de Tarragona. "El ambiente era totalmente relajado, te hacía sentir que venías a disfrutar", recuerda Teresa Couceiro, que dirige la Fundación Alejandro de la Sota.

El arquitecto pasaba las mañanas tocando el piano en pijama, y bajaba al estudio por las tardes (vivía encima). Lo hizo hasta el día que falleció, en 1996, a los 82 años. "Para él esto no era un trabajo sino una forma de explicar el mundo", dice José, "por eso hablaba tanto de arquitectura... ¡sobre todo de la suya!". "Mi madre siempre dice que ella es arquitecta pasiva, de oírlo", apostilla su hermano. La esposa de Alejandro de la Sota fue su gran apoyo, insisten sus hijos. No debió de ser fácil: a pesar de su prestigio, De la Sota nunca fue una estrella, en los ochenta cerró el estudio por falta de trabajo y vivió con un sueldo de funcionario y siete hijos. Todos comían en una mesa que él mismo diseñó y que se puede ver en el estudio: un mueble ingenioso que se pliega hasta no ocupar nada. También hay unas sillas que hacen doblete como tumbonas. De la Sota las inventó plegando dos horquillas del moño de su esposa. "Mucho antes de IKEA, su idea era venderlas desmontadas en una caja", dicen sus hijos; "casi nos arruinamos...".

La conservación del precioso estudio -que se puede visitar con cita previa, y es uno de los espacios abiertos durante la Semana de la Arquitectura, del 3 al 10 de octubre- es solo una anécdota del trabajo de la fundación, que custodia uno de los archivos más completos de un arquitecto contemporáneo: 16.000 documentos. De la Sota lo guardaba y catalogaba todo, era un dibujante talentoso, un estupendo fotógrafo (en las paredes cuelgan sus acuarelas, caricaturas y fotos, y sobre una mesa reposan dos de sus Rolleiflex). "Todo el proceso está registrado", explica Couceiro, "desde los primeros bocetos a mano alzada hasta las fotos del edificio recién terminado". La fundación ha digitalizado y puesto en línea 3.000 documentos, pero para continuar conservando este tesoro de frágil papel cebolla necesita patrocinios. "De momento sobrevivimos como la arquitectura de nuestro padre: peleando y manteniendo la escala", dicen los hijos del arquitecto, que tuvieron ofertas pero nunca se plantearon vender el archivo a una institución extranjera, donde un legado así no tendría problemas para encontrar mecenas. Los merece; acercarse al lugar donde pensaba Alejandro de la Sota supone acercarse a cómo lo hacía y comprender mejor a un arquitecto tan libre que cuando le encargaron el proyecto de una cárcel se negó a realizarlo. Era incapaz de imaginarse preso.

Estudio del arquitecto Alejandro de la Sota, con una foto del gimnasio del Colegio Maravillas.
Estudio del arquitecto Alejandro de la Sota, con una foto del gimnasio del Colegio Maravillas.ULY MARTÍN
Boceto de una escalera para la casa de Doctor Arce e imagen de la misma tomada por el propio arquitecto.
Boceto de una escalera para la casa de Doctor Arce e imagen de la misma tomada por el propio arquitecto.
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete
Sillas diseñadas por el arquitecto Alejandro de la Sota.
Sillas diseñadas por el arquitecto Alejandro de la Sota.ULY MARTÍN
Una maqueta de una obra de Alejandro de la Sota.
Una maqueta de una obra de Alejandro de la Sota.ULY MARTÍN

Estudio de Alejandro de la Sota

- Ubicación: Bretón de los Herreros, 66, bajo C.

- Función original: Estudio del arquitecto, de 1958 a 1996.

- Función actual Sede de la Fundación Alejandro de la Sota (http://alejandrodelasota.org).

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_