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Crítica:TEATRO | FOREVER YOUNG
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pedos, prótesis y 'rock and roll'

Una ex perro-flauta que sigue indignada, un excomponente de La Fura dels Baus, un exjipi que participó en las 12 giras de despedida de Miguel Ríos y una pareja de actores especializados en Shakespeare se hallan internados en un geriátrico bajo las órdenes de una enfermera que ahora no recuerdo si tiene el título de piloto o de astronauta. Y es que estamos en 2050, así es que da igual, porque todo es una excusa para disfrazar a los intérpretes de ancianos decrépitos, hacer que se muevan paródicamente como tales y esperar a que sus personajes vuelvan, como mejor puedan y aprovechando las oportunas ausencias de la enfermera, al sexo, a las drogas y al rock and roll de su añorado pasado. Forever Young es un musical de comedia, en palabras de los Tricicle, artífices de la adaptación de esta pieza de Erik Gedeon, compuesta en un alto porcentaje por canciones roqueras que nunca mueren; después hay tres que son del propio Gedeon y dos del cómico Pepin Tre. El resto se va con las morcillas de los Tricicle, entre las que destaca el homenaje a Pepe Rubianes en forma de urna funeraria encima del piano, y los gags de brocha gorda que sirven para enlazar una canción con otra.

FOREVER YOUNG

De Erik Gedeon. Adaptación y dirección: Tricicle. Dirección musical: Manuel Villalta. Intérpretes: María Adamuz, Jacobo Dicenta, Dulcinea Juárez, Armando Pita, Edith Salazar, Rubén Yuste. Escenografía: Paula Bosch. Iluminación: Lluís Martí. Sonido: Lluís Cortés. Vestuario: Leo Quintana. Coreografía: Francesc Abós.

Teatre Poliorama. Barcelona, 21 de septiembre.

De espíritu distendido, voluntad disoluta y puesta desbocada, el recital -pues eso es al fin y al cabo lo que es- tiene la gracia de hacernos revivir temas como I Love Rock'n'Roll, I Got You Babe, Smells Like Teen Spirit y, por supuesto, el Forever Young del título. Uno de los más celebrados la noche del estreno fue, sin duda, You Can Leave Your Hat On, que llevó a uno de los intérpretes (Jacobo Dicenta) a esbozar un striptease deliberadamente desmañado sobre una butaca de la supuesta sala del geriátrico. Fueron muy celebradas también las sonoras ventosidades que suelta el exjipi (Rubén Yuste); él es, por cierto, el protagonista de un estupendo popurrí a lo Rockcollection pero más difícil todavía, es decir, con extractos -cuya selección incluye temas de Antonio Vega, Serrat o Nino Bravo- mucho más cortos y seguidos. La cosa acaba con otro popurrí, este de fragmentos teatrales, con citas de Shakespeare o Guimerà. Lo de la prótesis me lo salto para no chafar la sorpresa. Su dueña, la indignada (Dulcinea Juárez), tiene muy buena voz y por su porte me recordó a mi abuela.

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