Custo tiñe de color el luto del 11-S

Pocas veces el colorido universo del diseñador catalán Custo ha adquirido tanta fuerza y significado como durante el desfile del pasado domingo en la Semana de la Moda de Nueva York. La presentación de su colección de primavera-verano 2012 coincidía con una fecha cargada de oscuro simbolismo, el 11 de septiembre, y la ciudad llevaba días sumergida en la conmemoración obsesiva de los atentados. Pero el mundo de la moda no sucumbió a la oscuridad del aniversario -hace una década muchos desfiles fueron suspendidos- y, frente a una lúgubre Zona Cero, gran parte de la ciudad se llenó de fiesta y liviandad. Custo, obligado por el calendario a celebrar su desfile tras un largo día de conmemoraciones oficiales, respondió con una colección que transportó al público hasta un lugar imaginario y placentero sin rastro de tragedia. Y es que este año, además, no solo presentaba una nueva colección sino que también se enfrentaba a un aniversario, pero en su caso era una celebración: 15 años desfilando ininterrumpidamente en la Semana de la Moda de Nueva York.

El modisto presentó un apartado de su colección con tecnología 3D

La primera vez, en 1997, su presencia marcó un hito para la moda española, que comenzaba entonces a buscar salida fuera de sus fronteras. Curiosamente este año, después de una década en la que diferentes diseñadores españoles han posado el tacón sobre las pasarelas neoyorquinas (desde David Delfín a Trias), Custo volvía a ser la única presencia patria, lo que subraya quizá el momento económico que atraviesa España. Pero la suya ya es una marca consolidada con fuerte presencia en Estados Unidos y parece que se mantiene a flote ante los terremotos económicos mundiales.

Bajo el título Tripolar, el veterano diseñador presentó una colección a su vez dividida en tres grupos (Dual, Kaleidoscopio y Mírame), construyendo con ellos un crisol de tejidos, tonalidades y formas. El tercer grupo, Mírame, era quizá el más novedoso al haberse diseñado íntegramente en 3D, algo que supuestamente debía de acentuarse durante el desfile bajo las lentes apropiadas, enviadas con las invitaciones. Pero muchos no las recibieron -acudían simplemente con su invitación digital-, así que fueron pocos los que pudieron enterarse del acento que Custo había dado a los relieves y superposiciones a través del diseño en 3D. Seda, lino, nailon y acetato para vestidos cortos y ajustados bañados por el rosa, el turquesa, el naranja, el gris y el púrpura constituían esta parte de la colección en la que también había alegres bañadores de cuerpo entero, tops y shorts.

El desfile lo abrió y lo cerró uno de los modelos más buscados de las pasarelas, el andrógino Andrej Pejic. Fue una elección dirigida a acentuar esa parte de la colección agrupada bajo el nombre Dual. Las prendas apenas distinguen entre hombre y mujer. En pantalones, camisetas y chaquetas prima la estética casual; colores como el beis, el caqui y el negro que se salen de ese mundo de estampados estridentes que ha sido durante años seña de identidad del catalán. Pero esa parte no faltó, construida alrededor del concepto Kaleidoscopio, aunque quizás por los tejidos elegidos, particularmente vaporosos, este colorido capítulo de la colección, lleno de ocres, turquesas y verdes ácidos, transmitía esa alegría propia de la ropa de Custo, creando un interesante equilibrio propio de un creador con muchos años de trabajo a sus espaldas y que sin duda ayudó a los asistentes, entre ellos Santiago Segura ("es mi primer desfile como espectador"), a darle una nota de alegría a un lúgubre domingo neoyorquino.