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TORMENTAS PERFECTAS
Columna
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Llega el verano árabe

Lluís Bassets

Con el verano a la vista, época de grandes calores en África y Oriente Próximo, la primavera árabe no está terminando, sino que entra en una nueva fase. Hay dos transiciones en marcha, en Túnez y en Egipto, con horizonte electoral próximo. Tres países se hallan abiertos en canal en distintos grados: guerra civil en Libia con intervención de la OTAN; deriva guerracivilista en Yemen fomentada por el dictador a punto de ser desalojado; y martirio de la población en Siria, donde persiste la protesta a pesar de la durísima represión de Bachar el Assad. En el pequeño Bahréin de mayoría chiita la revuelta ha quedado ahogada por la invasión saudí en el mejor estilo soviético, y en el resto del mundo árabe han saltado las chispas de las movilizaciones, pero no ha prendido todavía la llama.

En esta fase ya se atisba la entrada en la fase resolutiva en alguno de los tres países ahora en primera línea. Es fácil prever que caiga pronto la tercera pieza y regrese la atmósfera de un cambio de época como hemos visto pocos. Hay que entender que va para largo y llegará muy hondo: desde Pekín y desde las capitales africanas se observa todo esto con enorme inquietud. También se atisban algunos rasgos del nuevo mapa geopolítico. El papel del islamismo político será muy destacado en las nuevas democracias en construcción. Habrá que ver cómo lo encajamos desde Europa.

Los Hermanos Musulmanes y sus filiales quieren ser el equivalente a la democracia cristiana en Europa y llevan buen camino para conseguirlo. El modelo de partido y de filosofía política viene de Turquía. También, aunque no solo, influencia y financiación. La medida de todos los progresos la darán las libertades individuales, sobre todo la religiosa y de conciencia. El voto y el pluralismo políticos no bastan.

Hay otro polo que se está reforzando, alrededor de Arabia Saudí y de las monarquías del golfo Pérsico, una Santa Alianza islámica para preservar los regímenes hereditarios y los patrimonios de las amplias familias en el poder. Jordania y Marruecos han sido invitados a participar en este frente contrarrevolucionario. Su programa es lampedusiano: cambiarlo todo para que nada cambie. Irán acecha al otro lado del Golfo, con su proyecto nuclear y sus tentáculos en Gaza, Líbano, Irak y Siria. La crisis de este último país es también determinante para la guerra fría entre los saudíes y los ayatolás.

Israel, en cambio, está encapsulada en su búnker, sin más oferta que resistirse al cambio. Todo lo que ha hecho Netanyahu ha sido reforzar el blindaje, buscando apoyos exteriores a su inmovilismo y cultivando en el interior la imagen idílica de un país irreal. Su capacidad de diálogo y de transacción en la zona es exactamente cero. Todo funcionaba mejor bajo el cerco de las dictaduras. El estío es tiempo de cosecha y fruta madura, que cae por su propio peso.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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