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DANZA | La semana por delante

Inefable Jan Fabre

Con un estilo de difícil clasificación y conceptualizado como "un outsider de fuerte intelecto y personalidad rupturista", Jan Fabre (Amberes, 1958) es un nombre imprescindible en las manifestaciones artísticas de hoy y del ayer inmediato. A caballo entre las artes visuales y escénicas, escritor y escenógrafo, Fabre es un rarísimo caso de coreógrafo que no dio una clase ballet en su vida, pero que amaba el ballet académico en su meollo aéreo y expresivo; las zapatillas de punta de las bailarinas son uno de sus fetiches predilectos.

Ahora, Fabre llega a la Sala Cuarta Pared (Ercilla, 17) con Preparatio mortis, que se representará desde el 3 hasta el 5 de junio, pieza de cámara de 2005 creada para el Festival de Aviñón donde el socorrido catafalco mortuorio se anima como en la tradición romántica, ese recurso que empezó en Roberto El Diablo y en el segundo acto de Giselle encontró su cima estética.

La bailarina Annabelle Chambon emerge como una willi (un espíritu vengador) desde una ofrenda funeraria al son de la música propia tocada al órgano por Bernard Foccroulle (Lieja, 1953), pero la estantigua no es vengativa, sino un vehículo de reflexión.

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