El presidente Bachar el Asad ya solo aspira a infundir terror. Esfumadas las promesas de una reforma en la que ni el propio régimen cree, ahora es cuestión de acumular cadáveres hasta vaciar las calles de manifestantes. El viernes fue una jornada sangrienta, con al menos 80 muertos, tal vez más de 100.
El presidente de Yemen, Ali Abdalá Saleh, y los partidos opositores que desde hace tres meses exigían que dimitiera, aceptaron ayer la iniciativa de los países vecinos para poner fin a la crisis. El ministro de Exteriores, Abu Baker al Qirbi, entregó en Abu Dabi la respuesta positiva de Saleh al plan del Consejo de Cooperación del Golfo.
Afif Trabelsi, de 19 años, lleva media hora parado en el tren que va a Menton, el primer pueblo francés tras la frontera con Italia. Una locomotora se ha averiado en la línea que recorre la Costa Azul y su tren no puede salir. Afif espera con los brazos cruzados. En Ventimiglia, un centenar de tunecinos intenta pasar cada día a Francia.
Efímero o no, los rebeldes libios se anotaron ayer un triunfo: los soldados fieles a Muamar el Gadafi abandonaron sus posiciones en el centro de Misrata, una ciudad de 300.000 habitantes asediada y bombardeada durante casi dos meses. Imposible descifrar los planes del dictador respecto a la martirizada población, situada a 200 kilómetros de Trípoli.
Si hay un país con probabilidad de sufrir un gran terremoto ese es Japón. Y dentro de Japón la región de Tokai, al sur de Tokio. Pues justo allí, sobre la confluencia de tres placas tectónicas y donde el Gobierno japonés sitúa el mayor riesgo de gran seísmo en los próximos 30 años, se encuentra una nuclear con cinco reactores.
La cercanía del referéndum del 5 de mayo sobre la reforma del sistema electoral está incrementando las tensiones en el seno de la coalición de conservadores y liberales-demócratas en Reino Unido. Los dos partidos tienen posiciones opuestas en ese asunto.