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Reportaje:

La Eurorregión se tambalea

La dependencia de las respectivas economías nacionales agranda la brecha entre Galicia y Región Norte - López Facal: "Es un espacio común en divergencia"

La intensa dependencia de las dos economías regionales, las de Galicia y Norte de Portugal, de los avatares de las respectivas economías nacionales ha lastrado la consolidación de la Eurorregión y, ahora, la vorágine de la crisis agranda la brecha que no se corrigió durante los años de crecimiento y bonanza económica. El antaño prometedor proceso de convergencia en la Eurorregión se tambalea. Hoy es "un espacio común en divergencia", constata el investigador Xan López Facal. En la Región Norte hay asentadas unas 200 empresas gallegas, todas en ascuas, analizando los posibles escenarios que va abriendo la recesión, que apenas se podrá paliar ya con los fondos europeos que tanto animaron la busca y definición del espacio común. "Habrá que reiniciar el proceso, como en los ordenadores", concluye López Facal.

El producto per cápita gallego supera al del socio sureño en un 50%

Más allá del espacio geográfico que homologa la Eurorregión como una referencia perfilada y estimulada desde Europa y desde las organizaciones locales, la citada dependencia de las dos partes de sus respectivas economías nacionales -así como su pérdida de peso en ambas- mina y multiplica las asimetrías socioeconómicas de los dos socios de la Eurorregión. Galicia, por ejemplo, pesa menos en la economía española (en torno a un 5,1% y en contracción constante) que la Región Norte en la portuguesa (un 28%, también en contracción). En la década 2000-2009, la economía portuguesa creció un 0,9% y la española, un 2,6%. La población gallega es inferior a las tres cuartas partes de la sureña, pero el producto generado en Galicia supera en un 20% al de la Región Norte, con lo cual el producto per cápita gallego supera al sureño en un 50%. De ahí, y otros numerosos datos que podrían confirmarlo, como la realidad concreta y última de los peajes en las autovías del sur, el "espacio común en divergencia" que apunta López Facal.

Galicia mantiene una sólida posición en la exportación de material de transporte (automóviles y embarcaciones). La Región Norte basa su fortaleza exportadora en los productos textiles y en la maquinaria y equipos eléctricos y de reproducción. En realidad, abriendo el foco, se comprueba que en ambas partes se asientan ya sociedades de servicios con una fuerte componente industrial, más acusada en la Región Norte y limitada en Galicia por el peso de las actividades pesqueras y, sobre todo en la década precedente, por la construcción.

En este contexto, Francisco Anguera, presidente del clúster gallego de automoción, Ceaga -la presencia sectorial gallega más cualificada al sur del Miño-, señaló esta misma semana la situación de Portugal como una "inquietante amenaza" para el sector auxiliar gallego. "Hay muchas empresas con un pie a cada lado de la frontera" que "están haciendo cosas allí que podrían hacerse en Galicia", denunció Anguera. Los costes de producción en el sur son "sensiblemente más bajos, en concreto la mitad". Es una tentación para la deslocalización. Anguera recabó, para luchar contra ella, la colaboración de los sindicatos gallegos -concretamente "situar los salarios en el lugar que les corresponde"- y "un gran pacto" entre la industria y la Administración, que Feijóo facilitará. La sindicatos, sin embargo, ya le enseñaron los dientes.

"Ahora debemos estar más unidos que nunca"

"Lo estamos viviendo con enorme desesperanza, con un gran temor a que quiebre el anterior empuje", señala el presidente de la patronal pontevedresa, José Manuel Fernández Alvariño, a propósito de la recesión portuguesa. Las relaciones mutuas podrían deprimirse aún más si finalmente se produce la intervención económica. "Ahora es cuando debemos estar más unidos que nunca, gallegos y portugueses", propone Alvariño.

La Eurorregión se ha convertido ya en el "marco natural", como un mercado interno, de las operaciones empresariales gallegas. Portugal sigue siendo el segundo socio comercial de Galicia, después de Francia. Para Alvariño, una opción alternativa conjunta, para avivar la actividad comercial, es la que se abre en ultramar, en Brasil y Argentina, a partir de los puertos y los cuatro aeropuertos de la Eurorregión.

Las autopistas y las autovías, mal que pese la delirante implantación actual del telepeaje, han fomentado la aproximación y los intercambios comerciales. Pero el aprovechamiento de fondos europeos -que ya se acaban- para cofinanciar programas de infraestructuras y cooperación se ha concretado en un régimen que López Facal llama de "colaboración amortiguada" por el "ensimismamiento en la resolución de los problemas más acuciantes de una y otra economía" de la Eurorregión. Dependientes ambas, a su vez, de las economías nacionales respectivas en aspectos tan relevantes para el desarrollo eurorregional como, por ejemplo, la decisión de tender la alta velocidad ferroviaria.

"La situación nos lleva a nosotros a la precariedad. Más que nunca, tenemos que buscar las sinergias, proyectos en común, reclamar a Bruselas que continúen las ayudas, que en las dos partes se nos permita acceder al crédito", señala de corrido Alvariño.

"Asusta"

"Asusta porque no sabes a dónde va a parar esto", confía por su parte Santiago Amorín, empresario portugués que participa en un pequeño grupo familiar de empresas hoteleras -dos hoteles en Oporto y uno en Vigo- e inmobiliarias a un lado y otro de la frontera.

El negocio restaurador y hotelero ya viene retrayéndose durante toda la década, dice Amorín, y la recesión se acentúa ahora con la caída del consumo en ocio. "Tendremos que acostumbrarnos a trabajar con una producción más baja, pero lo peor es la incertidumbre, cuánto va a durar esto, porque ya lo estamos pasando muy mal", dice.

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Apagón empresarial y brotes verdes de la I+D+i

La crisis de iniciativas empresariales para la Eurorregión se hace tan ostensible como las sucesivas desinversiones en ella que han acometido potentes grupos empresariales gallegos que antes, en los tiempos de bonanza, se interpretaron como hitos de vertebración y consolidación. La presencia de Caixanova, por ejemplo, se limita ya a su titularidad de 25 millones de euros de deuda soberana portuguesa y, de la caja fusionada, a una red de 11 oficinas por las principales ciudades de Portugal. Por los propios avatares de la fusión, la caja viguesa se deshizo del 1,19% que tenía de Energías de Portugal (EDP) y del 2,2% de Brisa, la operadora de autopistas portuguesas. También Megasa deshizo su posición en la multinacional portuguesa Cimpor -presente en Galicia a través del grupo cementero Corporación del Noroeste-, de la que poseía el 6,46%, y la caída de la demanda podría llevar a Luso-Finsa -aunque esté más al sur del Duero- a cerrar su línea de elaboración de aglomerado.

El comercio interregional tampoco es ya el mismo. La demanda y el consumo se han contraído a los dos lados de la frontera e impacta en todos los sectores. Rodman Lusitania, resistiendo las tentaciones de deslocalización, lleva más de un año sin producir en Vila Nova de Cerveira, pero las empresas auxiliares de automoción -que producen todas básicamente para la factoría de Citroën de Vigo- la están ya iniciando por los costes más bajos de la Región Norte.

No parece que la crisis ponga en aprietos mayores a Pescanova-Acuinova, ni su proyecto de la playa de Mira -la piscifactoría de rodaballo más grande del mundo- ni su mercado, "porque el sector de alimentación no tiene por qué verse amenazado". En esa lógica, tampoco debería correr riesgo Leche Celta, que aporta cinco plantas envasadoras a Lactogal: ambas facturan 1.000 millones de euros.

La I+D+i perfila un futuro prometedor a partir de las aplicaciones que generen los aún académicos Campus do Mar, el Instituto Ibérico de Nanotecnologías o los desarrollos del coche eléctrico.

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