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Crítica:TEATRO | AMERICAN BUFFALO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cuesta abajo y pegando tumbos

Javier Vallejo

Hay algo chejoviano en el comienzo de esta comedia desencantada del autor David Mamet, en esas parrafadas insustanciales trufadas de sentencias con las que el chamarilero Donny Dubrow pretende aleccionar a Bobby, su protegido. También Teach, el ladronzuelo oportunista, lo pone todo perdido de palabras para no decir lo que piensa: lleva la verdad por debajo del discurso. En American Buffalo pasa poca cosa: la vida cotidiana, aunque parece que siempre está a punto de pasar algo grande. Sus protagonistas hablan mucho para no reventar: hace tiempo que tocaron fondo y no saben cómo salir de allí. La aparición de un coleccionista de monedas que paga 90 euros por una con un búfalo troquelado, espolea su imaginación y desata una espiral de sospechas y malentendidos con final imprevisible.

AMERICAN BUFFALO

Autor: David Mamet. Traducción: Cristina Genebat. Luz: Jaume Ventura. Vestuario: Maria Armengol. Escenografía: Lluc Castells con Irene Martínez. Dirección: Julio Manrique. T. de La Abadía. Hasta el 20 de marzo

Julio Manrique, protagonista tiempo ha en París de un montaje de Peter Brook, ha orquestado un espectáculo minucioso, atento sobre todo a la interpretación, al conflicto y al ritmo, como a Mamet le gusta, pero también a la necesidad de crear una verdad escénica tan fuerte como la realidad. La escenografía de Lluc Castells e Irene Martínez recrea una tienda tan atiborrada de trastos usados que para Teach es difícil circular entre ellos sin llevarse alguno por delante en la interpretación huracanada de Marc Rodríguez. La luz de Jaume Ventura, fijada in situ con lámparas domésticas, y la estupenda selección musical de Dani Aznar (que en cada momento proviene de puntos de emisión diferentes) terminan por hacer del escenario un lugar hiperreal, tallado casi tan al detalle como las escenografías documentales de los espectáculos del letón Alvis Hermanis y su Jaunais Riga Teatris.

El trabajo de los tres actores, gradado con metrónomo (un pizzicato ahora, luego un crescendo, finalmente un estallido de fuegos artificiales), da crédito a la actitud permanentemente recelosa de Teach, a la opacidad mental de Bobby (Pol López) y a la frustración introspectiva de Donny, que interpretado por Iván Benet es una caldera humana a presión sin válvula de escape: al mal tiempo pone perenne cara de póquer. La caracterización de Ignasi Ruiz hace de ellos un trío genuinamente estadounidense, al borde del ataque de nervios en la segunda parte, cuando están preparando lo que creen será un gran golpe de mano. A American Buffalo le va este tipo de trabajo, que roza por momentos el hiperrealismo sucio, siempre dentro de una estilización formal en la que cabe una irónica pantomima silenciosa con sombreros (montada sobre la música del tango Cambalache), que nos vuelve a hacer pensar en el límpido trabajo de Hermanis.

El actor Iván Benet, durante la representación.
El actor Iván Benet, durante la representación.ROS RIBAS
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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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