_
_
_
_
_
Reportaje:

Soderberg tira la toalla y la cámara

El director anuncia su precoz retirada y se suma a la lista de cineastas que un día decidieron parar - El realizador de 'Traffic' admite el hastío ante su profesión

Toni García

En una soleada mañana veneciana, con una taza de café en la mano y el Wall Street Journal cuidadosamente doblado sobre la mesa, Steven Soderbergh (1963, Atlanta) meditaba sobre el futuro del cine (el independiente y el de estudio) como si el asunto ya no fuera con él: "Las nuevas tecnologías y el uso del HD en formato doméstico abrirán muchas puertas a jóvenes directores que ahora serán capaces de trabajar con recursos mínimos y de operar al margen de los grandes intereses de Hollywood. Creo que, en general, son buenas noticias".

La conversación con este mismo periódico tenía lugar en 2009 en el legendario hotel Cipriani, a cuenta de la presentación de ¡El soplón! en la Mostra. Nada en sus palabras indicaba que el cineasta planeara plantarse (como anunció ayer a la web Studio 360) pero se le notaba bastante lejos de aquel joven cinéfilo que en 1989 se paseaba emocionado por el festival de Cannes con Sexo, mentiras y cintas de video bajo el brazo (literalmente), entregado a su película como el que acaba de conocer al amor de su vida. Allí conoció a los hermanos Weinstein, ayudó a convertir Miramax en un símbolo del cine independiente (y una máquina de hacer dinero) y empezó una carrera en la que supo combinar proyectos con un poso de chifladura y superproducciones de alma taquillera.

Matt Damon declaró hace unos meses que su amigo planeaba dejar todo

Así, si por un lado explotaba su rostro autoral con El rey de la colina, Schizopolis o Solaris por el otro le hacía ojitos a Hollywood con la trilogía de Ocean's Eleven, Erin Brokovich o Traffic. Con los beneficios de las unas hacía realidad las otras, viviendo su propia vida de rebelde con cámara pero sin olvidarse de hacer felices a los mandamases.

Ayer, el anuncio de su retirada sobresaltó a todo el mundo, ya que aunque Matt Damon declaraba hace unos meses que su compañero de fiestas planeaba dejarlo todo y dedicarse a otros menesteres, este tipo de comentarios son la comidilla habitual del día a día en el mundillo del cine estadounidense y normalmente responden a una resaca, un mal día o la promesa de un poco de publicidad gratuita, bajo aquel inquebrantable precepto de "que hablen de uno aunque sea mal".

El realizador une así su nombre al de otros directores con denominación de origen que un día decidieron que ya tenían suficiente. Arthur Penn, por ejemplo, un profesional con títulos como La noche se mueve, Bonnie & Clyde o La jauría humana a sus espaldas, que de la noche a la mañana dejo de mirar el mundo a través de la cámara para pasarse al teatro. Después entro y salió del séptimo arte sin hacer mucho ruido, dejando lustros de distancia entre película y película.

Penn nunca necesitó ningún medio de comunicación para decir adiós, al igual que Terrence Malick, otro mito con modos de huraño que se retiró durante dos décadas (las que separaron Días del cielo de La delgada línea roja) simplemente porque no lo tenía claro. Y David Lynch, que advirtió de que no pensaba volver a tocar una cámara convencional de cine ya que el formato digital le parecía mucho más interesante, ha acabado -finalmente- por no hacer ni una cosa ni otra, y ya suma cinco años sin un largometraje.

Que Hollywood es una trituradora estaba claro, pero pocos sospechaban que hasta un hombre con la cintura de Soderbergh acabaría tirando la toalla. De momento el de Atlanta contempla terminar The man from U.N.C.L.E. (adaptación de la serie televisiva), Contagion y Liberace y última los detalles del que será su próximo estreno, Haywire, sobre un súper-soldado traicionado que decide tomarse la justicia por su mano.

Las palabras de Soderbergh a la página web Studio 360 tenían un poso de amargura que poco tiene que ver con las boutade a las que nos tienen acostumbrados al otro lado del Atlántico: "Cuando llegas al punto en el que piensas que si tienes que volver a subirte a la furgoneta para localizar exteriores te pegarás un tiro, es el momento de dejar subirse en la furgoneta a otros a los que de verdad les haga ilusión". Nada de mensajes contradictorios o lecciones sobre el inexorable mal que asuela el cine moderno, simplemente la verdad. La verdad de un tipo cansado de jugar a lo mismo una y otra vez, como un técnico enredado en los cables de la máquina que supuestamente debería hacerle la vida más fácil.

Los que vieron el documental que acompañaba a la edición especial de Che, editada por Criterion en Estados Unidos, ya pudieron advertir en el discurso del director que la ilusión por su trabajo se había empezado a desmoronar, cansado de las inquinas del negocio y de sus infinitas dobleces, incomprensibles hasta para él, con 30 películas a sus espaldas.

De momento el cinéfilo puede consolarse sabiendo que Clint Eastwood ha declarado que nunca dejará de hacer películas o que Terrence Malick ha vuelto a lo grande: su próximo filme, The tree of life, se proyectará en el festival de Cannes si todo va como está previsto.

Steven Soderberg, fotografiado en 2009 durante el rodaje de <i>¡El soplón!</i>
Steven Soderberg, fotografiado en 2009 durante el rodaje de ¡El soplón!CLAUDETTE BARIUS (KOBAL)
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_