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Entrevista:JEAN-FRANÇOIS COPÉ | Secretario general de la gubernamental UMP

"Debemos regular la práctica del islam en Francia"

Antonio Jiménez Barca

Jean-François Copé, de 46 años, es un ambicioso político, varias veces ministro, al que le gusta desmarcarse. Actualmente es secretario general de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), y muchos (incluido él mismo) apuestan por él para dirigir la derecha francesa después de Nicolas Sarkozy. En noviembre, en su penúltima reforma del Gobierno, este ofreció a Copé el goloso Ministerio del Interior. Lo rechazó, prefiriendo quedarse con las riendas del partido.

Muchos aseguran que ese supuesto paso atrás fue producto del cálculo político personal. Copé, que recibió recientemente a EL PAÍS en su despacho parisiense, responde, simplemente, que desde donde está es más útil para trabajar por la reelección de Sarkozy en 2012. Los actuales sondeos, catastróficos para la UMP, no le preocupan demasiado, o por lo menos eso afirma con una sonrisa tranquila. Fue el promotor y el defensor en el Parlamento de la ley que prohibirá dentro de un mes el uso en la calle del burka (prenda que cubre por completo a la mujer) y ha sido el encargado de lanzar un debate que su partido organizará en abril sobre el islam en Francia. Sus adversarios le acusan de estigmatizar a los musulmanes para retener o atraer los votos de esa parte de la población que engorda cada vez más las filas del Frente Nacional de Marine Le Pen (una encuesta aparecida ayer en Le Parisien colocaba a la hija y heredera política de Jean-Marie Le Pen como el personaje político más votado en una hipotética primera ronda de una elección presidencial, por encima de Sarkozy). Copé niega lo de la estigmatización y replica que su trabajo consiste en escuchar a los franceses, y no a los comentaristas políticos.

"La ley francesa de 1905 regula todos los cultos, salvo el musulmán"
"Queremos que quienes profesan el islam dejen de vivir al margen"
"El 'burka' niega la identidad de la mujer y es un riesgo para la seguridad"
"Hay un desfase entre los temas que trata la prensa y lo que importa al ciudadano"
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Pregunta. ¿Está de acuerdo con las críticas a la postura francesa en la actual revolución que recorre el mundo en árabe?

Respuesta. Me chocó bastante que un grupo de diplomáticos, anónimamente, escribiera una tribuna hace unas semanas en Le Monde asegurando que la diplomacia francesa está en crisis sin tener el coraje de poner su nombre. El momento no estuvo muy bien elegido. Sobre el fondo de la cuestión, bueno, en Francia hay especialistas en no hacer otra cosa que comentarios y análisis. Pero nadie fue capaz de prever el movimiento del pueblo árabe.

P. Hace unos meses fue el burka. Ahora, usted lanzará otro debate sobre el islam en Francia. ¿Es necesario?

R. No es un debate sobre la religión, sino sobre el ejercicio de la religión. El principio de la laicidad establece que uno pueda ejercer su culto sin molestar a los demás. Además, todos los cultos están regulados en Francia salvo el islam, debido a que cuando se estableció la ley que regula esta cuestión, en 1905, no había musulmanes en Francia. Debemos regular el islam en Francia, hay que regular cuestiones concretas como, por ejemplo, que la oración del imán se lleve a cabo en francés. Ahora en algunos sitios no se hace. Tampoco podemos aceptar que se rece en la calle.

P. ¿Los musulmanes rezan mucho en la calle en Francia?

R. No. Claro que no. Solo lo hacen en unas pocas zonas. Pero pasa como con la regulación del burka.

P. Tampoco hay muchas mujeres en Francia que lleven burka o niqab. Se calculan unas 2.000.

R. Pero eso es mucho. Y además, es una cuestión de principios. El burka es la negación de la identidad de la mujer y un riesgo para la seguridad. Además, constituye una contradicción completa con el hecho de convivir. No podemos vivir con alguien del que no sabes si sonríe o no.

P. La oposición le acusa de utilizar el islam como chivo expiatorio.

R. Es falso. El debate lo hemos concebido para que nuestros compatriotas de confesión musulmana dejen de vivir al margen del resto y para que puedan ejercer el derecho a su religión sin que se molesten los unos a los otros. Así, se les dirá que tienen todo el derecho a ejercer su culto a condición de que se haga dentro del respeto a los otros y a la ley de la República. Hacen falta señales de tráfico en las autopistas, normas para que uno no pueda hacer cualquier cosa. El burka, por ejemplo, es esa cualquier cosa.

P. ¿Organizan ese debate porque ven que se les escapan votos hacia el Frente Nacional?

R. No. Lo hacemos por los franceses. Debemos ocuparnos de las materias que les conciernen. Hay un desfase entre los temas de los que habla la prensa y los que de verdad importan a los franceses. La gran diferencia entre el Frente Nacional y nosotros es que al Frente Nacional no le interesa que los problemas se resuelvan. Y a nosotros sí. Un ejemplo: el primero que aseguró que no había que prohibir el burka fue Jean-Marie Le Pen.

P. ¿Y cuál es la diferencia entre Jean-Marie Le Pen y su hija Marine Le Pen?

R. Son la misma cosa. Tienen la misma técnica. El padre y la hija son lo mismo.

P. Los sondeos son muy malos para Sarkozy y el UMP en la actualidad.

R. Mire, yo soy de la escuela chiraquiana. Y sabemos lo que es enfrentarnos a sondeos malos. A principios de 1995, todos daban por perdedor a Chirac. Cuatro meses después, fue elegido. Hay que mantenerse tranquilo: keep cool, como dicen en inglés. Aunque hay que decir que solo nosotros participamos en el debate político.

P. ¿Qué quiere decir?

R. Que el Frente Nacional no participa verdaderamente, por lo que le dije antes. Y el Partido Socialista francés (PS) es incapaz de hablar con una sola voz. Así que estamos solos. Llevo tres años y medio esperando con interés a que nuestros adversarios hagan una propuesta.

Jean-François Copé, en enero de 2010.
Jean-François Copé, en enero de 2010.MELANIE FREY (CORDON PRESS)

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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