_
_
_
_
_
ANÁLISIS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La batalla por la credibilidad

Luis R. Aizpeolea

El portavoz de la izquierda abertzale en Álava, Aitor Bezares, eludía el viernes pronunciarse sobre la decisión de la Fiscalía de llevar a los tribunales los estatutos de Sortu. El silencio no era casual. Los líderes de la izquierda abertzale han apostado por la prudencia a sabiendas de que están bajo el foco de los tribunales y de la opinión pública ante el proceso sobre la legalización o no de Sortu.

Saben que su gran batalla de fondo es la de la credibilidad y que esta sufrió un daño casi irreparable cuando, tras el atentado de ETA en la T-4, en diciembre de 2006, que rompió el último proceso de paz, fueron incapaces de condenar la violencia etarra. Saben, por eso, que su decisión de recoger en sus estatutos el rechazo de la violencia de ETA, aunque ha mejorado su posición, necesita reforzarse.

Más información
Decenas de miles de personas apoyan en Bilbao la legalización de Sortu

"El 7 de febrero bajamos definitivamente la persiana", dicen. Pero para que esto sea creíble saben que la tienen que consolidar con prudencia y con nuevas propuestas en la dirección de desmarque de la violencia etarra, una vez que sus bases digieran el paso dado el 7 de febrero. Ese refuerzo les resulta aún más necesario cuando ETA, aunque está en tregua y sin cometer atentados desde agosto de 2009, sigue ahí. En esa clave se entiende que en la multitudinaria marcha de ayer, en Bilbao, sus oradores apelaran a que ETA declare "el alto el fuego definitivo".

Los líderes de la izquierda abertzale saben que la legalización de Sortu, su gran objetivo en este momento, es ante todo una batalla en los tribunales. Pero que, a la larga, su consolidación como partido depende de la credibilidad de su separación del terrorismo de ETA.

De ahí la importancia que van a dar en las próximas semanas a los gestos y a la movilización en la calle, en la que ayer cosecharon un éxito notable de participación, acompañados de todo el soberanismo nacionalista. Lo cual les refuerza internamente, porque visualizan el éxito de su estrategia frente a los sectores más nostálgicos de la violencia que siguen en sus filas. También les refuerza en su batalla por ganar credibilidad ante la opinión pública. En este punto, los ritmos son distintos en Euskadi y en el resto de España, sobre todo en la capital.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

En Euskadi, en las dos semanas transcurridas desde que la izquierda abertzale anunció su rechazo a la violencia de ETA, se está reafirmando una actitud positiva hacia su posición. Todas las formaciones nacionalistas, incluido el PNV, están por su legalidad. Y el Gobierno de López y el PP de Basagoiti, pese a sus recelos y exigencias de más hechos que confirmen su compromiso, les han abierto un margen al reconocer el paso que han dado.

No sucede lo mismo en Madrid, donde predomina la idea de que se asiste a una nueva trampa de la izquierda abertzale para estar en las elecciones. Una de las razones es la ausencia de información sobre el proceso de confrontación de intereses entre ella y ETA, acelerado en el último año y medio hasta su culminación el 7 de febrero. El último referente de la izquierda abertzale para muchos españoles es el de su inaceptable comportamiento tras el atentado de la T-4.

También hay intereses políticos de por medio. El PP y sus medios afines se han instalado cómodamente en la enorme ola de desconfianza de la opinión pública española para impedir cualquier movimiento del Gobierno Zapatero, como el mero reconocimiento de que la izquierda abertzale ha dado un paso hacia el fin de ETA. Y han amenazado con utilizar electoralmente esa desconfianza contra el Ejecutivo en vísperas de unas elecciones que se le presentan complicadas al PSOE. ¿No será que el PP teme un fin de ETA con otro Gobierno que no sea el suyo?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_