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La seguridad en Barcelona desata una disputa entre el Ayuntamiento e Interior

Escarp dice que los delitos violentos aumentaron en 2010 y luego rectifica

Jesús García Bueno

El cambio de color político en el Palau de la Generalitat ha desatado una guerra entre instituciones a propósito de la seguridad. La ofensiva la ha lanzado la concejal del ramo en el Ayuntamiento de Barcelona, Assumpta Escarp. A cuatro meses de las elecciones municipales, Escarp dijo el jueves que los "delitos violentos" aumentaron de forma "preocupante" en la ciudad el año pasado, aunque no ofreció cifras que avalaran esa percepción. Interior ve en esas declaraciones fines partidistas y advierte que no permitirá que "se use electoralmente" a los Mossos d'Esquadra.

La concejal calculó mal porque al día siguiente (ayer) ella y el nuevo director general de la policía, Manel Prat, se vieron las caras en una rueda de prensa para detallar los resultados de las patrullas mixtas entre Mossos d'Esquadra y Guardia Urbana la pasada Navidad.

El Gobierno catalán exige que no se use a los Mossos con fines electorales

Escarp admitió que en 2010 hubo menos hurtos, pero insistió en que aumentaron los "robos con violencia". El comisario jefe de la policía autonómica en Barcelona, Joan Carles Molinero, precisó que el año pasado se produjo "una clara tendencia a la baja" en esos mismos delitos, los que "crean más alarma", como los tirones o los asaltos a comercios. La contradicción era evidente, pero Escarp, visiblemente tensa, insistió: "En 2010 sigue el repunte de los robos con violencia, y es lo que nos preocupa. No estamos diciendo cosas muy diferentes". En realidad, sí lo hacían.

El comisario Molinero se reafirmón en que esos robos habían bajado (en algunas tipologías, de forma "notable") y Escarp claudicó: "Me gustaría matizar lo que he dicho. Lo que me preocupa es que hay un aumento del grado de violencia en los delitos", dijo, en alusión al robo sufrido por el responsable de un bar en Sant Antoni, brutalmente agredido por los ladrones. Una vez más, pinchó en hueso. El jefe de los Mossos en Barcelona admitió que hay un ligero repunte de los robos en plena calle, pero que la violencia empleada fue menor en 2010 y se limitó, a menudo, a "un empujón o una agresión verbal". "No quiero minimizarlo porque para las personas que lo sufren es duro. Pero no hay más atracos con pistolas o armas blancas", reiteró en tono conciliador.

La víspera, Escarp también había criticado el recorte planteado por el Departamento de Interior para la próxima convocatoria de mossos, que pasará de 800 a 600 aspirantes debido al recorte presupuestario. La concejal dijo que una medida así podría afectar a la seguridad de Barcelona. Manel Prat también eludió la confrontación con la concejal, pero subrayó que la merma de efectivos "no supondrá en ningún caso menos horas de patrullaje policial".

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No fue el único episodio que ilustra el reciente divorcio entre el Ayuntamiento y la Generalitat en materia de seguridad. El alcalde de la ciudad, Jordi Hereu, aseguraba (con el Gobierno tripartito) que la seguridad en la ciudad era buena y que el incremento de mossos no era urgente. Ahora, la actitud es la contraria.

La creciente distancia entre el Gobierno catalán y el Ayuntamiento contrasta con la aproximación entre sus cuerpos policiales. Un operativo de patrullas conjuntas, entre el 2 de diciembre y el 16 de enero, ha permitido que los hurtos caigan un 3%, y los robos en comercios, un 21%.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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