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Reportaje:

El 'bar del gallego' resiste

Un lucense, célebre en Buenos Aires por mantener un viejo local en el barrio de moda

Si en un buscador de Internet ponemos la frase "bar del gallego" en las primeras referencias encontraremos las de un establecimiento que lleva este nombre y que se encuentra en el barrio más fashion de Buenos Aires, Palermo Hollywood o el Soho, como le llaman los turistas. Rodeado por canales de televisión, productoras de cine y restaurantes con cartas llenas de platos de nombres kilométricos, sobrevive un bar que se instaló en este lugar en 1980, cuando Palermo era un barrio normal y a nadie se le había ocurrido pensar que en poco tiempo iba a convertirse en la zona de moda. Emilio Sangil tenía entonces 50 años pero ya llevaba 30 en Argentina donde se ganaba la vida, como tantos otros emigrantes gallegos, en el mundo de la hostelería.

"Cuando llegamos a este barrio era tierra de nadie", cuenta el dueño
El hostelero llegó a rechazar un millón de dólares por el inmueble

Es la hora de comer de un día laborable y en el bar pueden verse a muchos trabajadores que degustan las especialidades del lugar. Los platos de carne asada con patatas son enormes, "con cada uno de ellos comen dos personas", dice orgulloso Sangil, quien explica que su clientela la forman tanto personas con escasos recursos como trabajadores y ejecutivos del canal de televisión América o de otras empresas que se ubican en la zona. Curiosamente, fueron los clientes los que le pusieron nombre al establecimiento, ya que éste no lo tenía pero ante la obligación legal de darle uno, Sangil se quedó con la expresión más habitual para referirse a su local: "Vamos a tomar algo al bar del gallego, acá a la vuelta".

Emilio cuenta que abandonó su Lourido natal, en la provincia de Lugo, a principios de la década de los cincuenta, como tantos otros emigrantes buscando nuevas oportunidades. Uno de sus hermanos ya estaba en Buenos Aires y le ayudó a abrirse camino en los siempre difíciles años iniciales. Tras trabajar en diversos empleos decidió seguir el camino de muchos otros compatriotas y abrir un hotel familiar. Hasta hoy continúa con el establecimiento hotelero junto al bar que, con el tiempo, se ha convertido en un negocio familiar, ya que en él también trabajan su mujer y una de sus hijas. "Cuando llegamos a este barrio, era prácticamente tierra de nadie", explica Sangil, "primero compramos una vivienda y luego decidimos habilitar el bajo como bar para atender a las personas que trabajaban por la zona y buscaban un lugar para comer porque no había".

Con los años la zona fue cambiando hasta convertirse en lo que es ahora, el principal centro de diversión nocturna para porteños y turistas por su amplia oferta de pubs y restaurantes. Además, numerosas empresas se ubicaron en ese área, ya que había disponibilidad de amplios inmuebles a precios muy competitivos. Con el paso de los años, la zona se fue encareciendo y hoy los precios son de los más altos de la ciudad. La esquina en la que se encuentra el bar de Sangil siempre fue codiciada por encontrarse en las cercanías del canal de televisión América y de una de las principales empresas de cable del país, Cablevisión. El dueño de esta compañía fue el que trató de seducir a Sangil a finales de los ochenta con ofertas millonarias realizadas a través de intermediarios. Las oficinas centrales de Cablevisión eran contiguas al bar

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Sangilno quiere hablar mucho del tema pero su mujer, Cristina, comenta que llegaron a ofrecerle un millón de dólares por comprar el inmueble. Rechazaron esa y otras ofertas y Emilio llegó a decirle al acaudalado empresario que antes de venderle a él tiraría el local abajo y haría una plaza para que jugasen los niños. "La verdad es que yo vivía cómodo con lo que tenía y no quería cambiarme", explica Sangil, quien vive encima del bar.

Seguramente no había dinero que pagase la posibilidad de poder charlar cada día con los clientes habituales y llevar el estilo de vida que había elegido. Por las mesas del bar han pasado visitantes ilustres que encontraban tiempo para visitar el local antes o después de que les hicieran una entrevista en la televisión o en las numerosas emisoras de radio de la zona. El expresidente Carlos Menem; el actual alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, y los tenistas Guillermo Coria o Juan Martín del Potro son algunos de los que han pasado por el lugar.

Pese a que ha vivido más de la mitad de su vida en Buenos Aires, Sangil no olvida Lourido y cada pocos años visita Galicia, donde aún tiene muchos parientes repartidos por diversas localidades de Lugo. Nunca quiso volver a pesar de que su mujer intentó convencerlo alguna vez, pero ni ella ni las ofertas millonarias le hicieron echarse atrás y ahora parece difícil que cambie. "Eso sí, este año volveremos a visitar Galicia para ver a la familia", responde sentado en una de las mesas del bar que se ha convertido en un símbolo de la gastronomía de otros tiempos en Buenos Aires. Hasta tiene una página de seguidores en Facebook.

Emilio Sangil, frente a su bar en el exclusivo barrio porteño de Palermo Hollywood.
Emilio Sangil, frente a su bar en el exclusivo barrio porteño de Palermo Hollywood.RICARDO CEPPI

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