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Crítica:DANZA MANGA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Color en la viñeta móvil

La coreógrafa y bailarina venezolana afincada en Madrid Mey-Ling Bisogno desborda imaginación y hace un usufructo notable de unos recursos modestos, tanto en elementos ambientales como en los propiamente dancísticos que le ofrecen sus compañeras de escena: Diana Bonilla y Cristina Pérez Sosa.

La inspiración en las viñetas japonesas es llevada en literalidad. Los efectos luminotécnicos, rapidez de acción, secuenciado vertiginoso y sensación de urgencia sobre la historia corta, están presentes. Todo empieza con un viaje. Las tres artistas se hacen acompañar de tres maletitas con ruedas (los habituales trolleys, sin los que es difícil imaginar el viaje contemporáneo). Un signo de admiración se dibuja con luz en el suelo y en el fondo, y ese elemento tan presente en los recursos iconográficos del cómic, ya sea japonés o de otro sitio, viene a significar aquí algo más que asombro, quizá habla de un patrón de comportamiento rozando esquemas burlescos y con ingredientes de humor, hasta derrotar hacia una densidad menos evidente, más oscura.

MANGA

Compañía Trans / Garden. Coreografía: Mey-Ling Bisogno. Música: Martín Ghersa. Luces: Paloma Parra. Ilustraciones: Lucas Rearte. Vídeo: Esteban Ghersa. Vestuario: Milan Hau. Teatro Pradillo. Hasta el 23 de enero.

Mey-Ling tiene sentido de la distribución espacial, maneja los ritmos teatrales para no aburrir al público en ningún momento; densifica una acción mayormente gráfica y fragmentada hasta hacer la lectura cognoscible. Las imágenes se suceden. Puede intuirse un orden en la acción o aventura, pero eso no está en el cardinal de la coreógrafa, que se interesa más por los cuadros mismos en su especificidad, su apertura y cierre como células o módulos de un todo. Algunas de esas imágenes son poderosas, como la doble camisa de fuerza-crisálida, que ofrece momentos conseguidos de la línea en blanco y negro, pues a continuación, llega (y triunfa) el color ácido con su masa casi sacado de pantone profesional en pelucas, calzado y otros accesorios, a la vez relacionados con la estética de los barrios más modernos de Tokio como Shinjuku o Shibuyu.

La luz de espectáculo Manga, que abusa de los efectos estroboscópicos (por cierto, está comprobado: son dañinos al ojo humano), en el resto cumple eficazmente. Con respecto al baile, conviene detenerse y analizar dos aspectos. De un lado, el abundante material sugerido por Mey-Ling y las formaciones que comporta no son ofrecidos rigurosamente, se recurre a una ejecución relajada y debería dominar un reglado estricto que ofreciera contraste con lo visual. La música potente se inserta sobre la historieta y dimensiona escenas como la del chicle asesino, que recibe su merecido y se pega a un zapato anónimo crecido en pantalla con un acento de pop-art.

Mey-Ling Bisogno en <i>Manga,</i> en el teatro Pradillo.
Mey-Ling Bisogno en Manga, en el teatro Pradillo.
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