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Columna
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Ser quien es

Mucho histrionismo y poco conocimiento. Así es muy difícil cambiar el modelo productivo

El nuevo año ha comenzado y con él los nuevos compromisos e ilusiones. Somos conscientes de que una gran parte de las situaciones se renovarán, otras las pondremos en cuestión y unas terceras tendremos que afrontarlas con dificultades. Nos hemos conjurado a empezar el año dejando atrás los sinsabores del pasado, enfilando con nuevos bríos los tiempos venideros.

Por eso, quiero empezar con un análisis de lo comentado por José Luis Sampedro, brillante economista y magnífico escritor, en una entrevista publicada recientemente en EL PAÍS. Decía el presidente de mi tesis doctoral allá por el 1982: "Vivimos una época en la que sobran decibelios y estrépitos; y faltan gentes de ideas que iluminen. A veces, estorba tanto deslumbramiento". Magnífica definición del momento actual. Nada mejor que un primer aldabonazo para comprender la situación que estaba caracterizando y sobre la que estaba basculando el quehacer cotidiano. Mucho histrionismo y poco conocimiento. Con esos mimbres es muy difícil cambiar el modelo productivo; modificar los comportamientos; y subrayar metas colectivas. Y, lo que es peor, se arrastra un efecto-contagio que nada beneficia a las esperanzas de un país o a las ilusiones de una colectividad.

A nadie se le oculta que escritores, economistas, analistas o políticos buscan en ocasiones el escándalo y la retórica para llamar la atención, para saborear ese cuarto de minuto de gloria, que diría el Warhol, como el que utilizan los premiados en los Oscar de Hollywood. Pero estaremos de acuerdo en que la vida no la podemos orientar ni enfocar a conseguir ese halo de popularidad o de estruendo volátil, como el que caracteriza a determinados programas televisivos o a ciertos comportamientos de individuos centrados única y exclusivamente en esa meta.

Asimismo, no se discute la existencia de personas que iluminen y que pongan cordura en los diagnósticos y en las reflexiones actuales. Estos son los que escasean. Y los que existen (que afortunadamente son muchos), se han escondido. Quizás porque no están cómodos en la actual situación.

Con el humor, la agudeza y la precisión que caracteriza a José Luis Sampedro, éste nos regala otras frases para la historia. A la pregunta de si otro mundo es posible, el responde "otro mundo es seguro". A partir de ahí, engrana razonamientos históricos y elucubra sobre los nuevos escenarios. Qué finura y precisión la suya. Resalta lo relevante que supone vivir en un mundo más seguro. Claro está, el problema del mundo no es su posibilidad/probabilidad de existencia, sino la seguridad de evitar riesgos cíclicos, inseguridades e incertidumbres. Lo que ambicionamos es eliminar cualquier situación de abusos, irregularidades y desajustes. Eso que llamamos dictaduras, despilfarros, desasosiegos.

Me ilusiona saber que el brillante ensayista aventure que "el sistema ha organizado un casino para que ganen siempre los mismos" y poder enseñarnos que "estamos a las puertas de grandes transformaciones, como la tecnología y la genética, que siguen avanzando; y sin embargo no sabemos cerrar cicatrices enormes como las derivadas de las desigualdades abisales". Qué verdad de la buena. El mundo financiero se ha convertido en un sinfín de casinos que inventan nuevos juegos y apuestas. Y sobre ellos no existen reglas o las que se pactaron se cambian a mitad de partida. El objetivo es que los que acudan tengan la obligación de perder y aquellos que no acudan sean obligados a poner dinero. Las recientes quiebras de las bancos americanos, irlandeses, islandeses, griegos, etc. las estamos pagando aquellos que no hemos ido, ni jugado al casino mundial

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José Luis Sampedro sigue siendo José Luis Sampedro, aquel que nos enseñó en su magnífico libro Las fuerzas económicas de nuestro tiempo el juego entre el yin y el yan (lo bueno y lo malo); aquel que nos abrió los ojos al explicarnos el flujo circular de la renta; aquel que nos insistía en diferenciar dos conceptos diferentes: el crecimiento y el desarrollo; aquel que nos llamaba la atención sobre el papel y el rol de los países en desarrollo; el que nos explicaba el auténtico significado de la inflación. Ahora, nos vuelve a dejar otro párrafo para la enseñanza: "Los economistas y los políticos no parecen entender que son más importantes las creencias que las verdades. La economía se ha revestido de ciencia; la política lo mismo. Y lo que falta es otra cosa: metafísica, falta de acabar con el atraso de las ciencias sociales". Por eso, dice "ser, quien es".

El profesor Sampedro sigue asombrándonos a sus 93 años con sus enseñanzas. Estos consejos son los mejores deseos para un nuevo año. Tomemos nota de los mismos y comprometámonos a desarrollarlos. Nos irá muy bien.

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