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CARTA DEL CORRESPONSAL / Berlín
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Merkel, la incomprendida

"Una pila de escombros" es lo que, para Angela Merkel, resultó del "precipitado" ingreso de Grecia en la eurozona. Así lo dijo en el reciente congreso federal de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), donde acusó a la oposición de haber permitido aquel ingreso y de haber relajado el Pacto de Estabilidad cuando estaba en el Gobierno. Dos "irresponsabilidades". A ella le toca pagar los platos rotos: los de Grecia hace seis meses y, ahora, los de Irlanda. Pero mientras que el rescate griego redundó en una avalancha de críticas internacionales a Merkel por su reticencia a soltar el dinero, el caso irlandés ha dado la impresión contraria: según se percibe desde aquí, hubo que convencer a Dublín para que aceptase el salvamento.

Los alemanes se sienten los paganos de la crisis en Europa
El mayor damnificado por un fracaso del euro sería Alemania
La canciller es, para algunos, cabeza de turco de los males europeos

En Alemania, la operación se ha seguido con más aprensión que apasionamiento. Nada de campañas mediáticas de desprestigio contra los irlandeses, como aquellas que los medios alemanes sensacionalistas dedicaron a Grecia en primavera. Estos tampoco han transfigurado a Merkel en nueva "canciller de Hierro", como cuando se negociaba en Europa el rescate griego.

Se ha repetido una y mil veces que el mayor damnificado por un fracaso del euro sería Alemania. Así lo reconoce Merkel. Sería de esperar que se lo explicase bien a los alemanes. Este año, el crecimiento del PIB alemán está superando las marcas de varios lustros. Se espera que la economía crezca un 3,5% en este año de desastres financieros en el sur de Europa. Alemania coloca entre sus socios europeos la parte del león de sus exportaciones, que son el motor de su boyante economía. Muchos ven un éxito del modelo alemán de capitalismo, que contraponen al denostado modelo anglosajón. Uno de los blancos favoritos de los adalides políticos de lo que aquí llaman "economía social de mercado" es ese 12,5% con que los irlandeses gravan a sus empresas. Igual que en España, el impuesto de sociedades ronda en Alemania el 30%.

"Los críticos maliciosos se han tenido que callar", decía Merkel a su partido. Y se congratulaba de la vistosa recuperación alemana, que, reconocía, "no es ningún milagro". Pero maliciosos o no, los críticos perseveran. En Irlanda acusan al Gobierno alemán de "colonialismo". Mientras que en Europa se espera liderazgo de Alemania, dentro se espera una explicación del Gobierno. Importunados en su ensimismamiento, los alemanes se sienten los paganos de Europa en una crisis que no ha hecho más que empezar.

La última propuesta de Merkel de implicar al sector privado en los rescates europeos se ha topado con la incomprensión e incluso con la befa de los analistas. Dicen que la propuesta llega demasiado pronto y sin un plan viable de aplicación. Spiegel Online, la web de noticias más visitada del país, advertía el jueves a Merkel de que se está convirtiendo en cabeza de turco para todos los males del continente. Destacan que las fotografías de Merkel que eligen los principales diarios europeos suelen presentarla malhumorada y hosca. Poco debe de importarle en estos tiempos en los que los líderes europeos se dan la espalda unos a otros y, todos a una, al progreso de la idea europea.

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