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Columna
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Vivillos o muertitos

Cuando Michael Jackson estaba preparando su última gira, la del reencuentro del ídolo con todos los fans del planeta, se le acercó un tipo embozado en un pañuelo (no se sabe si era Billy el Niño o alguna compañía de telefonía móvil) y le dijo encañonándole con un colt:

-¡La bolsa o la vida!

El Rey del Pop se lo debió pensar un momento porque no estaba habituado a las disyuntivas. Finalmente se decidió por la conjunción:

-Pues la bolsa Y la vida. ¡Qué le vamos a hacer...!

Y así fue. Jackson entregó su vida y, acto seguido, una bolsa llena de dólares de plata, la Gallina de los Huevos de Oro y el Cuerno de la Abundancia. La demostración de que fue así es que, desde su muerte, ha vendido millones de discos y ya hay un adelanto de su nuevo álbum en Internet. Las canciones inéditas de las grandes estrellas del pop y el rock salen con cuentagotas para prolongar el filón (Igualico, igualico que Sergei Bubka, el saltador de pértiga, que dosificó su capacidad para batir tropecientasmil veces su propio record) No hay que olvidar que el material nuevo de un cantante suele estar sacado de recortes de discos anteriores pero también puede ser más falso que un duro de madera. La tecnología digital hace milagros y de una simple conversación grabada se extraen palabras, se afinan un poco y se colocan sobre una base musical apócrifa de forma que aquello parezca una canción. Un chollazo.

Rechazaron el baño de masas en el Monte do Gozo y optaron por las intrincadas rúas para hacer cuentas milagrosas de asistentes
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(Dios nos libre de la hora de las alabanzas: si son unánimes es que uno está criando malvas. Es el caso de Marcelino Camacho. Las mismas gentes que le enchironaron -o, por lo menos, las de la misma cuerda- aplauden ahora con entusiasmo su sindicalismo humanista buen-rollista y apolítico. Esto es sarcástico: CC OO fue, en su momento, el sindicato utilizado por el Partido Comunista como cuerda de transmisión en el mundo del trabajo. En fin...).

Como Michael Jackson, El Cid ganó batallas siendo ya un fiambre y Santiago Apóstol ha generado infinitamente más dinero después de muerto que cuando iba acompañando a Cristo por Galilea y aledaños. Él y sus once colegas no cobraban ni un sextercio por esas visitas pastorales y se alimentaban de la caridad precristiana. El Camino que lleva su nombre -ya lo dice el viejo proverbio- trae peregrinos de todo pelaje: unos dejan unos cuartos y otros ni el peaje. Y esto no es San Andrés de Teixido: salvo el Apóstol, aquí no se viene de muerto que se viene de vivo. Que de vivillos anda esto bien sobrado -¿dos Monxes?-. Al contrario que las estrellas del rock, el papa muerto, Juan Pablo II, ya no atrae masas ni vende las chapitas y banderas de Totus tuus. Su ascensión a los cielos en vida fue fulgurante, pero parece ser que la post mortem va a tener que esperar por unos asuntillos un poco raros con Maciel y sus Marines de Cristo, o como se llamen.

El papa vivo, Benedicto, por su parte, no es una estrella sino más bien un músico de rock normal, de esos que tocan de vez en cuando por locales pequeños con su grupo. Y a mucha honra, claro, pero no se puede pretender llenar estadios así a la caída, que luego no viene la peña al bolo y el del bar se tiene que beber él solito todos los barriles de cerveza que ha comprado engañado por el oropel y la farándula. Al menos la cerveza se bebe, no así el merchandising de El Papa Vivo & The Vivillos. Los promotores prometieron doscientos asistentes donde apenas hubo veinte (multiplíquense por mil, pero es que así nos sale otro viejo proverbio). Algo ya se debían de oler cuando dijeron que no al Monte do Gozo como escenario del baño de masas y prefirieron las intrincadas rúas empedradas compostelanas para hacer cuentas milagrosas sobre la asistencia al evento...

La Bolsa y la Vida suelen ser inversamente proporcionales en el show business. Cuanto más muerto está alguien, más pasta gana. No siempre es así aunque la vida y el estrellato estén en las antípodas de la muerte y la posteridad. Gardel cada día canta mejor, Michael Jackson se forra y Wojtyla espera con paciencia en el Purgatorio que negó. Por eso los romanos buscaban a Cristo vivo o muerto: para asegurarse su tanto por ciento de managers pasase lo que pasase.

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