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Reportaje:SINGULARES: Pedro Soria, ganador del primer campeonato nacional de siesta

Al rey de la siesta le roban el premio

"Me quedaban 600 euros para gastar en mis nietos. Ahora se esfumó todo"

Cuando Inés Salazar, una ecuatoriana de 58 años residente en Alcorcón, vio a un montón de gente en el centro comercial Isla Azul compitiendo por ver quién era el mejor dormidor de siesta, lo tuvo clarísimo. Al dormilón de su Pedro no le hacía frente ni uno solo de esos poltrones. Corriendo se volvió a casa a ver al Pedro en cuestión, Pedro Soria, su marido, un vigilante de seguridad en paro de 62 años. "¡Pedro, Pedro!", cuenta el esposo que le alertó su mujer. "Vente que te ganas", le aseguró en su deje.

Inés confiaba tanto en las posibilidades del hombre que tantas veces había visto desplomarse en el sofá en cuestión de segundos, que ya le había hasta inscrito. Así que allá fue Pedro a probar suerte. Un antifaz, unos tapones, una mantita y al catre. Diecisiete minutos de sueño intenso y un ronquido "muy elegante", según describe el propio concursante. Eso fue suficiente para erigirse como el campeón del primer campeonato de siesta de España, organizado por la Asociación Nacional de Amigos de la Siesta. De premio: 1.000 euros a gastar en el propio centro y el orgullo de dejar claro que la siesta también es costumbre latinoamericana. Inés sabía lo que tenía en casa.

Fue su mujer, Inés, quien sin decirle nada le inscribió en el concurso
"Para dormir bien hay que tener cansancio, relajarse y desvanecerse"
Vigilante en paro, el ganador quiere volver a Ecuador a buscar trabajo
El centro comercial solo le devolverá el dinero que no haya gastado el ladrón
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"Después llegaron las teles, los periódicos, las radios...", cuenta Soria. Y se ríe de la paradoja de su propia existencia. "Me sentía chiquito ante tanto medio y solo sabía decir gracias, gracias. Toda la vida trabajando duro como vigilante y resulta que me hago famoso por echarme una siesta", se mofa el campeón.

Se lo toma con humor. No le importa hacerse el dormido en un parque público para que un fotógrafo le retrate en su postura más conocida. Pero justifica el éxito: "Estaba cansado. Como cada mañana, había salido a caminar y a hacer deporte. Además, casi siempre he trabajado de noche y estoy acostumbrado a dormir de día. Ese fue el motivo por el que gané".

Soria no se podía creer lo que le proponía su esposa aquella mañana. Ella ya había probado suerte. "¿Que me pagan dinero por dormir?", le preguntó el ex vigilante. Después le asaltó cierta vergüenza. "Pero, Inés, se van a pensar esta gente de España que soy un vago. Que perdí mi trabajo por dormir", le comentó a su mujer. Al final, Morfeo sedó sus dudas. Se convirtió en el justo ganador.

Lástima que la suerte sea tan efímera como los sueños que Soria nunca consigue recordar. Ocho días después de coronarse en el concurso, el pasado mes, la esposa de Pedro fue al centro comercial con el cheque del premio a comprar disfraces de Halloween para sus nietos. Aún quedaban 600 euros por gastar.

El botín, escondido en un bolso, quedó descuidado unos minutos en el carro de su nieta. Voló. Algún desaprensivo se hizo con él. Al ser domingo, no había personal en el centro para denunciarlo, y el mangante dispuso del tesoro al menos dos días, lo que tardó Isla Azul en estar informado. Lo más duro es que el centro solo les devolverá el dinero que el ladrón no se haya gastado. "Pero si era una tarjeta con un número. ¿Por qué no se puede anular y hacer otra nueva?", se cuestiona Soria. "Con los 480 euros que cobro de paro, era la única esperanza que tenía para comprar regalos a mis cuatro hijos y mis nueve nietos. Ahora se esfumó todo", añade abatido.

Y es que hay quien nace sin ángel. Pedro ya está acostumbrado a ver cómo se desmoronan sus éxitos. Después de 30 años con un trabajo estable como vigilante en Ecuador, la caída del sucre le llevó a probar suerte en España hace 11 años. Aquí tampoco le fue fácil volver a desempeñar su oficio, pero lo logró durante ocho años. Y hace ocho meses que la crisis de aquí le ha vuelto a dejar sin empleo. "Me tendré que volver a Ecuador", dice Soria. "Pero, bueno, también extraño mucho a los míos de allá. Ahí no hay jubilación, pero puedo hacer chapuzas con mi yerno", positiviza.

Fácil pensar que el campeón nacional de siesta, un hombre capaz de conciliar el sueño en tres minutos, perdió su empleo de vigilante nocturno por quedarse dormido en el trabajo. "Pero no fue así", atestigua. "Me he quedado dormido en la Renfe, en el autobús, en el metro...", confiesa, "en más de una ocasión me he despertado más allá de mi parada y he tenido que regresar", añade. "Pero no en el trabajo. Soy un profesional. Un día me quedé medio adormilado y mi jefe me vio. Pero eso solo fue un día", se defiende. "Bueno, quizás dos", termina de admitir el dormilón, "pero el otro nadie me vio".

Soria aprovecha su nuevo estatus para dar un consejo. "Para dormir bien hay que tener cansancio. No pensar en lo que te preocupa. Relajarse, y desvanecerse", instruye. E invita a reflexionar: "Hay gente que no descansa por ganar más pasta. Y yo digo, ¿es más importante cuidarse o enriquecerse? Yo lo veo claro".

Con su marcha a Ecuador, Soria dejará de ser una amenaza para los siesteros españoles con vistas al concurso del año que viene, pero si se llegase a quedar en Madrid, tiene claro que volverá a probar suerte. Y desafía: "Si Dios me permite y me coge así un sueñito rico, estaré al frente. Con mi siesta de campeón".

El campeón nacional de siesta, Pedro Soria, posa tumbado en un parque de Alcorcón.
El campeón nacional de siesta, Pedro Soria, posa tumbado en un parque de Alcorcón.ULY MARTíN

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