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El de Contador fue el único análisis "adverso" del Tour

La AMA pide controles "más agresivos" a la UCI en la ronda francesa

Carlos Arribas

Solo uno de los 654 análisis antidopaje efectuados durante el Tour (241 de orina y 413 de sangre) dio lugar a una "detección analítica adversa" (jerga oficial para hablar de un positivo), el de Alberto Contador. Así se desprende del informe, hecho público ayer, del equipo de observadores independientes que, bajo la égida de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), inspeccionaron todo el proceso antidopaje durante la carrera. Aparte hubo cuatro "presuntas detecciones" (otra jerga), que se saldaron sin más con los respectivos justificantes terapéuticos, y cinco "atípicos" (excesivo ratio de testosterona o epitestosterona, síntoma de posible dopaje con anabolizantes), de los cuales uno dio lugar a una comprobación posterior que demostró el origen natural de la desviación.

El informe solicita más pruebas, sin previo aviso, "en las horas más intempestivas"

Solo 10 de los análisis se hicieron en el laboratorio de Colonia, al que la Unión Ciclista Internacional (UCI) avisó unos días antes de la carrera de que le enviaría unas cuantas muestras seleccionados en tres días señalados para la búsqueda de nuevas sustancias o métodos -el resto se realizaron en el laboratorio habitual de Lausana-. Uno de los diez análisis de Colonia fue el que halló los 50 picogramos de clembuterol en la orina de Contador. La UCI debe ahora decidir si eleva el caso de Contador y lo pasa de "detección adversa" al de "violación del reglamento antidopaje" y se lo entrega a la federación española para que abra el correspondiente expediente. Precisamente, en este sentido, una de las 57 recomendaciones con que concluye el informe indica que debería ser la UCI directamente quien incoe los primeros expedientes para dar más "velocidad y consistencia" al proceso, sin esperar a que sean las respectivas federaciones nacionales de los ciclistas afectados.

Mientras el informe de los observadores no señala ningún problema grave ni ningún indicio de escándalo, sí que precisa, en otra de las recomendaciones, que los controles deben ser "más agresivos", que hay que acabar con la "insana amistad" entre los agentes del antidopaje y los corredores, que deben hacerse más análisis rutinarios de EPO en orina (solo en el 70% de las orinas analizadas se buscó EPO), que hay que hacer menos controles después de terminadas las etapas (actualmente el 85%) y más controles sin previo aviso, a ser posible "en las horas más intempestivas, muy prontito por la mañana y muy tarde por la noche". Justifican esta política, que los observadores asumen que, en efecto puede ser molesta para deportistas implicados en una competición tan dura como el Tour, en las nuevas técnicas de combinar microtransfusiones y microdosis de EPO que hacen que la ventana de detección sea mínima. "Deben ser, sobre todo, controles más dirigidos a aquellos corredores que por su historial, su buen rendimiento o su pasaporte biológico sean más sospechosos", recoge el informe.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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