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Reportaje:

Excursión en un tren viejo, pero mimado

Una docena de voluntarios todavía mantiene viva una reliquia ferroviaria

A las 9.30 de la mañana, un sábado, un tren estacionado en la vía 5 de la estación de Chamartín atrae las miradas. Desde luego es antiguo, ya no se ven vehículos así, pero varias decenas de viajeros se apresuran a tomarlo. El panel de información indica: Tren especial, Calatayud. Es una excursión de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid (AAFM), con su tren La Suiza. Una docena de voluntarios, la mayoría de veintitantos años, ha organizado el viaje: desde preparar el tren y obtener los permisos de Renfe para circular hasta limpiarlo, revisarlo y, por supuesto, conducirlo (los que tienen la licencia de maquinista).

"La Suiza es un monumento histórico, como cualquier otro, y fíjese que, sin apenas publicidad, va casi lleno", comenta José Antonio Arroyo, uno de los pasajeros que participan en la excursión a Calatayud, con su esposa Ángeles Fernández. "Cuesta mucho esfuerzo sacarlo a la vía", añade, "y estos jóvenes lo hacen gratis, lo hacen muy bien, pero tenía que mantenerlo Renfe, o la comunidad autónoma o algún ministerio...". "En otros países, como Reino Unido o Alemania, hay mucho más empeño en la conservación de este tipo de material histórico", añade Javier Cuevas. Para Jesús Flórez, mecánico ferroviario de Metro de Madrid, La Suiza "es como un avión de hélice antiguo, o como un Seat 600....".

'La Suiza' se usó desde 1960, pero por dentro está perfectamente

Los socios de la AAFM que se encargan de La Suiza dedican los fines de semana y los días que pueden a trabajar con los tres trenes cedidos por el Museo del Ferrocarril y que tienen a su cargo. Los guardan y mantienen -con un parco presupuesto de unos 6.000 euros al año- en el depósito de Renfe en Fuencarral. Muchos de ellos son ferroviarios profesionales, y todos de afición.

Carlos López trabaja en Talgo, en Las Rozas, pero no puede estar más a sus anchas en el furgón de correos de La Suiza. "Cuando vamos a sacarlo, además de tener al día todas las revisiones y seguros, solicitamos la marcha a la operadora de Renfe, la única que te puede autorizar para circular por la red ferroviaria", explica. "Indicamos la salida, la llegada, las paradas.... Y te dan el horario". Este, añade, es un tipo de tren de origen suizo, aunque se construyeron unidades en España; se empezó a usar hacia 1960 y se retiró en 1994. Ahora tiene la pintura exterior un poco ajada, pero por dentro, aunque usado, está perfectamente limpio y cuidado, y es cómodo.

En la cabina se apelotonan hasta cinco maquinistas, incluidos los dos encargados de la conducción. Desde la puerta observa Gonzalo, de 10 años y revisor en esta excursión, que ha picado ya los billetes de los 184 viajeros. "Mi tío me ha llevado en el AVE, pero La Suiza es de los trenes que más me gustan", dice. Su padre, oficial eléctrico de locomotora, apunta que la suya es la familia ferroviaria más antigua de España, desde el tatarabuelo, jefe de depósito, hasta el padre y los hermanos maquinistas.

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Santiago González es maquinista de maniobras en Zaragoza: "Me gusta el encanto que tiene este tren, cómo se mueve, la gente que viaja en él...", dice.

En la cabina va David Mencía, 36 años. Es el maquinista titular en el viaje a Calatayud y profesionalmente conduce trenes de cercanías. "Este es un poco diferente... Es material antiguo, más manual, mientras que en los nuevos está todo automatizado". La velocidad máxima es de 110 kilómetros por hora. No hace falta preguntar mucho: esta unidad eléctrica es segura y está bien conservada y mantenida. "Es un tren viejo pero mimado", dice Juan Antonio Pérez, jefe de tráfico de cercanías en Madrid.

En cuanto a las máquinas de vapor, suscitan sueños, respeto, y retos en todos los aficionados al ferrocarril. Álvaro Galianas, estudiante de quinto de Medicina, explica que le gustaría que la asociación tuviera una de vapor, "pero conlleva muchas dificultades", dice. "De momento necesitamos dinero y apoyo para mantener y hacer circular estos trenes antiguos". Y destaca la ayuda que recibe la AAFM de los trabajadores de Renfe.

La excursión llega a Calatayud a las 13.10 y hay una comida, voluntaria y pagada aparte de los 20 euros del billete (25 para los no socios de la AAFM). Por la tarde, la oficina de turismo local brinda una visita guiada por el centro histórico. La cita de regreso en la estación es a las seis de la tarde, para hacer la foto de recuerdo antes de emprender el regreso.

Los pasajeros disfrutan del paisaje y alguno destaca que en un tren como este se puede viajar aún con las ventanillas abiertas, sin el aire acondicionado de los trenes herméticos modernos, y en ambiente de excursión. Como el presidente de la AAFM, José Antonio Arroyo, que participa en las salidas de La Suiza acompañado de su esposa y de otros cuatro matrimonios, todos preparados con empanadas, hojaldres, termo de café con leche y orujo.

Miembros de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid delante del tren <i>La Suiza</i>, en Calatayud.
Miembros de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid delante del tren La Suiza, en Calatayud.ALICIA RIVERA

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