Reforma empresarial
El progreso de Brasil procede de la reducción del número de pobres, con capacidad de supervivencia, y del aumento del número de trabajadores de clase media, con capacidad de consumo. Igual ocurre en China e India. Millones de personas que antes solo aspiraban a comer ahora pueden comprar, aunque poco: la demanda del mercado crece.
En los países desarrollados, sobre todo en los poco tecnológicos, Grecia, Irlanda, Portugal y España, el viaje es el inverso. Por no introducir la tecnología en el mercado -el PP introdujo la especulación- no generó riqueza, como la tecnología, solo la cambió de bolsillo, fue el gran robo del capital productor del paro actual. También los trabajadores bien formados están en el paro o subempleados, por la falta de I+D+i empresarial.
La solución de España es la reforma empresarial. Se necesita una reducción drástica de la jornada laboral (nada de "agua de borrajas" a la francesa) por vía de ley o de decreto ley. La ley de la oferta y la demanda equilibrará los salarios al alza, acabando con su continuo deterioro que limita la demanda.
Para poder competir, las empresas tendrán que invertir en I+D+i, llevan toda la vida resistiéndose a ello. Así hallarán trabajo los mejores trabajadores, se recuperará lo invertido en su formación, y gracias a la reducción de la jornada laboral encontrarán trabajo los menos cualificados. Los salarios dejarán de caer, lo que aumentará la demanda que es lo que necesita el mercado.
De 1900 a 1950, la jornada laboral se redujo a la mitad y los países occidentales progresaron.
Desde 1975 a 2010, un 20% los consumidores han ido al paro, que son los que alimentarán la demanda. Porque los empresarios no saben entender esto es por lo que es necesaria la reforma empresarial.