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Wilders recusa al tribunal que le juzga por racismo

El político islamófobo holandés dice que peligra la libertad de expresión

Isabel Ferrer

El diputado holandés Geert Wilders rechazó ayer por partidista al tribunal que le procesa en Ámsterdam por incitación al odio, discriminación e insultos a los musulmanes. Entre otras cosas, ha comparado el Corán con el Mein Kampf, de Hitler, y ha pedido frenar "la ola islamizadora de nuestra cultura e identidad".

El juicio ha levantado gran expectación por dos motivos: será decisivo para marcar los límites de la libertad de expresión, y el político ya no puede considerarse una curiosidad en el panorama nacional. Encabeza la tercera fuerza del país, detrás de liberales de derecha y socialdemócratas y su tirón popular es innegable. Sin su apoyo desde el Parlamento, además, le sería imposible gobernar en mayoría a la recién formada coalición de centro derecha. De hallarlo culpable, se enfrenta a un año de cárcel o una multa de 7.600 euros.

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Así que Wilders, de 47 años, acudió al tribunal con un plan bien trazado. Después de un pequeño parlamento inicial en el que se reafirmó "en todas sus declaraciones", dijo que el proceso era "contra la libertad de expresión", que debe mantenerse "para futuras generaciones", y "contra el millón y medio de votantes" de su formación, el Partido de la Libertad. Luego guardó silencio. Su negativa a contestar cualquier pregunta contrarió a la sala. Cuando su presidente, Jan Moors, le dijo lo siguiente: "Es usted muy bueno haciendo planteamientos que luego no quiere discutir". Bram Moszkowick, abogado del político, se revolvió. "Usted sabe, señoría, que calla por consejo mío y porque está en su derecho. Su opinión carece de relevancia", le dijo al juez. A continuación, el letrado recusó a la sala completa. "Parece claro que tienen formada una opinión sobre este caso. Mi cliente está listo para contestar, pero no en este foro. Hay que evitar que el caso se politice", concluyó. Para hoy se espera la decisión de mantener, o bien reemplazar, a los jueces. De suceder esto último, el juicio podría sufrir un retraso considerable.

Vestido de oscuro con una llamativa corbata azul, Wilders guardó la compostura durante la accidentada sesión. Una vez en la calle, recuperó su habitual locuacidad y no tuvo inconveniente en hacer declaraciones. "He comparecido contra mi voluntad, pero espero un juicio justo. He tenido la sensación de estar en el Parlamento. Un juez no debe opinar así", dijo. Durante el fin de semana, había aprovechado su cuenta en la red de Twitter para calificar la situación en la que se halla de "horrible e inoportuna". Se refería a su nuevo puesto en el área de influencia del próximo Ejecutivo. En su opinión, si los jueces actuales son mantenidos en su puesto, se tratará "de un proceso político".

En su día, los fiscales no vieron indicios de delito cuando Wilders calificó el Corán de "libro fascista" o pidió "el cierre de fronteras a los inmigrantes musulmanes". Los jueces, por el contrario, ordenaron que siguiera adelante la instrucción. Asociaciones de inmigrantes turcos, antillanos y marroquíes y un grupo antirracista forman la acusación particular.

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Geert Wilders, durante la vista del juicio celebrada ayer en Ámsterdam.
Geert Wilders, durante la vista del juicio celebrada ayer en Ámsterdam.REUTERS

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