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ESTA SEMANA
Columna
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Patronal

Es difícil creer que el PP le niegue su apoyo a Santiago Herrero ante la posibilidad de que pueda relevar en el cargo al más que desprestigiado Gerardo Díaz Ferrán como presidente de la CEOE. Acuciado por las dificultades extremas que atraviesan sus negocios, con escándalos que rayan en la ilegalidad y que ponen en cuestión su capacidad de gestión, el actual jefe de la patronal parece tener los días contados.

Pero solo eso, lo parece. Nadie apuesta por su continuidad, aunque se aferra al sillón y no se va a no ser que lo echen los suyos. El malestar es tal que afronta esta semana un periodo clave para conocer su permanencia en la cúspide. Y, si bien las críticas del resto de dirigentes empresariales van a más, no parece existir una estrategia concertada para quitarse de encima a este peso muerto en el que se ha convertido el presidente de la arruinada Marsans.

Así las cosas, todas las miradas se dirigen hacia Herrero. Su nombre suena como una de las alternativas más fiables. El mismo presidente de la patronal catalana, Joan Rosell, explica que ha llegado el momento de actuar aunque hasta ahora no se ha atrevido a presentar candidatura alguna. En esa tesitura, todos aguardan acontecimientos. Todos menos el mismo Herrero, que fue el único que en su día disputó la presidencia a Díaz Ferrán cuando fue designado por José María Cuevas como su sucesor. Entonces cosechó un rotundo fracaso en un intento que ahora, con el paso del tiempo, cobra mayor legitimidad, si cabe.

Durante aquella pugna, el presidente de la CEA denunciaba que el modelo que representaba Díaz Ferrán no era viable. Sin entrar al detalle sobre los escándalos que le esperaban, Herrero apuntaba a que estaba inhabilitado para el puesto. El tiempo le ha dado la razón, y lo que en aquella etapa pudo considerase como un gesto suicida le sirve ahora para auparse en mejores condiciones. Pero ya se sabe que Herrero no va a hacer ningún movimiento más en falso. Claro que lo último que contemplaría sería que, en caso de necesitar el respaldo de los populares, estos se lo negaran por su supuesta sintonía con los socialistas andaluces y su "manía" de dialogar y concertar.

Aunque peor sería pensar que el rechazo se pueda producir, en definitiva, por su condición de andaluz ya que, como se sabe, los hay por ahí que nos quieren siempre amarrados al tópico de la subvención, sin más. Si así es, pues nada, paso libre al catalán. Tal vez ocurra que vean más natural eso que el que un sevillano se sitúe en la cúspide de la representación del empresariado español. ¡Hasta ahí podríamos llegar!

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