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Reportaje:BANDA SONORA

Un rockero de Seattle en Madrid

Scott McCaughey, componente de R.E.M. y de Young Fresh Fellows, se enamoró de la ciudad hace 20 años

Carlos Marcos

Ocurrió en la añorada sala Revólver en 1990. Era la primera vez que Scott McCaughey actuaba en España. El local de la calle de Galileo estaba lleno porque por aquella época los Young Fresh Fellows, la banda de McCaughey, ya acumulaba una hinchada fiel en Madrid. A la hora del concierto, Scott, melena alborotada, irrumpió en el escenario de forma sorprendente: con el catering del camerino amarrado con una cinta adhesiva a sus pies. Lonchas de jamón, salchichón y chorizo de Pamplona corrían por el escenario detrás de los pies del músico. Hilarante. La escena provocó carcajadas hasta en Sebastopol. El concierto, por cierto, fue espléndido.

Han pasado 20 años de aquella jornada y la pelambrera de McCaughey, de 52 años y cuatro hijos, sigue aún ahí (todo un desafío a la alopecia), aunque con brotes encanecidos. El martes actuaron en Madrid de nuevo sus Young Fresh Fellows (donde Scott toca la guitarra, compone y canta), en la sala Rock Kitchen dentro del festival Turbo Rock. En estas dos últimas décadas Madrid se ha convertido en la ciudad favorita para este rockero de Seattle, tanto en sus visitas con los Fellows en pequeñas salas como cuando llena pabellones con R.E.M. ¿Con R.E.M.? En efecto: Scott ejerce de cuarto R.E.M. (guitarras, teclados y hace coros) cuando la banda de Michael Stipe se pone en gira.

"Por cada semana en Madrid pierdes un año de vida", afirma McCaughey

La historia de amor del músico más influyente de Seattle (y ojo: estamos hablando de la ciudad estadounidense donde se fundó Nirvana y el grunge) con Madrid nació aquel día de 1990. Pepe Ugena, al frente de la promotora de discos Record Runner, fue el que le contrató esa primera vez: "Yo tenía una tienda de discos y los álbumes de los Fellows se vendían bien. El grupo era fantástico, así que organizamos la gira". Pero el concierto de Revólver estuvo a punto de suspenderse. "Horas antes de empezar no sabíamos nada de la banda. Les llamábamos y nadie contestaba. Estuvimos a punto de decir a los de Revólver que se suspendiera. Pero, de repente, nos llamaron desde el aeropuerto". El grupo estaba viajando con retraso en un vuelo desde Copenhague y no pudo ponerse en contacto con Ugena.

McCaughey se explica: "Llevábamos 34 horas sin dormir, metidos en aviones. Y cuando aterrizamos en Madrid fue espectacular porque escuchamos en la radio nuestro tema Sittin on a pitchfork. Nos parecía un milagro". Entonces estos chicos del frío Seattle comenzaron a recibir calor. Primero les sorprendió que el promotor se cabrease de su tardanza porque no les había podido llevar a cenar a su restaurante favorito. Los Fellows, acostumbrados a un trato profesionalmente frío en EE UU, no daban crédito a la amabilidad y al cariño madrileños.

Ya en Revólver, y después del incidente de jamón, surgió la pasión. Scott: "Comenzamos el concierto a las dos de la madrugada y lo acabamos a las cuatro y media. Seguramente fue el mejor concierto de nuestras vidas. El público estaba completamente enloquecido. Nos sentíamos en el reino mágico del rock and roll, a la altura de Los Ramones. La gente me quitó mis zapatillas Converse mientras tocábamos. Y también los calcetines. Quince años después, en el festival Azkena, de Vitoria, un tipo se acercó a mí y me contó que tenía aquel calcetín clavado en la pared de su cuarto".

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Desde entonces, McCaughey ha estado muchas veces tocando en la capital. Recordar que ejerce el pluriempleo: además de los Fellows, Minus 5 (con Jeff Tweedy, de Wilco), Baseball Projeck, TiredPony o como músico de acompañamiento de R.E.M. Mientras Michael Stipe acude a restaurantes de lujo a disfrutar de la gastronomía más sibarita, Scott prefiere Malasaña: "Siendo honesto, muchas de mis noches en Madrid están borrosas. Son jornadas de juerga en Malasaña, en locales como Tupperware, Flamingo, Louie Louie... Nunca sientes frío cuando llegas a un bar donde ponen grandes discos de rock and roll, entre ellos los tuyos. Y encima las bebidas vienen rápido y son gratis. Esto no pasa en EE UU".

McCaughey lamenta que no ha aprendido mucho español. Pero se lanza a citar, de carrerilla, las frases que se sabe: "Estoy borracho; de puta madre; café cortado; calimocho; vale; museo del jamón; apaga la puta máquina de humo; yo perdido mis pantalones; ¿dónde está El Bosco?; carajillo...". Y, en especial, "pimientos de Padrón". "Seguramente la mejor comida del mundo", apunta Scott, que finaliza con su teoría sobre la capital: "Por cada semana que pasas en Madrid pierdes un año de vida..., pero merece la pena".

Scott McCaughey, en la puerta de Rock Kitchen de Madrid.
Scott McCaughey, en la puerta de Rock Kitchen de Madrid.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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