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El futuro de la energía

Industria sigue "con interés" la decisión de Berlín

Los partidos en España aplazan el debate nuclear hasta 2015

Una central nuclear amortizada es un gran negocio. En España cobran el kilovatio producido al precio de la electricidad más cara, la del gas. Esto, con centrales construidas hace casi 30 años y cuyos costes de inversión han sido recuperados con dinero público, genera lo que los expertos llaman "beneficios caídos del cielo". Solo en 2009 estos beneficios rondaron los 1.000 millones y el año anterior 2.500. Ante esto, el Libro Blanco de la Electricidad encargado por el Ejecutivo, y cada vez más expertos, piden nuevos impuestos para las nucleares. Reclaman que se amplíe su vida útil pero no al precio actual.

El presidente de Red Eléctrica, Luis Atienza, lo explicó en una entrevista a este diario en junio: "Las energías del siglo XX deben pagar el sobrecoste de las del XXI". La idea es que la nuclear y la hidráulica, energías del pasado y que gozan de enormes beneficios señalados incluso por la Comisión Nacional de la Energía, funcionen más años a cambio de financiar las primas a las renovables, 4.719 millones de euros en 2009.

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El Gobierno pudo abrir esa vía con la nuclear de Garoña, en Burgos, que cumple los 40 años de vida en 2011. En lugar de eso, José Luis Rodríguez Zapatero impuso el cierre en 2013 y con el sistema retributivo actual. El resultado es que el PP ha anunciado que si gana reabrirá la central y mientras Endesa e Iberdrola -dueñas al 50% de la planta- cobran la electricidad producida al precio actual, el del gas natural.

Un portavoz del Ministerio de Industria afirmó ayer que el departamento "sigue con interés" lo que ocurre en Alemania. El ministerio afirma que Garoña es un tema del pasado, pero que sobre el futuro nuclear está abierto a cualquier opción dentro del pacto que negocia con el PP.

La confusión es total, porque a la vez una subcomisión del Congreso que negocia un sistema energético acordó en julio por unanimidad que el debate nuclear no debía abordarse hasta 2015. Y el 17 de junio, la vicepresidenta económica, Elena Salgado, preguntada sobre el plan alemán de gravar las nucleares a cambio de alargar su vida, replicó: "No estamos en ese momento".

Industria busca fórmulas para empezar a cobrar ya a las nucleares a cambio de alargar la vida útil, pero no es sencillo. Hasta 2021 no hay otra central que cumpla 40 años. Será la de Almaraz (Cáceres), cuyos dos grupos tienen cuatro veces más potencia que Garoña y que será muy difícil de cerrar. Los ocho reactores producen un 18% de la electricidad.

Aún así, el debate está en marcha. El diputado de ICV, Joan Herrera, lleva hoy al Congreso una moción para sacar a la nuclear y la hidráulica del sistema de fijación de precios para acabar con esos beneficios caídos del cielo. Los antinucleares temen que España copie, más tarde o más temprano, el sistema de Merkel después de no haberlo hecho con Garoña. "Puede que se extienda la idea. Como nadie ha previsto que se tendrían que cerrar las nucleares se hace de la necesidad virtud y se decide prorrogarlas. Nadie sabe cuál es la vida de una nuclear y espero que no lo descubramos por un accidente", señala Marcel Coderch, vicepresidente de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones y uno de los máximos antinucleares españoles.

Central de Garoña.
Central de Garoña.GORKA LEJARCEGI

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