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Reportaje:

Ibarrola celebra sus 80 años

El artista conmemora hoy en una reunión familiar su cumpleaños y el de su esposa - Sin nostalgia, el pintor sigue trabando

Agustín Ibarrola cumple hoy 80 años y lo celebrará reuniendo alrededor de la mesa a toda la familia. En total, serán 12 comensales: Ibarrola y su esposa, Mari Luz, los hijos y los nietos de la pareja, y cuatro amigos de su círculo más íntimo que han llegado de Madrid. La celebración será doble en el restaurante guipuzcoano que han elegido para reunirse porque el 18 de agosto es también la fecha de nacimiento de Mari Luz, cuatro años más joven que su marido.

Ibarrola llega a octogenario trabajando a diario en su estudio, el rincón de su caserío del valle de Oma, en Kortezubi, donde las ideas pasan al papel o al lienzo. Los años van pasando, pero el artista se encuentra con fuerzas para seguir trasteando con los pinceles y las pinturas. Sus pinturas más recientes reflejan la energía que traslada a todas las facetas de su vida: son lienzos llenos de color.

El caserío del valle de Oma es su refugio para pasar el verano
La obra más reciente está llena de vitalidad y color

Ibarrola nació en Basauri en 1930 en una familia humilde, sin conexiones con el mundo de la pintura. El camino del arte le llevó muy joven a Madrid para formarse en el taller de Daniel Vázquez Díaz. En 1956 se instaló en París y al año siguiente formó junto a otros artistas que buscaban aire fresco fuera de la España franquista el Equipo 57.

A su regreso a España, su actividad política en las filas del Partido Comunista le costó varios años de cárcel. Años de penurias que no vuelven a su memoria al cumplir 80 años. "Asume el paso del tiempo y los años que va cumpliendo sin problemas", dice su esposa, Mari Luz, inseparable compañera del artista desde hace más de medio siglo.

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Años más tarde, fue la participación en el Foro de Ermua y en el movimiento ¡Basta ya! en la lucha contra el terrorismo de ETA la que le costó el peaje de tener que vivir permanentemente protegido por escoltas.

En su vida no queda espacio para la nostalgia. Tampoco de los años en los que decidió instalarse en el caserío de Oma y empezar a pintar los pinos de un bosque cercano. Fue una obra en desarrollo a lo largo de 20 años, jugando con el color, la perspectiva, la forma de los árboles y el paisaje para crear una singular obra en la naturaleza. El Bosque pintado, a pesar de los sinsabores de ver destruidas parte de las figuras en un ataque radical o talados algunos árboles por el propietario de los terrenos, es su obra más conocida, identificada a primera vista con su autor y reclamo de los atractivos turísticos del País Vasco. A orillas del río Tormes, en Salamanca, pintando sobre el tronco de unos olmos secos, y en Llanes, sobre los bloques de piedra de la escollera del puerto, ha vuelto a intervenir sobre el paisaje.

La celebración del doble cumpleaños en la familia Ibarrola apenas rompe la rutina del artista. "El día que no pasa por el estudio, le falta algo", dice su esposa. "Es su mundo".

Agustín y Mari Luz Ibarrola, en el estudio de su casa del valle de Oma.
Agustín y Mari Luz Ibarrola, en el estudio de su casa del valle de Oma.LUIS ALBERTO GARCÍA

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