Sí, Cuba se mueve
El presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, aseguró el lunes en Ginebra que todos los presos políticos cubanos serán liberados y que aquellos que deseen permanecer en la isla, podrán hacerlo. El disidente Guillermo Fariñas, tras 135 días de ayuno, declaró que en Cuba "se ha abierto una ventana y hay que aprovecharla".
La decisión soberana de las autoridades cubanas, que ha merecido la felicitación de las jefas de la diplomacia europea y norteamericana -Catherine Ashton y Hillary Clinton- al ministro Moratinos por su tarea de mediación, tiene además del evidente valor humanitario, que era urgente, una carga política que a nadie se le escapa.
Para un buen entendedor, la situación actual anuncia la voluntad de los dirigentes cubanos de avanzar en un proceso de reformas que ha de tener consecuencias políticas muy positivas para la isla. Quienes no quieren ver que estamos asistiendo a una nueva etapa en Cuba, es por que son los peores ciegos. Si además de taparse los ojos, tratan de instrumentar el lógico malestar o la discrepante posición política de algunos de los presos excarcelados contra el Gobierno español, estamos ante un acto de simple mala fe. No habían transcurrido ni 24 horas desde la llegada de los liberados y sus familias a Madrid cuando la derecha política y mediática tenía ya desplegado todo su dispositivo de propaganda negativa.
La herramienta del diálogo ha logrado lo que es, desde todos los puntos de vista, una gran noticia. La interlocución, la comunicación, la capacidad de ponerse en el lugar del otro es la vía para acompañar los avances que necesita la sociedad cubana. La política de aislamiento se ha mostrado absolutamente ineficaz en los últimos 50 años, y consciente de ello, como otros muchos actores, la Iglesia cubana está trabajando, también, la vía de la mediación y la conversación con el Gobierno. Afortunadamente, el Arzobispado de La Habana no ha sido acusado por el PP de ser "cómplice de tiranos", como sí han dicho, en muchas ocasiones, del Gobierno de España.
Ahora tenemos la posibilidad de incrementar el potencial de un diálogo que iniciamos hace ya tiempo. Sustituir la Posición Común unilateral y excepcional que la UE mantiene desde hace 14 años con Cuba por una relación de compromisos bilaterales entre ambas partes otorgará a Europa una mayor capacidad para favorecer el deseado proceso de apertura en la isla. Sería un grave error empeñarse en mantener un marco de relaciones que se ha mostrado dramáticamente ineficaz en su objetivo declarado de mejorar la situación de los derechos humanos y que, precisamente, nos deja sin interlocución ni influencia en Cuba.
La confirmación de la liberación de todos los presos de conciencia puede y debe tener consecuencias políticas tanto en Cuba como en la UE, y también en cuanto al bloqueo que Estados Unidos mantiene en vigor desde hace más de 40 años. Cada gesto en la buena dirección ha de ser correspondido por las otras partes, para lograr, así, que esta vez sea la definitiva.
Nada se hará de la noche a la mañana, ni sin el concurso de los propios cubanos. Lo cierto es que, ahora, se abren dos opciones: favorecer el movimiento de reformas a través de una nueva relación con Cuba, sumándonos a la esperanza, o seguir utilizando a Cuba para el debate interno español, con el riesgo de que se pueda volver a cerrar, otra vez, la ventana de Guillermo Fariñas. Espero que todos acertemos.
Elena Valenciano es secretaria de Política Internacional y Cooperación del PSOE.
