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Una puerta abierta para nuevas demandas

Cristina Delgado

Cuando Uralita instaló entre Cerdanyola y Ripollet su fábrica de fibrocemento a base de amianto en 1907, en estas localidades a 15 kilómetros de Barcelona apenas vivían 2.500 personas. Cuando la fábrica cerró, en 1997, tenían casi 80.000 habitantes. El crecimiento de los municipios fue espectacular, entre otras cosas porque en la fábrica de Uralita había trabajo para todos. Pero tras el cierre de la planta, además de enormes naves vacías y un subsuelo lleno de amianto, quedó un legado trágico que multiplica por 47 las probabilidades de desarrollar un cáncer mortal como el mesotelioma y por 10 el de otras afecciones respiratorias, según un estudio realizado por el neumólo-go Josep Tarrès.

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"Gracias a estudios como este, en Cerdanyola ha existido más conciencia del problema. Por eso se han organizado mejor", dice Miguel Arenas, abogado del Col·lectiu Ronda, una agrupación que defiende desde los años setenta a trabajadores afectados. "Valoramos la sentencia muy positivamente. Porque da la razón a los vecinos y porque rechaza los argumentos que usan las empresas para evitar indemnizaciones, como la prescripción de su culpa o el desconocimiento de los daños", explica. El Col·lectiu Ronda tiene casi un centenar de procesos abiertos contra Uralita. También trabaja en demandas contra otras empresas de astilleros o de ferrocarriles.

"En Getafe logramos que Uralita tuviera que indemnizar con dos millones a 28 trabajadores y viudas de empleados de Uralita, enfermas por lavar las ropas llenas de amianto de sus maridos. La sentencia de Cerdanyola va más allá, porque reconoce afectados que nunca pisaron las fábricas", señala Juan Carlos Paúl, portavoz de la asociación de víctimas de amianto AVIDA, que mantiene abiertas otras 35 demandas laborales en Madrid y estudia varios casos en Valladolid y Sevilla.

"En Getafe quizá también hay vecinos enfermos. Pero muchos nunca han pensado que la causa fuera la fábrica. O quizá se fueran a vivir lejos hace años. También puede haberlos en Dos Hermanas, donde la planta Uralita lindaba con viviendas. O en Valladolid... Pero quizá a muchos aún no se les ha manifestado la enfermedad o no la han relacionado con el amianto", razona.

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Sobre la firma

Cristina Delgado
Es subdirectora y se encarga de la edición digital de EL PAÍS. Antes fue redactora jefa de Economía, sección en la que se incorporó al periódico, en 2008. Licenciada en Periodismo y en Comunicación Audiovisual, ha realizado el máster UAM-ELPAIS y posgrados de información económica y gestión.
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