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Un Mahler reiterativo por el Quinteto Dezinko

El ciclo del festival Mozart que se celebra en la Real Academia Galega de Belas Artes tuvo el jueves como protagonista al Quinteto Dezinko, formado por Vera Pavlova al piano, Marcelo G. Kriguer y Stefan Marianescu en los violines, Raymond Arteaga como viola, y Gabriel Tanasescu al violonchelo. El concierto comenzó con el Cuarteto con piano en la menor, de Gustav Mahler, una obra en un solo movimiento y la única de su época como estudiante en el Conservatorio de Viena que no fue destruida por su autor.

El Cuarteto es una obra que denota su origen estudiantil, bien lejos de las que creó después en el campo sinfónico quien habría de ser uno de los mayores compositores del cambio de siglo del XIX al XX. Tiene poca riqueza temática, es algo reiterativa y abunda en frases al unísono o respondidas en ecos de respuesta más bien previsible. El grupo Dezinko, esta vez sin el violín de Marianescu, la solventó sin complicaciones ni apenas incidentes.

El Quinteto con piano en mi bemol de Schumann resulta una obra mucho más trascendente. Y la expresiva calidez de Tanasescu y Arteaga la marcó desde el Allegro brillante inicial. Luego sigue esa tremenda marcha, cuyas notas llegaron a doler en los oídos, especialmente a través del fuego que Marianescu imprimió en sus breves intervenciones al violín segundo, el desgarro de Arteaga y esos acordes que el registro grave del chelo de Tanasescu hace llegar a lo más hondo del sentimiento. La vivacidad del Scherzo dejó paso a un Allegro non troppo que Kriguer, más seguro en los graves y medios, llenó de pasión. Y de una fuerza que el piano de Vera Pavlova hizo por momentos aparecer rayana con la dureza.

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