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Análisis:El conflicto de Oriente Próximo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

A un minuto de la guerra

Juan Carlos Sanz

"One minute. One minute", nos gritaban los soldados israelíes mientras abrían fuego la cubierta del Mavi Mármara, relataba a la prensa uno de los activistas de la flotilla humanitaria de ayuda a Gaza al poco de ser repatriado a Estambul desde Tel Aviv. "One minute", el tiempo que pidió con vehemencia Recep Tayyip Erdogan en el Foro de Davos de 2009 para expresar su condena a la incursión israelí en la franja de Gaza, es ya todo un lema reivindicativo en el viejo conflicto de Oriente Próximo. El primer ministro turco no ha dejado desde entonces de proclamar que Israel se ha convertido en un obstáculo para la paz en la región.

Investido con la toga de doctor honoris causa por la Universidad Europea de Madrid, lo recordaba una vez más hace apenas tres semanas en la capital española, donde oficializó con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el nacimiento de una política autónoma hacia Irán por parte de dos potencias emergentes que ha desairado a Estados Unidos. El Gobierno de Ankara se ha esforzado en los últimos años en mejorar sus relaciones con Siria, Irak y otros países vecinos de Oriente Próximo, donde al pasado imperial otomano ha sucedido una pujante estrategia de lazos energéticos y comerciales.

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"Nadie debe poner a prueba la paciencia de Turquía". Esta advertencia de Erdogan a Israel para que liberara a los más de 600 activistas -dos terceras partes de nacionalidad turca- detenidos en el asalto a la llamada Flotilla de la Libertad fue interpretada en Turquía como un ultimátum en toda regla. El Consejo de Seguridad Nacional se reunió de inmediato en Ankara para evaluar la crisis. Los analistas turcos apuntaron en ese momento la posibilidad de que Turquía cortara las relaciones diplomáticas con el Estado hebreo e invocara a continuación el Tratado de la Alianza Atlántica, de la que forma parte desde su fundación.

No llegó la sangre al Mediterráneo oriental, pero el alejamiento de Turquía e Israel, que precisamente comenzaron a ser aliados estratégicos al hilo de los acuerdos de paz de Oslo entre palestinos e israelíes, se ha consumado en esta crisis. Ankara ha retirado a su embajador en Tel Aviv, ha suspendido la cooperación militar y ha congelado las relaciones económicas bilaterales, que rondaron los 2.500 millones de euros en 2009.

Turquía, que ve frenada su aspiración a convertirse en miembro de pleno derecho de la Unión Europea por el veto de Francia, Alemania y Chipre, se ha convertido ya en una nueva potencia en el Mediterráneo oriental. Sus Fuerzas Armadas, las segundas más numerosas de la OTAN y que participan en la misión internacional en Afganistán, avalan su capacidad de respuesta.

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"El proceso de acercamiento a la UE ha sido el motor de las grandes reformas que ha experimentado Turquía", reconocía en mayo el presidente de la República, Abdulá Gül, ante un grupo de periodistas europeos. Pero el Gobierno turco ejerce ahora su liderazgo regional con un estilo más occidental: el denominado soft power de los negocios y las relaciones diplomáticas.

El gesto de Turquía ante Israel durante la crisis de la flotilla ha situado a la nueva potencia emergente en puesto de gran visibilidad al frente de un mundo islámico de 1.500 millones de personas, que ven en el modelo turco un referente de progreso y modernidad sin pérdida de su identidad cultural. "No tenemos la ambición de construir un nuevo imperio", advertía el subsecretario de Exteriores turco Selim Yenel, "pero queremos paz y estabilidad en nuestra región".

Un manifestante, ante un cartel del líder de Hamás, ayer en Estambul.
Un manifestante, ante un cartel del líder de Hamás, ayer en Estambul.AP

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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