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Reportaje:Primer plano

Con permiso de Grecia

La recuperación sorprende por su fuerza, pero queda supeditada a la crisis de deuda

Alicia González

Hace poco más de dos semanas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) presentaba sus previsiones económicas de primavera en Washington. El informe empezaba así: "La recuperación global ha evolucionado mejor de lo esperado". Un poco más adelante insistía en que ésta ha sido "más fuerte de lo previsto" aunque precisaba que la actividad global se estaba recuperando a "velocidades dispares, de forma tibia en muchas economías desarrolladas, pero con mucha solidez en la mayoría de las economías emergentes y en desarrollo", apuntaba su economista jefe, Olivier Blanchard.

Pero 15 días después ese panorama queda totalmente condicionado por la evolución de la situación en Europa y el estallido de la crisis de deuda y su contagio al sistema financiero. Los mercados están nerviosos y el temor al riesgo se ha vuelto a apoderar de los inversores, con las consecuencias que ello puede tener para muchos países que empiezan a experimentar una incipiente recuperación.

EE UU ha salido de la crisis seis meses antes de lo que suele ser habitual
La reactivación es tibia entre países ricos y muy sólida en los emergentes
Latinoamérica teme que Grecia acabe contagiando a toda la región
Los déficits, la nueva regulación y el proteccionismo, nuevas amenazas

Las tesis del FMI eran respaldadas por muchos analistas. Keith Wade, de Schroders, insistía en un reciente informe en que la economía mundial "está desafiando a los pesimistas" y, en parte, no le falta razón. Las recesiones causadas por crisis financieras son más profundas y prolongadas que las convencionales, dada la restricción del crédito que suelen llevar a cabo los bancos mientras sanean su balance. Como explican los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff en su libro Esta vez es diferente: ocho siglos de estupidez financiera, dentro de las crisis financieras las que se producen de forma sincronizada son aún peores, con las economías afrontando un periodo no inferior a 14 meses antes de que su producto interior bruto (PIB) recupere los niveles previos a la crisis. Dada la naturaleza global de la crisis que estalló en 2007, la mayoría de los analistas esperaba que fuera ése el patrón que siguiera la recuperación mundial.

Sin embargo, la primera economía del mundo, Estados Unidos, ha desafiado la inercia de la Historia y ha logrado dejar atrás la crisis seis meses antes de lo que, de media, ha sucedido en las recesiones provocadas por crisis financieras. Por el contrario, la zona euro se está comportando siguiendo el patrón típico de las economías que se recuperan de este tipo de crisis. Estos dos comportamientos dispares no tienen el mismo impacto sobre el conjunto de la economía mundial, en la que además los países emergentes han demostrado mayor resistencia a la crisis y un fuerte desempeño económico posterior.

Estados Unidos -que abandonó oficialmente la recesión en el tercer trimestre de 2009- creció a un ritmo interanual del 3,2% entre enero y marzo pasado, gracias a la reactivación del gasto de los consumidores y la continuidad de la expansión del sector industrial. En Japón, las previsiones de crecimiento también se están revisando al alza, impulsadas por una creciente confianza empresarial y, en general, en todo Asia el crecimiento está sorprendiendo favorablemente al alza según se va reanudando el comercio mundial. Singapur ha registrado un crecimiento anualizado del PIB nada más y nada menos que del 32% en el primer trimestre y China ha superado con creces las expectativas con un crecimiento del 11,9% y unas exportaciones un 29% superiores a las de un año antes. Lo mismo puede decirse de la actividad de muchos países emergentes, como Brasil e India, que están creciendo a ritmos del 4,3% y 7,2%, respectivamente.

Keith Wade, de Schroders, insiste en que el mejor desempeño de EE UU también refleja el estatus del dólar como la moneda de reserva mundial, lo que le ha garantizado la financiación de su economía a lo largo de toda la crisis pese a los fuertes desequilibrios que arrastra.

En cambio, la única región que no comparte la mejora generalizada de la actividad es la zona euro, donde el mercado de trabajo y el consumo privado siguen siendo muy débiles y donde la agenda, tras el estallido de la crisis de Grecia, se ha movido hacia el ajuste fiscal lo que dificultará aún más la reactivación.

El comisario para Asuntos Económicos, Olli Rehn, confiaba esta semana en que la Unión Europea crecerá un 1% este año y un 1,7% en 2011. En el caso de la zona euro, el incremento del PIB apenas alcanzará el 0,9% este año y el 1,5% el que viene. Y eso en el más optimista de los escenarios puesto que la propia comisión reconoce que "la recuperación europea continua rodeada de una elevada incertidumbre, como ilustran las recientes tensiones en el mercado de bonos soberanos. Las precisiones también están sujetas a un alto grado de incertidumbre con riesgos generalizados. [...] la recuperación depende de forma crucial en la solidez de los mercados financieros, que aún debe ser restaurada de forma sólida. Asimismo, un aumento generalizado de los desequilibrios globales también podría impactar en las perspectivas de crecimiento de la región".

Los inversores aún no tienen claro si la crisis de deuda europea puede contenerse o si el mundo se encamina hacia otra crisis financiera como la que desencadenaron las hipotecas subprime. "La gente está preocupada por saber si Grecia es o no Bear Sterns, si Portugal es otro Lehman Brothers y si España acaba siendo AIG", decía hace un par de semanas BNP Paribas en una nota a clientes.

El contagio de los problemas griegos se limitó inicialmente a otros países de la eurozona con difíciles posiciones fiscales, como Irlanda, Portugal, Italia o España, pero ya ha rebasado las fronteras de la moneda única. El índice MSCI de mercados emergentes ha perdido un 11% desde mediados de abril y el petróleo, que había superado los 80 dólares gracias a la fortaleza del crecimiento chino, ha caído un 14% esta semana.

Es más, algunos países con cuentas públicas en relativo buen estado, como es el caso de Polonia -el único país de la UE en eludir la recesión en 2009-, están sufriendo una penalización de los mercados a la hora de colocar sus emisiones de deuda. Y ése es el temor que tienen regiones en plena expansión, como Latinoamérica.

"La fuerte recuperación económica de Estados Unidos y el aumento del precio de las materias primas sientan las bases para la reactivación de la región", asegura Ernesto Talvi, director del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres). "En esas circunstancias uno debería esperar que el crecimiento sea más sostenido y, por tanto, más atractivo a la inversión siempre que Grecia no termine contaminando a los mercados emergentes", admite. "No sabemos en qué va a terminar la crisis fiscal europea. Si nos remite a la etapa de Lehman, entonces todos vamos a sufrir".

La verdad es que América Latina parece haber aprendido de todas las crisis anteriores y ha afrontado esta etapa en una sólida situación fiscal. "Con los fundamentos de 1998 y no los actuales la región hubiera zozobrado ante la crisis", apunta Alejandro Izquierdo, economista del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Y las acciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) al inicio de la crisis, cuando puso capital a disposición de los países más cumplidores de forma preventiva y en un volumen suficiente, se han demostrado clave para que la región haya sorteado la recesión en mejores condiciones de lo que solía ser tradicional y mucho mejor que sus socios de los países desarrollados. "Es la pugna entre el miedo y los fundamentales", afirma Mathew Vogel, de Barclays Capital.

No hay dos ciclos idénticos y no se puede simplemente extrapolar el comportamiento de uno al siguiente, recuerda Schorders. Por el momento, no cabe duda de que la fotografía de esta recuperación es muy diferente de la de otras ocasiones, debido al gran protagonismo de las economías emergentes [ver gráfico adjunto]. De hecho, la producción industrial ya había superado los niveles previos a la crisis en el verano de 2009, mientras que la industria de los países desarrollados apenas ha crecido y si lo ha hecho ha sido de forma modesta.

Grecia pesa en las perspectivas de futuro, pero no es la única amenaza en el horizonte económico. El riesgo que suponen los elevados déficits públicos es evidente, un endurecimiento de la regulación financiera podría restringir de nuevo el crédito, la retirada de las medidas de estímulo puede frenar la recuperación o la vuelta del proteccionismo dar un golpe de gracia al crecimiento del comercio mundial que se anticipa del 7%, según el FMI, para este ejercicio.

"Bien puede ser que al final los pesimistas tengan razón", admite Keith Wade, "pero quizás se han adelantado demasiado en el tiempo". -

La Feria Inmobiliaria de Pekín constató el buen momento que atraviesa el sector en China.
La Feria Inmobiliaria de Pekín constató el buen momento que atraviesa el sector en China.REUTERS

La madre de todas las crisis financieras

Los problemas de solvencia de Grecia han devuelto a la actualidad el análisis de Barry Eichengreen, profesor de Económicas de la Universidad de Berkeley, California, sobre la irreversibilidad del euro. Es un artículo de 2007 donde advertía que el simple debate sobre la posibilidad de que uno de los países del euro abandonara la Unión Monetaria desataría "la madre de todas las crisis financieras". Aquel artículo aludía a las críticas a la divisa europea surgidas en Italia, pero muchos analistas lo han recordado ante la evolución de la crisis de Grecia.

Ni entonces ni ahora esa es una opción que se haya barajado con seriedad, por mucho que algunos diputados alemanes hayan insistido en esa posibilidad varias veces. Los costes de abandonar el euro superarían, con creces, cualquier posible beneficio de contar con política cambiaria y política monetaria propias, en palabras de cualquier analista o responsable político. El mercado, por tanto, no es una opción que baraje. Lo que sí contempla el mercado es la posibilidad de una reestructuración de la deuda de Grecia.

El propio Eichengreen lo considera ahora inevitable. "Los líderes europeos y el FMI han echado a perder sus esfuerzos para estabilizar los mercados financieros europeos. Sólo tienen una oportunidad [...]. Primero la parte fácil: Grecia reestructurará su deuda. De eso no hay duda". Y una reestructuración pasa, inevitablemente, por alargar plazos de pago y abordar una quita de las deudas. Si eso fuera así, la agenda pasaría entonces por un posible rescate del sistema financiero europeo que podría alcanzar dimensiones incalculables. -

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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