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La lucha contra el ruido en la capital

El Ayuntamiento quiere adelantar el cierre de los bares de Aurrerá

Los empresarios creen que la medida no reducirá el ruido y puede ser ilegal

Hacía meses que no se sabía nada del anuncio que hizo el alcalde en diciembre pasado: los bares de las zonas más ruidosas tendrán que adelantar su hora de cierre. Los empresarios del ocio nocturno se echaron las manos a la cabeza y pidieron al Ayuntamiento una moratoria. Parecía que la habían conseguido, pero ayer la concejal de Medio Ambiente, Ana Botella, anunció algo mucho más concreto. Los bares nocturnos de la zona de Aurrerá, próxima a Argüelles, serán los primeros en echar a la clientela antes de la hora habitual (las tres de la mañana). Botella no especificó más. Ni cuánto tiempo tendrán que adelantar el cierre ni en qué momento entrará en vigor la medida. Se guardó los detalles porque, dijo, en unos 15 días presentará públicamente esta "experiencia piloto".

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El objetivo es comprobar si los cierres adelantados funcionan, es decir, si se consigue que los jóvenes se vayan antes a casa y no molesten tanto a los vecinos de la zona. Porque el Consistorio tiene clara su prioridad. Entre los empresarios y los vecinos, dijo ayer Botella, eligen a los vecinos, que "son muchísimos más".

Igual que sucedió con el anuncio de Alberto Ruiz-Gallardón, ayer los representantes de los locales de ocio se apresuraron a criticar el plan municipal. Con variados argumentos. Desde la escasa efectividad de la medida hasta la posible ilegalidad de restringir la actividad de locales que tienen todos sus papeles en orden. "Los locales no son el foco del ruido, lo es el entorno, el botellón. Adelantar el cierre no va a ser un obstáculo porque antes va a estar la gente en la calle", aseguró ayer Vicente Pizcueta, portavoz de la Asociación Madrileña de Empresarios por la Calidad del Ocio. "Es un dislate que si los locales de Aurrerá tienen sus licencias correspondientes y son legales se les tenga que reducir los horarios", afirmó a Europa Press José Luis Salazar, portavoz de la Asociación de Bares de Copas. Ambas entidades, que aseguraron desconocer los planes de Botella, coincidieron en una cosa: lo que debe hacer el Consistorio es actuar de forma individual, sancionando, y cerrando si es necesario, a los que no cumplen las normas.

La concejal de Medio Ambiente presentó ayer el balance de sus actuaciones para luchar contra la contaminación acústica. El año pasado resolvió 1.171 expedientes sancionadores, lo que casi triplica el dato de 2008 (323; un 263% de aumento). También se duplicó la cuantía de las multas impuestas, que el año pasado ascendió a 3,7 millones de euros. Los datos responden, según Botella, a la "intensa actividad inspectora" del Consistorio, que no facilitó el total de inspecciones realizadas.

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El portavoz socialista de Medio Ambiente en el Ayuntamiento, Pedro Santín, tildó de "ridículo" que se impongan sólo cuatro sanciones al día por ruido en toda la ciudad. Según afirmó, basándose en datos municipales, el año pasado los vecinos presentaron "más de 70.000 denuncias por ruido", lo que implica que "no se ha sancionado ni el 2% de los casos denunciados".Entre los datos que presentó ayer, Botella destacó el "espectacular" aumento de los expedientes sancionadores por ruido en domicilios particulares. Pasaron de 12 en 2008 a 157 el año pasado. La edil se aventuró a dar una explicación: que la crisis ha trasladado las fiestas ruidosas de los locales a las viviendas.

La responsable de Medio Ambiente destacó el trabajo de las patrullas conjuntas, formadas por un policía municipal y un técnico acústico, que funcionan de las once de la noche a las cinco de la madrugada los jueves, viernes y sábados. Estas patrullas, creadas a mediados de 2008, gestionaron 333 expedientes sancionadores, de los que un 47% fueron para viviendas particulares.

Botella aseguró, basándose en el Mapa Estratégico del Ruido de Madrid, que sólo el 5,6% de los habitantes de la capital soportan unos niveles de ruido superiores a los que marca la legislación europea (65 decibelios de día). En el caso de la noche, ese porcentaje sube al 20% según sus datos (por encima de 55 decibelios). En 2002, cuando el Consistorio presentó el anterior Mapa Acústico, resultó que una de cada cuatro calles residenciales superaban los 65 decibelios. Botella atribuyó la mejora al soterramiento de la M-30, la instalación de pantallas acústicas, el asfalto reductor de sonido y la prohibición de circular por el barrio de las Letras, entre otros.

Pese a los últimos datos que recordó ayer la concejal, la red municipal de estaciones de medición del ruido ofrece porcentajes mucho más altos. Los datos que mostraba ayer la web del Consistorio, referidos al lunes, reflejaban que seis de las 17 estaciones en funcionamiento superaron los 65 decibelios en horario diurno, es decir, un 35%. En horario nocturno, 11 de las 15 superaron los 55 decibelios, es decir, el 65%. La página también permite consultar el último mes. En marzo, cinco de las 17 estaciones marcaron, de media, más de 65 decibelios, lo que supone que un 29% estuvieron por encima de lo que marca la normativa europea.

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